/ viernes 18 de agosto de 2023

Rafael Cabrera aclara el papel de Elena Garro en el 68

El periodista Rafael Cabrera expone en un libro las contradicciones que vivió la escritora, en una época en la que la intelectualidad tuvo mayor cercanía con el poder

"Para Rafael Cabrera, “afirmar que Elena ‘delató’ a los intelectuales, es insistir en un lugar común y hablar sin conocer su caso”, y en su libro Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro (Debolsillo, 2023), publicado originalmente en 2017, expone al ritmo vertiginoso de un thriller, la fascinante vida de la autora de Los recuerdos del porvenir, con el ambiente intelectual y político de los años 70 como telón de fondo.

El autor comparte en entrevista con El Sol de México, que antes de iniciar su investigación, encontraba en viejas publicaciones periodísticas, referencias a “‘su polémico papel en el 68’, pero no decían más sobre ese papel, de algún modo terminé haciendo un libro que explica qué pasó.

Puede interesarte: Del Estante: la resistencia al fascismo retratada en la literatura

“Si bien ella dijo que los intelectuales habían azuzado a los estudiantes y los habían usado de carne de cañón, lo cierto es que nunca justificó la matanza, en varias declaraciones dijo ‘eso no está bien, un gobierno nunca debe disparar a su pueblo, menos a sus muchachos’, pero sí creía que el movimiento no era del todo legítimo, porque veía que era una disputa hacia la elección de 1970, que los intelectuales estaban impulsando a un candidato, Emilio Martínez Manautou”.

Inspirado en su adolescencia por Julieta Venegas, a quien escuchó decir que estaba leyendo a Elena Garro, una escritora mexicana “paranoica y oscura”, según describió la cantautora, Rafael Cabrera comenzó a interesarse en la vida y la obra Elena Garro, hace casi 20 años.

Entonces, recuerda, tanto las publicaciones de su obra como libros dedicados a ella escaseaban. Sin embargo, en años recientes, y sobre todo éste que se celebra el 25 aniversario de su fallecimiento, ocurrido el 22 de agosto de 1998, “cada vez hay ediciones más dignas”, apunta.

Ese interés adolescente se convirtió en su obsesión como periodista. Este año de aniversario luctuoso, se reedita el estudio del autor sobre una figura de la literatura mexicana que “quedó fuera de la historia oficial”.

EL 68 FUE EL NÚMERO QUE DECIDIÓ SU SUERTE

Garro, señala el autor, “vivió en primera persona las contradicciones del intelectual mexicano, acercarse a sus escritos, a sus entrevistas, es una reflexión incómoda sobre el poder y la cultura, criticaba el acercamiento de los intelectuales con la política, creía en la independencia, pero al mismo tiempo, también tuvo vínculos políticos con Carlos Madrazo, Javier Rojo Gómez, Gutiérrez Barrios, el propio Luis Echeverría, eran amigos de la juventud.

“Tenemos que entender que estamos hablando de la época del PRI, los intelectuales de la época, que surgieron en ese sistema, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, todos son producto de la revolución y del priismo y tuvieron un papel que jugar, o les tocó por decisiones propias. Es muy interesante que las académicas Lucía Melgar, Margarita León o Gabriela Mora, que han estudiado la literatura de Elena, coinciden en que se alimenta de las voces periféricas, que no quedan dentro la voz oficial, mujeres y niños que resienten la maquinaria política, cómo los va avasallando, los va dejando fuera y Elena Garro recupera esas voces que se contraponen con la versión oficial, lo cual es irónico, porque ella termina convirtiéndose en un voz marginada.

Cabrera apunta que la escritora “nunca dio nombres”, de los intelectuales supuestamente involucrados en el 68; “el que pone los nombres, es el periódico El Universal, que publica ‘Elena Garro dio el nombre de 500 intelectuales’ y pone Cuevas, Castellanos, Fuentes, estaba absolutamente coludido con el gobierno, formó parte de la estrategia de propaganda para involucrar a Elena y a Madrazo.

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“De algún modo, Elena le da elementos al gobierno para desviar la atención de lo ocurrido en Tlatelolco; cuando ella dice ‘nosotros no fuimos, fueron los intelectuales’, ya era una cosa de chivos expiatorios, mientras el gobierno estaba muy feliz porque nadie lo estaba investigando. En ese sentido, Elena sí sirvió al gobierno como una especie de versión alternativa para desviar la atención y no era esa su intención, ella creía que se estaba defendiendo, y si lo vemos con el paso del tiempo, es claro que no le fue bien, que no se benefició, es más, casi se olvida su nombre, tuvo un costo, el gobierno la usó y la desechó”.

La figura y la obra de Elena Garro empiezan a tomar el sitio que les corresponde, finaliza el autor. “Hay una frase de Elena en La culpa es de los tlaxcaltecas que me gusta mucho, ‘todo se olvida, pero se olvida sólo por un tiempo’, y creo que eso es lo que ha pasado con Elena Garro, tal vez se pudo olvidar, o quisieron que la olvidáramos, pero eventualmente el tiempo hace justicia”.

"Para Rafael Cabrera, “afirmar que Elena ‘delató’ a los intelectuales, es insistir en un lugar común y hablar sin conocer su caso”, y en su libro Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro (Debolsillo, 2023), publicado originalmente en 2017, expone al ritmo vertiginoso de un thriller, la fascinante vida de la autora de Los recuerdos del porvenir, con el ambiente intelectual y político de los años 70 como telón de fondo.

El autor comparte en entrevista con El Sol de México, que antes de iniciar su investigación, encontraba en viejas publicaciones periodísticas, referencias a “‘su polémico papel en el 68’, pero no decían más sobre ese papel, de algún modo terminé haciendo un libro que explica qué pasó.

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“Si bien ella dijo que los intelectuales habían azuzado a los estudiantes y los habían usado de carne de cañón, lo cierto es que nunca justificó la matanza, en varias declaraciones dijo ‘eso no está bien, un gobierno nunca debe disparar a su pueblo, menos a sus muchachos’, pero sí creía que el movimiento no era del todo legítimo, porque veía que era una disputa hacia la elección de 1970, que los intelectuales estaban impulsando a un candidato, Emilio Martínez Manautou”.

Inspirado en su adolescencia por Julieta Venegas, a quien escuchó decir que estaba leyendo a Elena Garro, una escritora mexicana “paranoica y oscura”, según describió la cantautora, Rafael Cabrera comenzó a interesarse en la vida y la obra Elena Garro, hace casi 20 años.

Entonces, recuerda, tanto las publicaciones de su obra como libros dedicados a ella escaseaban. Sin embargo, en años recientes, y sobre todo éste que se celebra el 25 aniversario de su fallecimiento, ocurrido el 22 de agosto de 1998, “cada vez hay ediciones más dignas”, apunta.

Ese interés adolescente se convirtió en su obsesión como periodista. Este año de aniversario luctuoso, se reedita el estudio del autor sobre una figura de la literatura mexicana que “quedó fuera de la historia oficial”.

EL 68 FUE EL NÚMERO QUE DECIDIÓ SU SUERTE

Garro, señala el autor, “vivió en primera persona las contradicciones del intelectual mexicano, acercarse a sus escritos, a sus entrevistas, es una reflexión incómoda sobre el poder y la cultura, criticaba el acercamiento de los intelectuales con la política, creía en la independencia, pero al mismo tiempo, también tuvo vínculos políticos con Carlos Madrazo, Javier Rojo Gómez, Gutiérrez Barrios, el propio Luis Echeverría, eran amigos de la juventud.

“Tenemos que entender que estamos hablando de la época del PRI, los intelectuales de la época, que surgieron en ese sistema, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, todos son producto de la revolución y del priismo y tuvieron un papel que jugar, o les tocó por decisiones propias. Es muy interesante que las académicas Lucía Melgar, Margarita León o Gabriela Mora, que han estudiado la literatura de Elena, coinciden en que se alimenta de las voces periféricas, que no quedan dentro la voz oficial, mujeres y niños que resienten la maquinaria política, cómo los va avasallando, los va dejando fuera y Elena Garro recupera esas voces que se contraponen con la versión oficial, lo cual es irónico, porque ella termina convirtiéndose en un voz marginada.

Cabrera apunta que la escritora “nunca dio nombres”, de los intelectuales supuestamente involucrados en el 68; “el que pone los nombres, es el periódico El Universal, que publica ‘Elena Garro dio el nombre de 500 intelectuales’ y pone Cuevas, Castellanos, Fuentes, estaba absolutamente coludido con el gobierno, formó parte de la estrategia de propaganda para involucrar a Elena y a Madrazo.

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“De algún modo, Elena le da elementos al gobierno para desviar la atención de lo ocurrido en Tlatelolco; cuando ella dice ‘nosotros no fuimos, fueron los intelectuales’, ya era una cosa de chivos expiatorios, mientras el gobierno estaba muy feliz porque nadie lo estaba investigando. En ese sentido, Elena sí sirvió al gobierno como una especie de versión alternativa para desviar la atención y no era esa su intención, ella creía que se estaba defendiendo, y si lo vemos con el paso del tiempo, es claro que no le fue bien, que no se benefició, es más, casi se olvida su nombre, tuvo un costo, el gobierno la usó y la desechó”.

La figura y la obra de Elena Garro empiezan a tomar el sitio que les corresponde, finaliza el autor. “Hay una frase de Elena en La culpa es de los tlaxcaltecas que me gusta mucho, ‘todo se olvida, pero se olvida sólo por un tiempo’, y creo que eso es lo que ha pasado con Elena Garro, tal vez se pudo olvidar, o quisieron que la olvidáramos, pero eventualmente el tiempo hace justicia”.

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