El Instituto Cultural Cabañas se convirtió en el refugio temporal de los 80 Caprichos de Goya. Fue en punto de las 20:00 horas del pasado jueves cuando se abrieron las puertas del recinto y poco a poco llegaron decenas de asistentes hasta sumar cerca de 400. A los pocos minutos la titular de Cultura en Jalisco, Myriam Vachez, hizo una breve semblanza del pintor ibérico y dio el inicio formal de la exposición.
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Las autoridades culturales cortaron el listón y al momento liberaron a los personajes y criaturas de cada una de las ilustraciones. Los asistentes hicieron largas filas y esperaron varios minutos para poder acceder a la sala, pues el lugar estaba a reventar. Cientos de tapatíos dieron la bienvenida a la obra del artista español, que por algunas semanas vivirán en la casa de José Clemente Orozco.
Francisco de Goya y Lucientes comenzó a pintar desde que tenía 13 años, sus temas eran invariablemente religiosos. Llegó a ser el primer pintor del rey, cargo que abandonó a la edad de 40 años, pues una extraña enfermedad le ocasionó perder la capacidad de audición y le provocaba alucinaciones. Fue así que se retiró a su casa de campo y pintó desde una perspectiva de dolor.
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Las litografías expuestas recrean costumbres y mitos de la España de principios de 1800. En ellas se aprecia la vida cotidiana pero vista bajo una potente luz que permite ver en contraste las sombras de cada personaje. Monstruos, brujas, duendecillos y villanos hacen de las suyas en el exhospicio. Es notable el trabajo de luz del curador.
A partir del 6 de julio y hasta el 23 de septiembre están expuestas las impresiones litográficas de la colección llamada Caprichos. Esta colección fue impresa en 1905 y pertenece a la Fundación Dancing For The Millennium Goals. Mientras tanto, como lo dijo el pintor zaragozano: “la fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos”.