Aunque su presencia en el Estado se ha dado de poco a poco, sobre todo en espacios clave para llegar a más personas, los “Bibliorefri” se han convertido también en la perfecta oportunidad de crear comunidad en barrios de la ciudad, sobre todo por la estrategia de implementarlos en todos los mercados municipales.
El concepto en el estado nació el año pasado y se presentó en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara aprovechando el encuentro de miles de lectores. Se trata de refrigeradores viejos que son intervenidos a fin de que cumplan su función de libreros. La Fundación Hojas Vivas A.C. es la responsable de idear esto, y su propósito es llevarlos a espacios públicos como plazas, centros culturales o mercados, en donde tengan un mayor contacto con la gente.
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Esta biblioteca libre ha comenzado ya a cumplir sus propósitos puesto que el Bibliorefri instalado en el mercado Adrián Puga, en el barrio Del Fresno, está generando sus raíces no solo en locatarios sino en vecinos de la zona, particularmente en pequeños y adultos mayores.
Aún son pocos los que se han instalado en los mercados por lo que esperan llegar a más. El de Adrián Puga fue el primero que se colocó en este tipo de espacios, por lo que en un local vacío es donde subsiste con una única misión: incentivar la lectura en la vida diaria de quienes acuden a comprar su mandado de la semana.
“Este mercado fue el primero en el que metimos un Bibliorefri. Al principio los locatarios estaban renuentes porque no es algo común, pero de eso es lo que se trata, de dar el traste y de buscar las maneras más extremas, de polo a polo, para llamar la atención. A raíz de esto a mucha gente se le ha hecho interesante, curioso y hasta morboso de venir a ver de qué se trata un Bibliorefri dentro de un mercado municipal, porque suena disparatado, pero gusta”, expresa Víctor Manuel Martínez, presidente de la Red de Mercados Unidos de Guadalajara e integrante de la fundación.
La dinámica consiste en que la gente esté intercambiando libros de manera constante con el Bibliorefri. Aunque la idea es llevar un control mediante la página web de la fundación, al menos en este espacio se da el voto de confianza pues para los vecinos es más cómodo llegar, llevar un libro para dejar y tomar uno en cambio.
Para esta tarea llevan una bitácora en la que registran qué ejemplares entran y salen, por lo que poco a poco los anaqueles se llenan porque es más la vocación de las personas de abonar a este proyecto.
“Esto es lo que más nos importa, lo que más nos gusta y lo que más disfrutamos. Son personas que tienen una necesidad de crecimiento, desde lo psicológico hasta lo introspectivo, quienes apoyan y se benefician de esto son personas que sí les puede sumar en su vida. Por ejemplo, con los niños creo que la cultura es el arma más fuerte que pueden tener en estos momentos”.
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Locatarios mayores y pequeños de la colonia, en especial quienes por la zona se la pasan haciendo recados para ganar un poco de dinero, son los que más se ven por este pequeño espacio y es este mismo interés lo que ha generado que de ser una biblioteca libre se convierta además en un punto de encuentro los fines de semana.
En colaboración con colectivos culturales de la zona inició un taller de periodismo para niños; la idea que creen un programa por y para pequeños y es así que un programa barrial en redes sociales se ha formado con ellos como protagonistas, aprovechando lo aprendido.
Con planes de consolidar aún más los clubs de lectura, también se contempla talleres con una psicóloga, no obstante, con lo poco que se suscita ya es suficiente para decir que la comunidad que genera el Bibliorefri se consolida porque insta a que cada vez más personas se sumen.