/ jueves 8 de abril de 2021

Convierten casa de Leonora Carrington en centro de estudios para su obra

Desde la especias con las que cocinaba la artista, hasta sus anteojos y abrigos son parte de los más de ocho mil 600  objetos que puede conocer el público en un recorrido virtual

Atravesada por dos árboles de jacaranda que pintan de violeta el patio, la casa marcada con el número 194 de la calle Chihuahua en la colonia Roma se convertirá en un centro de estudios sobre la vida y obra de Leonora Carrington, una de las principales pintoras surrealistas, quien habitó este espacio por más de 60 años con su esposo Emérico Weisz, Chiki, y sus dos hijos, Gabriel y Pablo.

La rehabilitación del inmueble a cargo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) conceptualiza la casa como un objeto de estudio en sí mismo, no sólo como el contenedor de esculturas o libros. Cada habitación distribuida en 425 metros cuadrados son un motivo de exploración histórica y artística que se complementa con los más de ocho mil 600 objetos de vida cotidiana resguardados.

A decir de Alejandra Osorio Olave, coordinadora de Academia y Cultura de la UAM, la propuesta de rehabilitar la casa es sumarla a un circuito académico y cultural que ofrezca posibilidades de investigación especializada y al tiempo abra al público el espacio más íntimo de una de las artistas más ermitañas en vida, quien apenas dejaba entrar a su cocina a quien deseaba entrevistarla como si en ésta contuviera su esencia de maga.

“La casa debe ser tomada como un lugar de investigación, tenemos documentos, libros, objetos infinitos de la vida diaria de Leonora para ofrecer un centro de documentación abierto para cualquier investigador e igual para estudiantes. No queremos ofrecer sólo un espacio de una sola visita, como un museo o galería, sino una casa activa con muchos aspectos interesantes que ofrecen diferentes lecturas sobre la obra de la artista y en general su vida”, apunta en entrevista Osorio Olave.

Con una inversión de 12 millones de pesos, la universidad adquirió la casa en julio de 2017 y comenzó un proyecto para rehabilitarla sin alterar su esencia. Así durante 2020 se cambió el sistema eléctrico e hidráulico, se acondicionó una sala audiovisual, sanitarios, oficinas y el resto de las habitaciones se quedaron intactas para llevar al espectador por un viaje ilusorio por la cocina, la recámara, el baño y el estudio tal cual los dejó Carrington en mayo de 2011 cuando falleció.

Y como si se tratara de un sueño pintado al óleo, las personas podrán mirar de cerca las especias con las que cocinaba, la botella de aceite usada a la mitad, la taza con manchas de café y el calendario detenido varios años atrás. Seguir y toparse con su primer estudio en la planta baja donde aún quedan restos de pigmentos en polvo y pasta, su caballete y decenas de lápices en botes.

Más surrealista encontrarse con su recámara donde están colgados sus abrigos, abiertos sus libros y guardados sus anteojos rotos que jamás tiró. La sala está rodeada de libros y un pequeño estudio con una máquina de escribir mecánica, seguido del cuarto oscuro de Chiki Weisz. “Pensamos que además de las esculturas que tenemos, lo más valioso son los objetos que realmente nos permiten conocerla directamente, además tenemos sus libros dedicados, cartas, fotografías que nos dicen sus intereses y de quienes estaban en su círculo, es entrar a su intimidad”, acotó.

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De las más de ocho mil piezas catalogadas, se cuentan con al menos mil 500 libros, algunos intervenidos como la biografía de Leonora Carrington escrita por Elena Poniatowska, y cerca de dos mil documentos. En el acervo destacan los bordados que la artista realizaba como un acto de introspección, sin afán de exponerlos, y anotaciones en libretas de la propia escritora como sus recetas culinarias que se editarán en un próximo libro.

Cuando el semáforo epidemiológico en la Ciudad de México esté en verde, la casa-estudio iniciará actividades presenciales como talleres, seminarios, charlas e investigaciones. En tanto, las personas pueden tener un primer acercamiento al espacio a través del recorrido virtual diseñado por la UAM.

Atravesada por dos árboles de jacaranda que pintan de violeta el patio, la casa marcada con el número 194 de la calle Chihuahua en la colonia Roma se convertirá en un centro de estudios sobre la vida y obra de Leonora Carrington, una de las principales pintoras surrealistas, quien habitó este espacio por más de 60 años con su esposo Emérico Weisz, Chiki, y sus dos hijos, Gabriel y Pablo.

La rehabilitación del inmueble a cargo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) conceptualiza la casa como un objeto de estudio en sí mismo, no sólo como el contenedor de esculturas o libros. Cada habitación distribuida en 425 metros cuadrados son un motivo de exploración histórica y artística que se complementa con los más de ocho mil 600 objetos de vida cotidiana resguardados.

A decir de Alejandra Osorio Olave, coordinadora de Academia y Cultura de la UAM, la propuesta de rehabilitar la casa es sumarla a un circuito académico y cultural que ofrezca posibilidades de investigación especializada y al tiempo abra al público el espacio más íntimo de una de las artistas más ermitañas en vida, quien apenas dejaba entrar a su cocina a quien deseaba entrevistarla como si en ésta contuviera su esencia de maga.

“La casa debe ser tomada como un lugar de investigación, tenemos documentos, libros, objetos infinitos de la vida diaria de Leonora para ofrecer un centro de documentación abierto para cualquier investigador e igual para estudiantes. No queremos ofrecer sólo un espacio de una sola visita, como un museo o galería, sino una casa activa con muchos aspectos interesantes que ofrecen diferentes lecturas sobre la obra de la artista y en general su vida”, apunta en entrevista Osorio Olave.

Con una inversión de 12 millones de pesos, la universidad adquirió la casa en julio de 2017 y comenzó un proyecto para rehabilitarla sin alterar su esencia. Así durante 2020 se cambió el sistema eléctrico e hidráulico, se acondicionó una sala audiovisual, sanitarios, oficinas y el resto de las habitaciones se quedaron intactas para llevar al espectador por un viaje ilusorio por la cocina, la recámara, el baño y el estudio tal cual los dejó Carrington en mayo de 2011 cuando falleció.

Y como si se tratara de un sueño pintado al óleo, las personas podrán mirar de cerca las especias con las que cocinaba, la botella de aceite usada a la mitad, la taza con manchas de café y el calendario detenido varios años atrás. Seguir y toparse con su primer estudio en la planta baja donde aún quedan restos de pigmentos en polvo y pasta, su caballete y decenas de lápices en botes.

Más surrealista encontrarse con su recámara donde están colgados sus abrigos, abiertos sus libros y guardados sus anteojos rotos que jamás tiró. La sala está rodeada de libros y un pequeño estudio con una máquina de escribir mecánica, seguido del cuarto oscuro de Chiki Weisz. “Pensamos que además de las esculturas que tenemos, lo más valioso son los objetos que realmente nos permiten conocerla directamente, además tenemos sus libros dedicados, cartas, fotografías que nos dicen sus intereses y de quienes estaban en su círculo, es entrar a su intimidad”, acotó.

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De las más de ocho mil piezas catalogadas, se cuentan con al menos mil 500 libros, algunos intervenidos como la biografía de Leonora Carrington escrita por Elena Poniatowska, y cerca de dos mil documentos. En el acervo destacan los bordados que la artista realizaba como un acto de introspección, sin afán de exponerlos, y anotaciones en libretas de la propia escritora como sus recetas culinarias que se editarán en un próximo libro.

Cuando el semáforo epidemiológico en la Ciudad de México esté en verde, la casa-estudio iniciará actividades presenciales como talleres, seminarios, charlas e investigaciones. En tanto, las personas pueden tener un primer acercamiento al espacio a través del recorrido virtual diseñado por la UAM.

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