Aunque Guadalajara es reconocida por su folclor, gastronomía y por ser simplemente el símbolo -en toda la expresión de la palabra- de la mexicanidad, lo cierto es que la Perla Tapatía también está llena de historia, pues en cada uno de sus rincones es imposible no encontrarse algo; entre los mitos y leyendas que tampoco faltan, los túneles de la ciudad son algo en lo que ciertamente muchos no se percatan.
Guadalajara es una metrópoli en constante cambio, sin embargo, los mitos, las teorías y los dichos en torno a los misteriosos túneles que recorren la ciudad han sido un referente para los amantes de la historia, así como por los exploradores, quienes no han perdido oportunidad de documentar o recorrer estos espacios que albergan infinitas anécdotas.
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Se habla que por allá de los siglos XVIII y XIX ya se habían construido los primeros túneles debajo de Guadalajara, en zonas específicas como el Centro Histórico, el Hospicio Cabañas, el convento de Santa Mónica, la Preparatoria Jalisco, el emblemático Panteón de Belén, el Teatro Degollado, otras iglesias o casonas de la zona, así como en los barrios tradicionales de Mexicaltzingo y Analco, por mencionar los más sonados.
Las leyendas cuentan que estos tuvieron diversos usos, ya que mientras por un lado a franciscanos y todo integrante de la iglesia católica se les atribuía la creación de estos túneles para comunicarse entre sí -con rutas entre templos o conventos-, por otro lado se dice que en tiempos de la colonia eran utilizados como medio de comunicación y transporte, o para escapar de forma segura en tiempos aciagos como en la época de la Revolución o en la guerra cristera.
Espacios seguros
Entre los dichos tampoco se ha dejado de lado la posibilidad de espacios 'seguros' utilizados por las grandes familias de la época para resguardar objetos de valor, o hasta teorías más mórbidas que mencionan el uso de estos espacios para enterrar a hijos bastardos de alguna integrante de la alta sociedad no casada.
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De acuerdo al tamaño de estos pasadizos era el uso que se le daba, pues mientras existían unos muy pequeños, había otros tan grandes que cabían incluso personas a caballo o con carrozas.
Es en este sentido que personajes históricos saltan a la vista en cuanto a estos túneles se trata, ya que hay quienes afirman que Miguel Hidalgo utilizó uno de ellos para escapar durante la guerra de Independencia, en su paso por Guadalajara; en tanto que cronistas no han descartado la posibilidad de que Benito Juárez haya hecho uso de estos para moverse por la ciudad sin ser detectado.
Con múltiples rutas, se habla de túneles con kilómetros de distancia, no obstante, la mayoría de ellos -hasta donde se sabe- se han ido tapiando conforme ha crecido la ciudad. Pese a ello, hoy en día se destacan la existencia de varios, como debajo de la Catedral Metropolitana (aquí se habla de un río subterráneo) o incluso debajo del Palacio de Gobierno, en donde se dice que existe un pasadizo a la fecha activo, en el cual personajes como gobernadores en turno lo utilizan para moverse de este punto hasta el estacionamiento subterráneo del Teatro Degollado.
El Puente de las Damas
Guadalajara tiene historia, y sobre todo raíces, y es así que uno de los túneles más famosos de la ciudad cobra relevancia ya que hace apenas unos meses el Puente de las Damas -en el barrio de Mexicaltzingo- abrió al público. Con una construcción que data de la época virreinal, se dice que este servía para unir a las partes criollas y mestizas de Guadalajara, ya que su construcción fue auspiciada por un grupo de mujeres, de la Congregación de Damas del Señor de la Penitencia de Mexicaltzingo, quienes reunieron fondos para facilitar la movilización del personal que trabajaba en las casas hacia las celebraciones religiosas del templo de la zona.
Hay mucho que se desconoce en torno a los túneles de Guadalajara, con variadas e incontables historias, se habla también de que ni los más comprometidos historiadores y cronistas, han podido dar con la totalidad de estos históricos pasadizos que con el tiempo han dejado de existir o que siguen erguidos y ocultos del ojo humano.