Jalisco cuenta con una nueva ruta, apostándole al turismo religioso.
Se trata de una experiencia en el Monasterio de San Máximo Confesor, ubicado en las afueras de la comunidad de Los Pueblitos, en San Cristóbal de la Barranca, un lugar lleno de arte y silencio que recrea los cánones de la pintura bizantina.
El trabajo está a cargo del artista Arturo Ruvalcaba Salazar inspirado con la iconografía de la iglesia ortodoxa oriental y la historia del monasterio se remonta a 2012, año en que un grupo de sacerdotes se reunieron para llevar a cabo la obra como un espacio de adoración y retiro en silencio.
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La intervención en el monasterio fue un trabajo conjunto entre un equipo consultor, Procesa Incentives y el sacerdote Javier Magdaleno.
Cuenta con una reproducción del Santo Sepulcro constituido por dos espacios, el primero a donde entran los visitantes después de trasponer la puerta de entrada conocida como “sala del ángel”, pues evoca el lugar de Jerusalén en la tumba original.
Tiene un segundo espacio, que evoca el lugar donde se puso el cuerpo de Jesucristo al bajarlo de la cruz y donde dice la tradición que después de tres días, resucitó.
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