/ lunes 20 de febrero de 2023

#JuntosCrecemos | Raspados con un exquisito sabor familiar

Cientos de turistas de otros estados llegan a diario a disfrutar los raspados del Parque Morelos

Casi un siglo de tradición representan los raspados del Parque Morelos en el corazón de Guadalajara donde tapatíos y gente de prácticamente todo el mundo llegan a diario para disfrutar de más de medio centenar de sabores, muchos de ellos jamás imaginados.

En la zona son cuatro las neverías; antes hubo más pero desde que a alguien se le ocurrió que en los alrededores del parque podrían construirse las Villas Panamericanas para los Juegos que se realizaron en la ciudad en 2011, algunas cerraron y otras fueros derribadas, recuerdan con tristeza los clientes y empleados que llevan buena parte de su vida en la zona.

Te recomendamos → Juntos Crecemos | Repostería: El sustento familiar de Rosa María Rosas Silva y su familia

Sin embargo aún en medio de la nostalgia y los proyectos inconclusos en el centro de Guadalajara, lo que ha hecho famosos a los raspados del Parque Morelos es que hay sabores para todos los gustos y se pueden encontrar desde los clásicos como nuez, coco, vainilla, fresa, jamaica, guayaba, tamarindo, durazno, mango y lechera, pero también de limón, ciruela, cereza, piña, guanábana, grosella, uva, zarzamora, café, cajeta, mandarina, anis, horchata, mora azul, frutos rojos, algodón de azúcar y chicle, entre otros más.


Foto. Aurelio Magaña | El Occidental


Para paladares más “exóticos” como lo anuncian en los propios carteles de los raspados están el sabor arrayán, un fruto muy tapatío que muchas personas de otras ciudades no conocen; el kiwi, tejocote, membrillo, tuna, carambola, yaca, zapote, higo, frutas, mamey, nanche y maracuyá; también los picositos que llevan mango con chile, chamoy, piña con chile y pica fresa.

Y como Jalisco es la tierra del tequila también hay un raspado que le hace honor a la bebida nacional con sabor a tequila, así como otros envinados entre ellos la piña colada, el de kalhúa, de rompope y el de cajeta envinada; mientras que para quienes están a dieta o por temas de salud prefieren evitar la azúcar hay nieves light de fresa, mango, tamarindo y piña­nopal.

Así, en medio de ese mundo de sabores es como todos los días decenas de personas acuden a trabajar desde las 8 de la mañana y hasta las 9 de la noche a la zona conocida también como la Alameda de Guadalajara, a unas cuadras de la Catedral y disfrutan de ver cómo llegan clientes, algunos con años consumiendo raspados y otros nuevos, pero todos sorprendidos por la cantidad de sabores para elegir y porqué no, combinar en un mismo raspado.

Los sabores más raros del lugar

Aunque no están disponibles para el consumo de clientes que llegan por su raspado para disfrutar en una de las mesitas que igualmente son parte de la tradición de los raspados y han presenciado hasta entregas de anillos de compromiso y celebraciones importantes en familia, han hecho almíbar de zanahoria y betabel para pedidos especiales, explicó Daniel Mora, tercera generación de la familia que comenzó a vender raspados en el Parque Morelos desde 1926 en el local conocido como Raspados Jalisco.

“Tenemos envíos a Colombia, Panamá, Estados Unidos y estamos por abrir mercado en Puerto Rico y ahí hay frutas que aquí no y nos las piden. Hemos hecho sabores de zanahoria y betabel”.

En esos casos, explicó que el almíbar no requiere refrigeración y por eso envían desde hace muchos años a prácticamente todo el país y al extranjero, pues en los sabores de frutas pueden conservarse a temperatura ambiente hasta por cuatro meses y los que son a base de leche por cerca de un mes.

Muchos clientes acuden por nostalgia

“Están los clientes de toda la vida que son los adultos y tienen años siguiéndonos, que venían de jóvenes. Incluso nos han tocado adultos mayores que se hicieron novios en el negocio y siguen viniendo porque les genera como cariño, muchos recuerdos y por la nostalgia; luego siguen las parejas jóvenes y las familias, que son los que mantienen la tradición vigente, que los traían los papás y los papás traen a los hijos y después los hijos vienen con sus novias o novios y se sigue haciendo una cadenita de tradición”.

Pero además de los tapatíos, a los raspados del Parque Morelos también llegan a diario cientos de turistas de otros estados del país e incluso del extranjero quienes buscan principalmente experimentar con sabores tropicales, como el mango y la piña y algunos se aventuran a probar los picositos o bien de tequila, pues tanto el chile como el tequila distinguen a México en el mundo y se pueden encontrar hasta en un raspado.




Casi un siglo de tradición representan los raspados del Parque Morelos en el corazón de Guadalajara donde tapatíos y gente de prácticamente todo el mundo llegan a diario para disfrutar de más de medio centenar de sabores, muchos de ellos jamás imaginados.

En la zona son cuatro las neverías; antes hubo más pero desde que a alguien se le ocurrió que en los alrededores del parque podrían construirse las Villas Panamericanas para los Juegos que se realizaron en la ciudad en 2011, algunas cerraron y otras fueros derribadas, recuerdan con tristeza los clientes y empleados que llevan buena parte de su vida en la zona.

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Sin embargo aún en medio de la nostalgia y los proyectos inconclusos en el centro de Guadalajara, lo que ha hecho famosos a los raspados del Parque Morelos es que hay sabores para todos los gustos y se pueden encontrar desde los clásicos como nuez, coco, vainilla, fresa, jamaica, guayaba, tamarindo, durazno, mango y lechera, pero también de limón, ciruela, cereza, piña, guanábana, grosella, uva, zarzamora, café, cajeta, mandarina, anis, horchata, mora azul, frutos rojos, algodón de azúcar y chicle, entre otros más.


Foto. Aurelio Magaña | El Occidental


Para paladares más “exóticos” como lo anuncian en los propios carteles de los raspados están el sabor arrayán, un fruto muy tapatío que muchas personas de otras ciudades no conocen; el kiwi, tejocote, membrillo, tuna, carambola, yaca, zapote, higo, frutas, mamey, nanche y maracuyá; también los picositos que llevan mango con chile, chamoy, piña con chile y pica fresa.

Y como Jalisco es la tierra del tequila también hay un raspado que le hace honor a la bebida nacional con sabor a tequila, así como otros envinados entre ellos la piña colada, el de kalhúa, de rompope y el de cajeta envinada; mientras que para quienes están a dieta o por temas de salud prefieren evitar la azúcar hay nieves light de fresa, mango, tamarindo y piña­nopal.

Así, en medio de ese mundo de sabores es como todos los días decenas de personas acuden a trabajar desde las 8 de la mañana y hasta las 9 de la noche a la zona conocida también como la Alameda de Guadalajara, a unas cuadras de la Catedral y disfrutan de ver cómo llegan clientes, algunos con años consumiendo raspados y otros nuevos, pero todos sorprendidos por la cantidad de sabores para elegir y porqué no, combinar en un mismo raspado.

Los sabores más raros del lugar

Aunque no están disponibles para el consumo de clientes que llegan por su raspado para disfrutar en una de las mesitas que igualmente son parte de la tradición de los raspados y han presenciado hasta entregas de anillos de compromiso y celebraciones importantes en familia, han hecho almíbar de zanahoria y betabel para pedidos especiales, explicó Daniel Mora, tercera generación de la familia que comenzó a vender raspados en el Parque Morelos desde 1926 en el local conocido como Raspados Jalisco.

“Tenemos envíos a Colombia, Panamá, Estados Unidos y estamos por abrir mercado en Puerto Rico y ahí hay frutas que aquí no y nos las piden. Hemos hecho sabores de zanahoria y betabel”.

En esos casos, explicó que el almíbar no requiere refrigeración y por eso envían desde hace muchos años a prácticamente todo el país y al extranjero, pues en los sabores de frutas pueden conservarse a temperatura ambiente hasta por cuatro meses y los que son a base de leche por cerca de un mes.

Muchos clientes acuden por nostalgia

“Están los clientes de toda la vida que son los adultos y tienen años siguiéndonos, que venían de jóvenes. Incluso nos han tocado adultos mayores que se hicieron novios en el negocio y siguen viniendo porque les genera como cariño, muchos recuerdos y por la nostalgia; luego siguen las parejas jóvenes y las familias, que son los que mantienen la tradición vigente, que los traían los papás y los papás traen a los hijos y después los hijos vienen con sus novias o novios y se sigue haciendo una cadenita de tradición”.

Pero además de los tapatíos, a los raspados del Parque Morelos también llegan a diario cientos de turistas de otros estados del país e incluso del extranjero quienes buscan principalmente experimentar con sabores tropicales, como el mango y la piña y algunos se aventuran a probar los picositos o bien de tequila, pues tanto el chile como el tequila distinguen a México en el mundo y se pueden encontrar hasta en un raspado.




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