/ martes 17 de septiembre de 2024

Un cerebro en estado de paz, puede producir ideas para la paz

La cultura de paz, es comprendida para quienes la viven día con día y están decididos a ser testimonio de ello. La construcción de la Cultura de paz, no debería perderse en retóricas genuflexas, no es pensamiento mercantilista, ni se nutre del conocimiento bancario, no se vale de las voluntades de los demás para cubrir vacíos de la realidad, ni pretende convencer a nadie, porque a ninguno se le convence de lo que no cree ni siente. La filosofía de paz, se ejerce o no se ejerce, y se practica en hechos cotidianos, es una concepción filosófica, es un acto evolutivo y existencial.

Se menciona lo anterior, porque a partir de las nuevas realidades sociales y culturales, nos percatamos de la importancia las relaciones interpersonales, los discursos y las leyes comienzan a destacar los aspectos relacionales entre las personas; la convivencia humana con la naturaleza, la percepción en lo trascendente, el vínculo afectivo entre los individuos, el estudio de la felicidad y del bienestar

Lo anterior quiere decir, que los métodos cualitativos y hermenéuticos, han cobrado mayor relevancia y sentido si observamos el alarmante aumento de suicidios, el crecimiento de la violencia en la familia, el cada vez mayor número de divorcios y la importante demanda en la atención psicológica que se registra en las instituciones de salud mental en el Estado de Jalisco.

Entendemos a la salud mental, como un estado de equilibrio observable desde sus dimensiones bio-psico-social-ecológico-trascendente, que nos permiten comprender que el ser humano es más que la suma de sus partes. Quienes parten del concepto y el ejercicio de la paz como un modelo de vida, la conciben desde la premisa del ser humano, el cual se considera es más que materia y existencia, por lo que no se puede pensar que la cultura de paz solo sean teorías y construcciones epistemológicas, pensamientos estructurados o concepciones filosóficas, mismas que tienen su validez y deben proceder a su praxis congruente.

Igualmente, la cultura de paz tiene su sentido de ser, pues aparte de su marco teórico, también comprende los elementos existenciales de los seres humanos, con base en esto, es posible afirmar que un cerebro en paz puede reproducir ideas para la paz. Infinidad de personas pueden aprender de memoria las teorías sobre la paz y reproducirlas, pero para hacer asequible la paz, es fundamental vivenciarlas, que formen parte de la cotidianidad de quienes desean transmitirlas; añadimos que ciertas ideologías y tendencias del pensamiento cualificadas claramente como perniciosas o no benignas, no deben estar por encima de la integridad, de los valores y la dignidad de las personas. El derecho a la paz, es irrenunciable y ningún acto por muy fundamentado que se quiera ver, debería estar por encima de él.

De acuerdo a los preceptos de la Organozación de las Naciones Unidas ONU y la Organozación Mundial de la Salud OMS, si la salud mental es un estado de equilibrio y bienestar, entonces juega una parte fundamental en toda persona; quien vive en el conflicto, en el rencor, tratando de resolver en el presente situaciones inconclusas de su pasado, depositando en las personas sus proyecciones neuróticas, con agresiones contra personas que no comparten su manera de pensar; ó en el menor de los casos, enfocar sus resentimientos que son resultado de sus conflictos existenciales en contra de quien debiera aceptar lo que para dicha persona es “correcto”, sería muy difícil afirmar que alguien con estas características sea capaz de pregonar o difundir la cultura de paz.

Es importante señalar que las personas que recurren a conductas violentas y más aún cuando las realizan de manera consciente, son susceptibles de diagnosticarse en cuadros patológicos relacionadas a trastornos emocionales, actos tipificados y descritos perfectamente en los manuales oficiales de diagnóstico psicológico y psiquiátrico.

La preservación de la vida de cualquier ser vivo, debe ser el sentido más sublime de la existencia en la tierra, por tal motivo, cualquier acto que vaya en contra de esto, va en contra de la paz. Toda persona tiene el derecho de pensar y discernir lo que considere importante en su vida, pero debemos anteponer el respeto a la vida, privilegiar la dignidad humana, pues el generar violencia en sus distintas dimensiones no puede, ni tiene cabida ni justificación, ni como recurso en la filosofía de la paz. Concluimos entonces, que solamente un cerebro en estado de paz, puede producir ideas para la paz.


Psic. Delia Pérez Guerrero. Psicoterapeuta, Perito en Mediación, Certificada como Psicóloga Mediadora. Especialista en Participaciones de Niños Niñas y Adolescentes en procesos de Mediación. Participó en la construcción e impulso de la Ley de Cultura de Paz en el Congreso del Estado de Jalisco. Nombrada Embajadora de Paz por la Defensoría de los Derechos Universitarios de la Universidad de Guadalajara, y nombrada Embajadora de Paz por el Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco. Premio por la paz Jalisco 2019.

deliaperez0911@gmail.com


Dr. Blas Sergio Jasso Hinojosa. Perito en Mediación y Presidente de la Comisión de Salud del Consejo Estatal de Actividades Profesionales del Estado de Jalisco, Participó en la construcción e impulso de la Ley de Cultura de Paz en el Congreso del Estado de Jalisco. Nombrado Embajador de Paz por la Defensoría de los Derechos Universitarios de la Universidad de Guadalajara y nombrado Embajador de Paz por el Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco. Premio por la paz Jalisco 2019.

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