/ miércoles 17 de julio de 2024

Temporal de lluvias: la catástrofe anunciada

Los recientes incendios forestales en el estado y las lluvias torrenciales que han causado graves inundaciones en la ciudad no son hechos aislados. Son una clara señal de problemas graves que las y los jaliscienses enfrentamos. Estos eventos no solo son una consecuencia directa del cambio climático, sino también de la corrupción y los intereses económicos que anteponen los negocios de algunos en detrimento de todas y todos.

En las últimas semanas, Jalisco ha enfrentado una ola de incendios forestales que ha devastado miles de hectáreas. De los 22 incendios reportados, varios han ocurrido en áreas naturales protegidas como el Bosque de la Primavera, un pulmón vital para la región. La frecuencia y magnitud de estos incendios no son casuales; están vinculados a actividades humanas, muchas veces intencionales, con el fin de cambiar el uso de suelo para desarrollos inmobiliarios. De forma paralela, el Área Metropolitana de Guadalajara ha sufrido intensas lluvias que han provocado severas inundaciones, afectando la infraestructura urbana y poniendo en riesgo la vida de quienes la habitamos. Estos eventos extremos están cada vez más ligados a los patrones alterados de precipitación debido al cambio climático, que intensifica tanto la sequía (y las altísimas temperaturas que experimentamos los meses pasados), y su contraparte, las lluvias torrenciales.

El cambio climático está exacerbando estos fenómenos. Las temperaturas más altas y las condiciones más secas crean un ambiente propicio para los incendios forestales, mientras que las fortísimas lluvias son cada vez más frecuentes y severas debido a la mayor evaporación y la alteración de los patrones meteorológicos. La situación se agrava por la corrupción y los intereses económicos que buscan hacer negocios voraces, como para monocultivo o la impunidad con la que se realizan cambios de uso de suelo, a menudo facilitados por incendios intencionales. Los desarrollos inmobiliarios en áreas previamente forestales no solo destruyen ecosistemas vitales, sino que también aumentan el riesgo de inundaciones al reducir la capacidad de absorción del suelo y para muestra, recordemos el asunto de las Villas Panamericanas en El Bajío del Arenal, una zona de alto valor ecológico y cuya construcción y permiso de habitabilidad ha sido catalogada como un crimen ecológico debido a que el área es crucial para la captación de agua pluvial y abastecimiento de la urbe.

La relación entre los incendios forestales, las lluvias torrenciales y las inundaciones en Jalisco (y en el mundo) es un reflejo de la compleja interacción entre el cambio climático y la actividad humana. La corrupción y los intereses económicos solo agudizan esta situación, poniendo en riesgo no solo el medio ambiente, sino también la seguridad y el bienestar de la población. Es hora de actuar con decisión y responsabilidad para proteger nuestro entorno y garantizar un futuro que ponga al centro la justicia climática.

Los recientes incendios forestales en el estado y las lluvias torrenciales que han causado graves inundaciones en la ciudad no son hechos aislados. Son una clara señal de problemas graves que las y los jaliscienses enfrentamos. Estos eventos no solo son una consecuencia directa del cambio climático, sino también de la corrupción y los intereses económicos que anteponen los negocios de algunos en detrimento de todas y todos.

En las últimas semanas, Jalisco ha enfrentado una ola de incendios forestales que ha devastado miles de hectáreas. De los 22 incendios reportados, varios han ocurrido en áreas naturales protegidas como el Bosque de la Primavera, un pulmón vital para la región. La frecuencia y magnitud de estos incendios no son casuales; están vinculados a actividades humanas, muchas veces intencionales, con el fin de cambiar el uso de suelo para desarrollos inmobiliarios. De forma paralela, el Área Metropolitana de Guadalajara ha sufrido intensas lluvias que han provocado severas inundaciones, afectando la infraestructura urbana y poniendo en riesgo la vida de quienes la habitamos. Estos eventos extremos están cada vez más ligados a los patrones alterados de precipitación debido al cambio climático, que intensifica tanto la sequía (y las altísimas temperaturas que experimentamos los meses pasados), y su contraparte, las lluvias torrenciales.

El cambio climático está exacerbando estos fenómenos. Las temperaturas más altas y las condiciones más secas crean un ambiente propicio para los incendios forestales, mientras que las fortísimas lluvias son cada vez más frecuentes y severas debido a la mayor evaporación y la alteración de los patrones meteorológicos. La situación se agrava por la corrupción y los intereses económicos que buscan hacer negocios voraces, como para monocultivo o la impunidad con la que se realizan cambios de uso de suelo, a menudo facilitados por incendios intencionales. Los desarrollos inmobiliarios en áreas previamente forestales no solo destruyen ecosistemas vitales, sino que también aumentan el riesgo de inundaciones al reducir la capacidad de absorción del suelo y para muestra, recordemos el asunto de las Villas Panamericanas en El Bajío del Arenal, una zona de alto valor ecológico y cuya construcción y permiso de habitabilidad ha sido catalogada como un crimen ecológico debido a que el área es crucial para la captación de agua pluvial y abastecimiento de la urbe.

La relación entre los incendios forestales, las lluvias torrenciales y las inundaciones en Jalisco (y en el mundo) es un reflejo de la compleja interacción entre el cambio climático y la actividad humana. La corrupción y los intereses económicos solo agudizan esta situación, poniendo en riesgo no solo el medio ambiente, sino también la seguridad y el bienestar de la población. Es hora de actuar con decisión y responsabilidad para proteger nuestro entorno y garantizar un futuro que ponga al centro la justicia climática.