Durante la temporada invernal, las enfermedades respiratorias tienden a incrementarse en la población. En este contexto, la vitamina D juega un papel imprescindible para reforzar el sistema inmunológico y combatir estas infecciones. Si bien el mercado está lleno de suplementos que prometen mejorar la salud, es esencial destacar que obtener los nutrimentos necesarios de los alimentos y acompañarlos con hábitos saludables puede ser más efectivo y sostenible.
La vitamina D, conocida principalmente por su papel en la salud ósea, tiene también una función destacada en el fortalecimiento del sistema inmunológico. Mantener niveles adecuados de vitamina D ayudan al cuerpo a responder mejor ante infecciones respiratorias, como el resfriado común o la gripe. Esta vitamina se obtiene principalmente a través de la exposición solar, aunque también está presente en alimentos como pescados grasos, huevo y productos fortificados. Sin embargo, muchas personas presentan deficiencia, especialmente durante el invierno, lo que puede aumentar la vulnerabilidad a enfermedades.
Además de la vitamina D, otros componentes de la dieta como los probióticos han demostrado ser aliados para la salud del sistema inmunológico. Los probióticos son microorganismos vivos que, al ser consumidos regularmente, benefician al organismo en diferentes aspectos. Se encuentran en alimentos fermentados como el kéfir, yogur a base de búlgaros y vinagre de manzana. Estos alimentos aportan bacterias benéficas que ayudan a regular la función inmune y proteger al cuerpo de infecciones recurrentes. Entre los beneficios que se atribuyen a los probióticos están la protección frente a infecciones respiratorias, la disminución de la inflamación crónica y el control de alergias como la dermatitis o el asma.
Sin embargo, no solo se trata de consumir ciertos alimentos. El equilibrio en la dieta y el estilo de vida son piezas clave para mantener un sistema inmune fuerte. Una alimentación variada, rica en frutas, verduras, grasas saludables y proteínas magras asegura no solo el aporte de nutrimentos esenciales como vitaminas y minerales, sino también antioxidantes que ayudan al cuerpo a combatir el estrés oxidativo, el cual puede debilitar las defensas naturales. Por otro lado, el exceso en el consumo calórico puede tener un efecto negativo. Las personas con sobrepeso u obesidad presentan un mayor riesgo de infecciones respiratorias debido a que el exceso de grasa genera un estado inflamatorio crónico que impacta directamente en la función inmunológica.
Mantener un sistema inmune fuerte también requiere un enfoque integral que incluya otros hábitos saludables. Dormir adecuadamente es fundamental, ya que la falta de sueño debilita las defensas y hace que el cuerpo sea más propenso a enfermedades. Lo ideal es asegurar entre 7 y 8 horas de sueño por noche. La actividad física regular también juega un papel importante. Realizar al menos 150 minutos a la semana ayuda a mantener un peso saludable. Otra estrategia efectiva es reducir el estrés a través de actividades relajantes o simplemente desconectarse de los dispositivos electrónicos durante algunos momentos del día. El estrés crónico eleva los niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, debilita el sistema inmunológico.
Finalmente, es importante recordar que, antes de recurrir a suplementos, es preferible acudir con un nutriólogo, quien podrá recomendar estrategias personalizadas para mejorar la dieta y asegurar el consumo adecuado de vitaminas y minerales de fuentes naturales. Aunque los suplementos pueden ser útiles en algunos casos, no deben sustituir los beneficios de una alimentación equilibrada.
Directora de la carrera de Nutrición de la UAG
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