Gladys Pérez Martínez
El miércoles pasado la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, pidió a sus militantes cerrar filas y cuidar al partido porque “cuando vienen los procesos electorales, los demonios andan sueltos”, refirió. A su vez, afirmó que ya son muchas las sabandijas y los chapulines que se han infiltrado al partido de manera “mezquina” y “perversa”.
Pero, realmente Morena, ¿puede cerrar filas y convertirse en un partido más selectivo? O ¿su historia demuestra lo contrario?
En México el tipo de partidos que predominan son los denominados catch all o “atrapalotodo”. Este concepto fue creado por el politólogo Otto Kirchheimer en el año 1966 para referirse a partidos políticos que surgieron después de la segunda guerra mundial y que por conveniencia renunciaron eventualmente a su marco ideológico, para dejar entrar a un mayor volumen de simpatizantes de diversos sectores sociales y contextos con fines electorales.
En México, los partidos políticos son necesarios para la democracia del país ya que son plataformas para reclutar y seleccionar candidatos que participarán en procesos electorales, son agrupaciones desde donde se hace oposición y se generan contrapesos del sistema político y desde donde se organiza y moviliza a la sociedad.
Estas agrupaciones de personas deberían tener como finalidad la representatividad de ciertos intereses sociales basados en su inclinación ideológica y en sus estatutos. Sin embargo, pareciera que las ideologías políticas hoy se desvanecen en el terreno de lo políticamente rentable o lo que se podrá traducir más adelante en votos.
Sería ingenuo pensar que un partido político pudiera operar únicamente basado en sus estatutos e inclinación ideológica sin hacer un análisis político del contexto, necesidades y preferencias del país. Pero en los últimos años, pareciera que para la mayoría de los partidos políticos de México, incluido Morena, sumar en sus filas a todo tipo de personajes indeseables es el pan de cada día. El propio Andrés Manuel ha salido públicamente a abrir las puertas de su partido a ex priistas y panistas de la mismísima “mafia del poder”, absolviéndolos de su pasado.
Gabriela Cuevas política icónica del PAN, Félix Salgado Macedonio del PRD con polémica trayectoria, José Luis Pech del PRI, Sergio Mayer actor, Víctor Hugo Romo del PRD, Manuel Bartlett ex Secretario de Gobernación por el PRI, Esteban Moctezuma Secretario de Gobernación de Zedillo, entre muchos otros, son personajes que lograron sumarse a Morena y que entraron por la puerta grande del partido, sin infiltrarse como lo menciona Yeidckol.
Si los partidos quieren sumar perfiles de valor y de trayectorias políticas respetables y congruentes, deben volver a dar valor a la razón de ser de sus plataformas, apegarse a sus estatutos y contar con candados que impidan que figuras anti-democráticas lleguen a posiciones de poder. Al final del día esa es la mayor valía de los partidos políticos, no la perpetuación en el poder.
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