El pasado viernes la máxima casa de estudios de nuestro estado votó a quien sucedería al rector Ricardo Villanueva en el puesto. La elección: Karla Planter. Así, se convirtió en la primera rectora en la historia de la Universidad de Guadalajara, un hito trascendental en los más de 200 años de su existencia. Este acontecimiento rompe con una larga tradición de liderazgo masculino.
La llegada de Planter a la rectoría representa un cambio paradigmático en una de las universidades más importantes de México. Con una trayectoria de más de 30 años en la UdeG y una formación sólida que incluye estudios de posgrado en la UNAM, no solo llega con experiencia, sino también una visión fresca y renovadora.
Su propuesta de trabajo incluye flexibilidad de los planes de estudio, el fortalecimiento de las tutorías y la atención a estudiantes con necesidades especiales. Además, su énfasis en la investigación y la búsqueda de financiamiento para proyectos estratégicos sugiere una comprensión profunda de los desafíos que enfrenta la educación superior en la actualidad. Otro punto que me gustaría reconocer es el compromiso con la inclusión y la diversidad, pues contempla programas de seguimiento a denuncias, la implementación de acciones afirmativas para la comunidad LGBTQ+ y el reconocimiento al estudiantado perteneciente a pueblos originarios.
Con todos los desafíos que implica asumir el cargo -para la persona que sea, más allá del género- esta elección envía un mensaje poderoso tanto a las juventudes como a la comunidad académica: los altos puestos de liderazgo en la Universidad de Guadalajara, están al alcance de las mujeres. La UdeG ha dado un paso audaz hacia el futuro, demostrando que el talento y la capacidad no tienen género, y que las grandes instituciones se fortalecen cuando abrazan la igualdad y la equidad en su más alto nivel.