En la sesión del 14 de agosto de 2024 del Tribunal Electoral de la Federación (TEPJF), por decisión unánime declaró válida la elección de la doctora Claudia Sheinbaum, determinaron que su elección fue ampliamente válida obteniendo 35.9 millones de votos. Se convierte en la primera mujer presidenta de la República para el periodo del 1 de octubre de 2024 al 30 de septiembre de 2030.
Al respecto la Sala Superior del TEPJF dijo: “Se declara válida la elección ya que se considera que fue libre, auténtica y periódica y cumple con los requisitos de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad e integridad.”
En su discurso Sheinbaum destacó que la fuerza que tiene para gobernar proviene de todas aquellas mujeres que lucharon por construir igualdad y libertad para hijas y nietas que hoy tienen la oportunidad de vivir un momento histórico. Además, hizo el compromiso de no defraudar, y de poner todo su empeño, conocimiento, esfuerzo y voluntad y la vida misma para servir al país”.
De esta forma, pudimos presenciar un suceso inédito, sin precedente, que aunado a la euforia y orgullo que sentimos en el movimiento por haber impulsado a la primera presidenta del país, tener la plena seguridad de haber impulsado y elegido al mejor perfil me llena de alegría y esperanza.
Para el caso traigo a redacción palabras de la magistrada presidenta del TEPJF, Mónica Soto, del momento en que se validó la elección: “La primera mujer presidenta de México en un hecho sin precedentes, es la constante lucha de las mujeres por alcanzar mejores espacios en la lucha política, es resultado de la reivindicación que todas las mujeres con su lucha incesante no han claudicado nunca. Pasamos de una recomendación sutil a los partidos para incluirlas en sus asignaciones, hasta llegar a la salvaguarda de la paridad total. Ni un paso atrás".
El mérito de su llegada tiene que ver con su lucha, perfil, conocimientos, valores, formación, ideas, principios, filosofía, entre muchas otras cosas; no es solo por ser mujer, va más allá de eso. Fue el Teatro Metropolitan de la CDMX donde nos congregamos más de 3 mil invitados para escuchar su mensaje después de recibir su constancia, simbólico también porque la recibió de manos de la magistrada presidenta del TEPJF, si, una mujer entrega a otra mujer.
A eso nos referimos con el tiempo de las mujeres, a la lucha que costó que llegaran a esos espacios de poder, de decisión, que no tiene que ver con un “favor” o “regalo” sino con las adversidades que nos tocó enfrentar para ir cerrando las brechas de desigualdad.
Al unísono las y los invitados vitorearon ¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta! Entregándose a la primera mandataria, festejando su fuerza, carácter y determinación. Sencilla como se caracteriza, pero firme en sus ideas, se dirigió a la nación en un ánimo reconciliador, desafiante ante los retos del país, pero firme decisión de no regresar a las prácticas del pasado, continuar con un país más justo.
Las palabras de la presidenta resonaron en todo el recinto: “Se le quita el velo al patriarcado, nunca más la duda de que si una mujer estará preparada para gobernar nuestro país. Nadie debe temer nada, al contrario, el futuro es promisorio, estaremos a la altura de las circunstancias y de nuestro hermoso y glorioso pueblo”.
Se vio feliz, atenta, bastante cercana con todas y todos. Le acompañó su familia, el ejército de legisladores electos que le ayudarán a construir el segundo piso de la cuarta transformación, gobernadores electos, además del gabinete que le acompañará en su gestión y desde luego funcionarios de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue un día de fiesta, uno que jamás olvidaré y que emotivamente ha quedado guardado en la historia del país.