/ miércoles 6 de diciembre de 2023

Por un pacto de paz dentro de la contienda electoral

Durante mi infancia viví un evento muy significativo que marcó mi historia. Estaba en el pasillo del supermercado, a mis escasos 6 años de edad, íbamos con mi mamá, mi hermana mayor de 8 años, mi hermano de 5 años -un niño con discapacidad que debido a su síndrome de torch es ciego, tiene retraso mental, columna vertebral desviada, entre otras características que hacen evidentes sus particularidades mi madre fue al pasillo contiguo por algo y mi hermana la siguió, yo me quedé en el carrito del súper con Benjie, mi hermano; de repente, risas burlescas de adolescentes mirándolo no paraban, lo señalaban y decían cosas que no lograba entender, solo alcancé a escuchar la palabra “monstruo” con todas sus letras y yo buscaba con la mirada desesperada a mi hermana para que los hiciera parar, pero se fueron antes de que regresaran. Jamás olvidaré la impotencia y rabia que a mi corta edad sentí, unas ganas infinitas de defenderlo por burlarse de un inocente, sin saberlo ahí fue donde decidí estudiar derecho.

La introducción la hago a manera de reflexión, porque en los últimos meses las y los mexicanos hemos sido testigos de una infinidad de propaganda electoral, por cierto, con mucha anticipación a lo permitido por el marco jurídico electoral. Durante estos actos, mensajes o como se les quiera llamar, vemos una violencia desmedida, con descalificativos, trucos y artimañas de unos y otros en la que se deja a un lado la verdadera esencia de lo que debe ser un proceso electoral.

Las elecciones son el ejercicio, por excelencia, que hacen posible la existencia de la democracia. A través del voto, es decir, la manifestación de la voluntad del pueblo, se eligen a nuestros representantes y por ende se establece un sistema por el cual los poderes garantizan que se respeten los derechos humanos de todas las personas. Por romántico que se lea, ese debe ser el objetivo del proceso, de lo contrario se empiezan a pugnar por intereses personales o partidistas perdiendo la dirección del timón.

En veintidós años de ejercicio profesional dentro del servicio público, me siento afortunada de seguir soñando con la justicia. Estoy consciente de los errores que como seres humanos cometemos, sin embargo, tengo la certeza de que si cada día somos más los que estamos convencidos de que se obtienen mejores resultados haciendo lo correcto, además de apostar por una comunicación asertiva, estaremos en condiciones de exigir la representación que como pueblo nos merecemos. Ese día dejará de ser utopía garantizar un buen gobierno y por ende, a México, nuestra nación, se le hará justicia.

Tengo la esperanza de que lo que sigue de este proceso electoral, veamos menos guerra sucia, escuchemos propuestas y lleguemos a elegir a nuestros próximos gobernantes en paz y pensando en lo mejor para México y Jalisco.

No olvidemos lo que Martin Luther King dijo: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. Yo también tengo el mismo sueño de solo dejar de soñar porque por fin logramos vivir en paz.


Redes sociales

Facebook: @ana.isa.1257

Instagram: @anarojimisa

Twitter: @anaisabelrobl17

Durante mi infancia viví un evento muy significativo que marcó mi historia. Estaba en el pasillo del supermercado, a mis escasos 6 años de edad, íbamos con mi mamá, mi hermana mayor de 8 años, mi hermano de 5 años -un niño con discapacidad que debido a su síndrome de torch es ciego, tiene retraso mental, columna vertebral desviada, entre otras características que hacen evidentes sus particularidades mi madre fue al pasillo contiguo por algo y mi hermana la siguió, yo me quedé en el carrito del súper con Benjie, mi hermano; de repente, risas burlescas de adolescentes mirándolo no paraban, lo señalaban y decían cosas que no lograba entender, solo alcancé a escuchar la palabra “monstruo” con todas sus letras y yo buscaba con la mirada desesperada a mi hermana para que los hiciera parar, pero se fueron antes de que regresaran. Jamás olvidaré la impotencia y rabia que a mi corta edad sentí, unas ganas infinitas de defenderlo por burlarse de un inocente, sin saberlo ahí fue donde decidí estudiar derecho.

La introducción la hago a manera de reflexión, porque en los últimos meses las y los mexicanos hemos sido testigos de una infinidad de propaganda electoral, por cierto, con mucha anticipación a lo permitido por el marco jurídico electoral. Durante estos actos, mensajes o como se les quiera llamar, vemos una violencia desmedida, con descalificativos, trucos y artimañas de unos y otros en la que se deja a un lado la verdadera esencia de lo que debe ser un proceso electoral.

Las elecciones son el ejercicio, por excelencia, que hacen posible la existencia de la democracia. A través del voto, es decir, la manifestación de la voluntad del pueblo, se eligen a nuestros representantes y por ende se establece un sistema por el cual los poderes garantizan que se respeten los derechos humanos de todas las personas. Por romántico que se lea, ese debe ser el objetivo del proceso, de lo contrario se empiezan a pugnar por intereses personales o partidistas perdiendo la dirección del timón.

En veintidós años de ejercicio profesional dentro del servicio público, me siento afortunada de seguir soñando con la justicia. Estoy consciente de los errores que como seres humanos cometemos, sin embargo, tengo la certeza de que si cada día somos más los que estamos convencidos de que se obtienen mejores resultados haciendo lo correcto, además de apostar por una comunicación asertiva, estaremos en condiciones de exigir la representación que como pueblo nos merecemos. Ese día dejará de ser utopía garantizar un buen gobierno y por ende, a México, nuestra nación, se le hará justicia.

Tengo la esperanza de que lo que sigue de este proceso electoral, veamos menos guerra sucia, escuchemos propuestas y lleguemos a elegir a nuestros próximos gobernantes en paz y pensando en lo mejor para México y Jalisco.

No olvidemos lo que Martin Luther King dijo: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. Yo también tengo el mismo sueño de solo dejar de soñar porque por fin logramos vivir en paz.


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