“Sin periodistas no hay periodismo, sin periodismo no hay democracia”. La anterior declaración nació en el seno de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), advirtiendo a través de dicho lema que esta actividad profesional es necesaria en todo régimen que se precia de ser democrático.
El trabajo informativo de los periodistas y de los medios de comunicación es indispensable para el fortalecimiento de la democracia, entendida ésta no sólo como un sistema que permite a los ciudadanos expresar su opinión y preferencias, sino como una forma de gobierno orientado a evitar injusticias y posibilitar la vida armónica de la ciudadanía.
Para el logro de la consolidación democrática, es importante que los periodistas y las empresas informativas satisfagan responsablemente el derecho del público a ser debidamente informado, empleando adecuadamente la libertad de expresión, un derecho que “comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”, tal como establece el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
Tengamos presente siempre que todos tenemos derecho a pedir y recibir información verídica, contrastada y contextualizada, que nos permita un monitoreo constante de los actos de las instituciones públicas y de sus funcionarios, sin distorsionar por ningún interés la realidad de los hechos.
Cuando la información reúne los ingredientes antes mencionados, y se sustenta en fuentes fiables, el profesional de la información convierte su labor informativa en un arma para combatir la dañina corrupción, contribuyendo a que se sancionen de manera ejemplar los actos de opacidad y corrupción política.
¿Pero qué pasa cuando el periodismo mismo se halla corroído por la corrupción? Cuando esto ocurre en un medio de comunicación que permite la construcción de noticias falsas, incompletas o tendenciosas, el daño que se ocasiona a la democracia es colosal. No se puede combatir la corrupción a través de un periodismo corrupto, de ahí la importancia de limpiar la corrupción que ha logrado penetrar a algunos medios de comunicación.
Para nadie es un secreto que en diversos momentos de la historia han existido periodistas al servicio de determinados intereses, hombres y mujeres que han recibido sobornos, viajes, regalías y favores de funcionarios públicos a cambio de alterar una información. Estos casos se han dado a pesar de que una de las exigencias concretas de la verdad para los periodistas es “no dejarse sobornar bajo ningún aspecto”. El escritor Luis González-Carvajal Santabárbara acierta al afirmar que “quienes ofrecen prebendas no suelen actuar por altruismo; lo hacen -en el mejor de los casos- con la esperanza tácita de ser ‘bien tratados’ por los periodistas”.
Este tipo de prácticas inmorales no le hace ningún bien a la democracia, en la que los lectores necesitan noticias construidas por periodistas éticos, que no se dejen corromper por el “chayote”, que es el dinero que un funcionario entrega a un periodista para inducirlo a informar lo que conviene a sus intereses.
Hasta hace algunos años, la corrupción en el periodismo la ocasionaba el uso arbitrario de la publicidad oficial, una herramienta utilizada por varios gobiernos para someter a la prensa, dejando de cumplir así su principal función: informar y vigilar a la función pública, siempre en beneficio del pueblo. En mayo de 2019, el diario Reforma reveló los nombres y razones sociales de 36 personas y empresas periodísticas que entre 2013 y 2018 recibieron más de mil millones de pesos por conceptos de publicidad y comunicación.
Conviene mencionar que algunos periodistas de la anterior lista negaron haber recibido dinero del gobierno de Enrique Peña Nieto, al grado de encarar al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se disculpó en La Mañanera con uno de ellos. A pesar de ello, el primer mandatario de la nación insistió en que en la pasada administración federal "muchos medios usaban la libertad de expresión para hacer negocios o proteger privilegios".
Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que un periodismo así no le hace ningún bien a nuestra democracia, como sí se lo hace el periodismo ético, libre de corrupción, y siempre al servicio de la sociedad.
Twitter: @armayacastro