/ lunes 2 de septiembre de 2024

Obscuro e incierto

Obscuro e incierto es el origen de todos los pueblos. Con esa frase inicia la excelente obra “Historia de México” de Luis Pérez Verdía, texto que llevé en mis ya lejanos días de preparatoria.

Con las consabidas licencias, sirve de encabezado a este artículo, en una adaptada paráfrasis, para expresar mi profunda inquietud con el destino de nuestro atribulado país: obscuro e incierto.

Estamos a menos de treinta días de la ceremonia del cambio de poderes; el discurso triunfalista y egocentrista del presidente López Obrador, contrasta con la realidad en la que vivimos millones de mexicanos.

El primer mandatario asegura que “el pueblo está contento, muy contento”, “feliz, feliz, feliz”, pero no nos dice cual pueblo es el que está pleno de gozo, contento, feliz, pero cual será sino ese pueblo que ha recibido durante todo este sexenio apoyos de un estado paternalista enfocado en estrategias bien planeadas para mantener en ese pueblo “feliz” la subordinación moral. ¿Quieres seguir siendo beneficiado por los apoyos? Vota por mí! Así de simple y sencillo.

El pueblo contento, que mejor sería denominarlo como el segmento del pueblo contento, es de los empleados al servicio de la 4T que han vivido todo el sexenio no como siervos de la Nación, sino sirviéndose de la Nación para mantenerse a costa del esfuerzo de los demás.

El pueblo contento, es también el de los empresarios favoritos del gobierno, que se han visto beneficiados con los contratos del gobierno federal que les producen pingües ganancias.

El pueblo contento, es el que integra aquella casta dorada que en lugar de atenderse en el IMSS, en el ISSSTE o en IMSS-INSABI, prefiere irse a las clínicas de Houston, de La Jolla o de Rochester para además tener el privilegio de que su hijo tenga la nacionalidad norteamericana via ius soli, aunque en la fachada y en el discurso se acuse a Estados Unidos de injerencista, metiche y violador de la soberanía.

El resto se divide entre el “pueblo bueno y sabio” integrado por la masa, ese abigarrado segmento poblacional, que siente que efectivamente vamos bien, porque así lo dice el presidente y su palabra es la ley como la canción de José Alfredo Jiménez.

¿Qué nos espera ? Nuestro futuro es obscuro e incierto. Los próximos días serán decisivos y determinantes de nuestro rumbo y no parece ser una tierra de promisión sino una realidad angustiante y preocupante.

Un sistema de salud terriblemente ineficiente, con desabasto de medicinas, la inseguridad dondequiera, la rebeldía y el desorden en todas partes, disgustados con nuestros otrora hermanos sudamericanos; alineados con los sistemas comunistas de Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Cuba; con una brecha abierta con nuestros principales aliados comerciales como Estados Unidos y Canadá, peleados con España, disgustados con el Vaticano y con Austria por la conquista y por el penacho, con un poder judicial agonizante, el peso con múltiples presiones devaluado en un 21%, con el control absoluto del Congreso de la Unión, con la mayoría de las Gubernaturas de los Estados amarradas con doble nudo, sin organismos autónomos de vigilancia y control del Estado, con el INE y el TRIFE al servicio de la Presidencia, y con un incipiente movimiento que amenaza con impedir la toma de protesta de la señora Sheinbaum, el panorama es obscuro e incierto. Ahora entendemos bien aquella frase de Andrés Manuel: “Lo mejor es que lo peor está por venir”.

Sin embargo, queda aun una pequeña luz de esperanza encendida: no olvidemos que si bien es verdad que 35.9 millones de votos fueron para Sheinbaum, también es cierto que siendo nuestra población de 127.5 millones de mexicanos, la mayoría no decidió apoyar el proyecto de la 4T y como dice el fundador de MORENA, y perdón por la reproducción fiel de su Tabasqueño lenguaje: “El pueblo se cansa de tanta pinche transa”.

Estos señores han llegado al poder por azares del destino, pero también un pueblo desesperado por tanta desigualdad y por el terrible retorno del abusivo y viejo lobo tricolor vestido con la piel guinda de una inocente ovejita, puede hartarse de tanto abuso. Como dicen ellos: “el pueblo pone, pero también el pueblo quita”. Y quizá lo peor está por venir.

Obscuro e incierto es el origen de todos los pueblos. Con esa frase inicia la excelente obra “Historia de México” de Luis Pérez Verdía, texto que llevé en mis ya lejanos días de preparatoria.

Con las consabidas licencias, sirve de encabezado a este artículo, en una adaptada paráfrasis, para expresar mi profunda inquietud con el destino de nuestro atribulado país: obscuro e incierto.

Estamos a menos de treinta días de la ceremonia del cambio de poderes; el discurso triunfalista y egocentrista del presidente López Obrador, contrasta con la realidad en la que vivimos millones de mexicanos.

El primer mandatario asegura que “el pueblo está contento, muy contento”, “feliz, feliz, feliz”, pero no nos dice cual pueblo es el que está pleno de gozo, contento, feliz, pero cual será sino ese pueblo que ha recibido durante todo este sexenio apoyos de un estado paternalista enfocado en estrategias bien planeadas para mantener en ese pueblo “feliz” la subordinación moral. ¿Quieres seguir siendo beneficiado por los apoyos? Vota por mí! Así de simple y sencillo.

El pueblo contento, que mejor sería denominarlo como el segmento del pueblo contento, es de los empleados al servicio de la 4T que han vivido todo el sexenio no como siervos de la Nación, sino sirviéndose de la Nación para mantenerse a costa del esfuerzo de los demás.

El pueblo contento, es también el de los empresarios favoritos del gobierno, que se han visto beneficiados con los contratos del gobierno federal que les producen pingües ganancias.

El pueblo contento, es el que integra aquella casta dorada que en lugar de atenderse en el IMSS, en el ISSSTE o en IMSS-INSABI, prefiere irse a las clínicas de Houston, de La Jolla o de Rochester para además tener el privilegio de que su hijo tenga la nacionalidad norteamericana via ius soli, aunque en la fachada y en el discurso se acuse a Estados Unidos de injerencista, metiche y violador de la soberanía.

El resto se divide entre el “pueblo bueno y sabio” integrado por la masa, ese abigarrado segmento poblacional, que siente que efectivamente vamos bien, porque así lo dice el presidente y su palabra es la ley como la canción de José Alfredo Jiménez.

¿Qué nos espera ? Nuestro futuro es obscuro e incierto. Los próximos días serán decisivos y determinantes de nuestro rumbo y no parece ser una tierra de promisión sino una realidad angustiante y preocupante.

Un sistema de salud terriblemente ineficiente, con desabasto de medicinas, la inseguridad dondequiera, la rebeldía y el desorden en todas partes, disgustados con nuestros otrora hermanos sudamericanos; alineados con los sistemas comunistas de Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Cuba; con una brecha abierta con nuestros principales aliados comerciales como Estados Unidos y Canadá, peleados con España, disgustados con el Vaticano y con Austria por la conquista y por el penacho, con un poder judicial agonizante, el peso con múltiples presiones devaluado en un 21%, con el control absoluto del Congreso de la Unión, con la mayoría de las Gubernaturas de los Estados amarradas con doble nudo, sin organismos autónomos de vigilancia y control del Estado, con el INE y el TRIFE al servicio de la Presidencia, y con un incipiente movimiento que amenaza con impedir la toma de protesta de la señora Sheinbaum, el panorama es obscuro e incierto. Ahora entendemos bien aquella frase de Andrés Manuel: “Lo mejor es que lo peor está por venir”.

Sin embargo, queda aun una pequeña luz de esperanza encendida: no olvidemos que si bien es verdad que 35.9 millones de votos fueron para Sheinbaum, también es cierto que siendo nuestra población de 127.5 millones de mexicanos, la mayoría no decidió apoyar el proyecto de la 4T y como dice el fundador de MORENA, y perdón por la reproducción fiel de su Tabasqueño lenguaje: “El pueblo se cansa de tanta pinche transa”.

Estos señores han llegado al poder por azares del destino, pero también un pueblo desesperado por tanta desigualdad y por el terrible retorno del abusivo y viejo lobo tricolor vestido con la piel guinda de una inocente ovejita, puede hartarse de tanto abuso. Como dicen ellos: “el pueblo pone, pero también el pueblo quita”. Y quizá lo peor está por venir.