/ jueves 24 de octubre de 2024

Nuestra brújula política: La Soberanía Alimentaria

Querido lector ¿Sabías que en el Siglo XVIII en la Nueva España padecimos la peor crisis de subsistencia? En la investigación “La hambruna de 1785-1787. Reconstrucción geográfica de una crisis climática” realizada por la historiadora Martha Beatriz Cahuich Campos, narra como diversos alcaldes solicitaron al entonces virrey posponer la entrega de tributos porque, por segundo año consecutivo, no se daría la cosecha de maíz y los ciudadanos no podrían pagar su tributación. Menciona que la crisis se debió al cambio climático ya que, incluso, “en los últimos 500 años existió un periodo frío, ubicado entre 1550 a 1850, conocido como la Pequeña Edad de Hielo. Algunos especialistas responsabilizan a la radiación solar como principal factor de los cambios climáticos, especialmente entre los siglos XVII y XVIII, aunque no se descarta la importancia de las erupciones volcánicas violentas”. Y aunque, en aquellos tiempos el tema climático se lo atribuyeron a las radiaciones electromagnéticas del sol, siguen tan vigentes los problemas que se convierten en un desafío para cualquier gobierno.

México, al igual que el mundo, tiene desafíos importantes en el abastecimiento de alimentos: el cambio climático, conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la adaptación a la realidad post pandemia (aunque seguimos lidiando con ella) y un socio comercial como Estados Unidos que en proceso electoral es displicente, nos coloca en una posición compleja que exige a su gobierno y empresariado acciones contundentes.

En ese sentido la presidenta de la república Claudia Sheinbaum Pardo presentó el Programa Nacional de Soberanía Alimentaria, cuyo objetivo es impulsar la producción en el campo mexicano y acercar a las familias mexicanas la alimentación sustentable y saludable a precios accesibles. Fundamentalmente se trata de producir lo que consumimos e implementar acciones que nos permita independizarnos de factores externos. Para lograrlo la soberanía alimentaria tiene cuatro ejes fundamentales: el bienestar, para contribuir a la erradicación de la pobreza extrema; la producción, para incrementar la producción nacional de alimentos; el uso eficiente agua en el riego y la sostenibilidad para acelerar la transición ecológica de todo el sistema agroalimentario, reduciendo significativamente la deforestación, el uso de plaguicidas e impulsado la pesca sostenible.

De manera contundente, la presidenta dijo: “El eje rector, la brújula de la política de la Cuarta Transformación en el campo mexicano es la soberanía alimentaria. Y ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que el país tenga todas las condiciones necesarias para garantizar el derecho constitucional a la alimentación, no sólo hoy, sino en el futuro. Eso quiere decir, por supuesto, producir más alimentos saludables, pero quiere decir también el bienestar de las personas que producen esos alimentos, tanto agricultores, pescadores, las personas jornaleras; quiere decir cuidar nuestros suelos; quiere decir cuidar el agua; quiere decir usar menos plaguicidas; quiere decir reforzar nuestra ciencia y tecnología mexicana para la producción agroalimentaria.” Por un pueblo próspero, impulsaremos al campo mexicano.

Querido lector ¿Sabías que en el Siglo XVIII en la Nueva España padecimos la peor crisis de subsistencia? En la investigación “La hambruna de 1785-1787. Reconstrucción geográfica de una crisis climática” realizada por la historiadora Martha Beatriz Cahuich Campos, narra como diversos alcaldes solicitaron al entonces virrey posponer la entrega de tributos porque, por segundo año consecutivo, no se daría la cosecha de maíz y los ciudadanos no podrían pagar su tributación. Menciona que la crisis se debió al cambio climático ya que, incluso, “en los últimos 500 años existió un periodo frío, ubicado entre 1550 a 1850, conocido como la Pequeña Edad de Hielo. Algunos especialistas responsabilizan a la radiación solar como principal factor de los cambios climáticos, especialmente entre los siglos XVII y XVIII, aunque no se descarta la importancia de las erupciones volcánicas violentas”. Y aunque, en aquellos tiempos el tema climático se lo atribuyeron a las radiaciones electromagnéticas del sol, siguen tan vigentes los problemas que se convierten en un desafío para cualquier gobierno.

México, al igual que el mundo, tiene desafíos importantes en el abastecimiento de alimentos: el cambio climático, conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la adaptación a la realidad post pandemia (aunque seguimos lidiando con ella) y un socio comercial como Estados Unidos que en proceso electoral es displicente, nos coloca en una posición compleja que exige a su gobierno y empresariado acciones contundentes.

En ese sentido la presidenta de la república Claudia Sheinbaum Pardo presentó el Programa Nacional de Soberanía Alimentaria, cuyo objetivo es impulsar la producción en el campo mexicano y acercar a las familias mexicanas la alimentación sustentable y saludable a precios accesibles. Fundamentalmente se trata de producir lo que consumimos e implementar acciones que nos permita independizarnos de factores externos. Para lograrlo la soberanía alimentaria tiene cuatro ejes fundamentales: el bienestar, para contribuir a la erradicación de la pobreza extrema; la producción, para incrementar la producción nacional de alimentos; el uso eficiente agua en el riego y la sostenibilidad para acelerar la transición ecológica de todo el sistema agroalimentario, reduciendo significativamente la deforestación, el uso de plaguicidas e impulsado la pesca sostenible.

De manera contundente, la presidenta dijo: “El eje rector, la brújula de la política de la Cuarta Transformación en el campo mexicano es la soberanía alimentaria. Y ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que el país tenga todas las condiciones necesarias para garantizar el derecho constitucional a la alimentación, no sólo hoy, sino en el futuro. Eso quiere decir, por supuesto, producir más alimentos saludables, pero quiere decir también el bienestar de las personas que producen esos alimentos, tanto agricultores, pescadores, las personas jornaleras; quiere decir cuidar nuestros suelos; quiere decir cuidar el agua; quiere decir usar menos plaguicidas; quiere decir reforzar nuestra ciencia y tecnología mexicana para la producción agroalimentaria.” Por un pueblo próspero, impulsaremos al campo mexicano.