/ miércoles 29 de mayo de 2024

Los Hechos | Que se imponga la voluntad del Pueblo


Dicen los conocedores que en las votaciones de este domingo convendría que los participantes hicieron a un lado la pereza mental que a muchos aflige, y que se haga un poco de esfuerzo para reanimar la conciencia nacional. De tal manera que en las elecciones se imponga la voluntad popular y podamos contar con gobernantes que efectivamente estén al servicio de la sociedad.

El desempeño podría realizarse en dos actos: El primero consiste en tomar la decisión de sacudirse la flojera mental que nos aqueja, lo cual es un asunto interno pero conectado estrechamente con el exterior. Habría que sacar cuentas metódicamente, de lo que son realmente los candidatos y lo que son los partidos que los sostienen. El segundo acto consiste en que tras ordenar sus ideas y saber con precisión lo que se va a hacer, el ciudadano emita su voto con conocimiento de causa, de tal forma que al hacerlo pueda imponerse finalmente la voluntad popular.

Y esto debe ser de primera importancia, porque afirman los que saben que en esta ocasión la selección de los candidatos es crucial para definir la suerte del país y obviamente de los mexicanos.

El voto de este domingo vale millones porque está en juego el rumbo económico que deberá seguir nuestra nación, ya sea apoyando el “modelo de desarrollo” que abre anchos caminos a los hombres de negocios, sin importar lo que suceda a las clases bajas; o decidiéndose por quienes sostienen que la vida de los pobres es la gran causa que sostienen y es la que hay que atender. Por este lado, el voto vale también millones, porque es el bienestar o el malestar de muchos millones de mexicanos lo que depende de la forma en que se incline la votación.

Por ello –dicen los observadores- es que debe impedirse que los votantes se conviertan en robots a los que se da cuerda para que sigan tomando atole con el dedo; que no sean caricaturas de ciudadanos los que acudan a las urnas, sino electores conscientes de la realidad nacional y de la verdadera calidad de los candidatos, para que su voto decida realmente su futuro y el de sus descendientes.

Los candidatos tienen virtudes y tal vez muchos defectos. Pero si no se puede tomar la decisión de apoyarlos de manera normal, podría cuando menos actuarse a la inversa y votar por el menos malo.

El asunto no es fácil, porque como lo asentamos en una columna anterior, la extensión de la credulidad irresponsable, junto con la pereza mental, podrían convertir en presa fácil a buena parte de la población. Sin embargo, queda la esperanza de que el electorado reacciones y se dé cuenta de la importante que tiene en la historia que estamos viviendo, el papel que le toca jugar.

El elector, hoy más que nunca, es quien lleva el rol principal en los comicios. Es la estrella del espectáculo. No debería defraudar a sus conciudadanos.

Que el votante asuma su responsabilidad y ejerza su derecho, es lo que se recomienda.

La decisión en las elecciones es un asunto particular, pero al llevarse al terreno colectivo, podría reflejarse en el despertar de la conciencia nacional y en el triunfo de la voluntad popular.


Dicen los conocedores que en las votaciones de este domingo convendría que los participantes hicieron a un lado la pereza mental que a muchos aflige, y que se haga un poco de esfuerzo para reanimar la conciencia nacional. De tal manera que en las elecciones se imponga la voluntad popular y podamos contar con gobernantes que efectivamente estén al servicio de la sociedad.

El desempeño podría realizarse en dos actos: El primero consiste en tomar la decisión de sacudirse la flojera mental que nos aqueja, lo cual es un asunto interno pero conectado estrechamente con el exterior. Habría que sacar cuentas metódicamente, de lo que son realmente los candidatos y lo que son los partidos que los sostienen. El segundo acto consiste en que tras ordenar sus ideas y saber con precisión lo que se va a hacer, el ciudadano emita su voto con conocimiento de causa, de tal forma que al hacerlo pueda imponerse finalmente la voluntad popular.

Y esto debe ser de primera importancia, porque afirman los que saben que en esta ocasión la selección de los candidatos es crucial para definir la suerte del país y obviamente de los mexicanos.

El voto de este domingo vale millones porque está en juego el rumbo económico que deberá seguir nuestra nación, ya sea apoyando el “modelo de desarrollo” que abre anchos caminos a los hombres de negocios, sin importar lo que suceda a las clases bajas; o decidiéndose por quienes sostienen que la vida de los pobres es la gran causa que sostienen y es la que hay que atender. Por este lado, el voto vale también millones, porque es el bienestar o el malestar de muchos millones de mexicanos lo que depende de la forma en que se incline la votación.

Por ello –dicen los observadores- es que debe impedirse que los votantes se conviertan en robots a los que se da cuerda para que sigan tomando atole con el dedo; que no sean caricaturas de ciudadanos los que acudan a las urnas, sino electores conscientes de la realidad nacional y de la verdadera calidad de los candidatos, para que su voto decida realmente su futuro y el de sus descendientes.

Los candidatos tienen virtudes y tal vez muchos defectos. Pero si no se puede tomar la decisión de apoyarlos de manera normal, podría cuando menos actuarse a la inversa y votar por el menos malo.

El asunto no es fácil, porque como lo asentamos en una columna anterior, la extensión de la credulidad irresponsable, junto con la pereza mental, podrían convertir en presa fácil a buena parte de la población. Sin embargo, queda la esperanza de que el electorado reacciones y se dé cuenta de la importante que tiene en la historia que estamos viviendo, el papel que le toca jugar.

El elector, hoy más que nunca, es quien lleva el rol principal en los comicios. Es la estrella del espectáculo. No debería defraudar a sus conciudadanos.

Que el votante asuma su responsabilidad y ejerza su derecho, es lo que se recomienda.

La decisión en las elecciones es un asunto particular, pero al llevarse al terreno colectivo, podría reflejarse en el despertar de la conciencia nacional y en el triunfo de la voluntad popular.