/ miércoles 13 de noviembre de 2024

Los Hechos | Eunucos Mentales

Como parte de la confrontación política que tiene lugar actualmente en nuestro solar patrio, se extiende de manera más que preocupante, la indebida conducta de una buena parte de los participantes. Se trata como se sabe de una guerra sucia, en que abundan ya los participantes que no se detienen ante nada e impulsados por no se sabe qué influencias, no solamente se atreven sino que ya hasta se están acostumbrando a usar el infundio, la calumnia, la burla y hasta el insulto, para tratar de perjudicar a sus oponentes.

La inmoralidad ha hecho su aparición e invade el ánimo y consecuentemente las acciones, de quienes no tienen empacho en enlodarse manos, cara y cuerpo, con tal de lanzar cieno a los contrincantes.

Los contendientes se levantan con el fusil al hombro, decididos a atacar ante el menor movimiento de los del lado contrario. Aprovechan cualquier acción o pronunciamiento de los de enfrente, para descalificarlos de inmediato, haciendo uso de todos los recursos que tengan a la mano. Se hace a un lado la conciencia y sin recato, se lanza todo lo que se puede para desvirtuarlo. El cementerio de las conciencias pareciera extenderse hasta donde alcanza la vista.

Y bien, sobre este particular hay las versiones de que esta clase de combatientes que antes se desempeñaban regularmente, como cualquier otra persona, ahora se supone que están siendo manipulados. Por lo tanto, lo que tenían en su cabeza ha desaparecido para ser substituido por falsas ideas y surge la amenaza de que se conviertan de esta manera, en una especie de eunucos mentales.

Dios nos libre.

Y ahora que surge este tema en el análisis de la crítica situación que en este aspecto se vive, podemos citar hechos, juicios y opiniones que tienen mucho que ver con el caso.

Por ejemplo, recordamos una vez más la entrevista que como joven reportero, el autor de esta columna le hizo hace ya bastantes años a la inolvidable Emma Godoy y le preguntó por qué personas consideradas como filósofos, se prestaban para incurrir en la insidia y la falsedad. A lo cual ella respondió con su habitual tono enérgico: “Esos no son filósofos, son sofistas!”. Y así tuvimos la explicación rápida y concreta a nuestra interrogante. La mentira en boca de un afamado ya está tipificada: se llama sofisma. Y es de lo que parece estamos invadidos.

Otro caso es el del borrador de una columna que se nos quedó en el tintero y que íbamos a titular “Nos Quedamos sin Notables”, en el cual pensábamos exponer precisamente las desviaciones que en su quehacer estaban mostrando personas que no hace mucho teníamos como honra de nuestro país.

De la misma forma podemos repetir la anécdota aquella –que ya publicamos- cuando conversando con una psiquiatra, le preguntábamos por qué algunos personas cercanas reconocidas como gente de bien y de suficiente inteligencia, a veces no se daban cuenta del daño que con su conducta, hacen a otras personas. La respuesta fue tajante: “No es que no sepan… se hacen pendejos”.

Sin olvidar al infaltable George Orwell, que en su valiosísimo libro titulado simplemente “1984”, predijo que en el futuro –o sea en la actualidad- la manipulación de las masas llegaría a tal grado, que los poderosos podrían llevar a amplios grupos de población a pensar como ellos quisieran.

Y así paso a paso, la experiencia nos comprueba que aquello por lo que tanto nos preocupamos, o sea el sentido del civismo, del patriotismo y de la moral, se ve en riesgo de perderse en amplios estratos de la población.

Hay personas que cuentan con un intelecto sobresaliente, pero de repente lo olvidan como cualquier cosa y se exponen a caer en la trampa que puede convertirlos en castrados del espíritu; en tontos útiles; en sicarios de la mentira; en eunucos mentales.

Dios nos libre.

Como parte de la confrontación política que tiene lugar actualmente en nuestro solar patrio, se extiende de manera más que preocupante, la indebida conducta de una buena parte de los participantes. Se trata como se sabe de una guerra sucia, en que abundan ya los participantes que no se detienen ante nada e impulsados por no se sabe qué influencias, no solamente se atreven sino que ya hasta se están acostumbrando a usar el infundio, la calumnia, la burla y hasta el insulto, para tratar de perjudicar a sus oponentes.

La inmoralidad ha hecho su aparición e invade el ánimo y consecuentemente las acciones, de quienes no tienen empacho en enlodarse manos, cara y cuerpo, con tal de lanzar cieno a los contrincantes.

Los contendientes se levantan con el fusil al hombro, decididos a atacar ante el menor movimiento de los del lado contrario. Aprovechan cualquier acción o pronunciamiento de los de enfrente, para descalificarlos de inmediato, haciendo uso de todos los recursos que tengan a la mano. Se hace a un lado la conciencia y sin recato, se lanza todo lo que se puede para desvirtuarlo. El cementerio de las conciencias pareciera extenderse hasta donde alcanza la vista.

Y bien, sobre este particular hay las versiones de que esta clase de combatientes que antes se desempeñaban regularmente, como cualquier otra persona, ahora se supone que están siendo manipulados. Por lo tanto, lo que tenían en su cabeza ha desaparecido para ser substituido por falsas ideas y surge la amenaza de que se conviertan de esta manera, en una especie de eunucos mentales.

Dios nos libre.

Y ahora que surge este tema en el análisis de la crítica situación que en este aspecto se vive, podemos citar hechos, juicios y opiniones que tienen mucho que ver con el caso.

Por ejemplo, recordamos una vez más la entrevista que como joven reportero, el autor de esta columna le hizo hace ya bastantes años a la inolvidable Emma Godoy y le preguntó por qué personas consideradas como filósofos, se prestaban para incurrir en la insidia y la falsedad. A lo cual ella respondió con su habitual tono enérgico: “Esos no son filósofos, son sofistas!”. Y así tuvimos la explicación rápida y concreta a nuestra interrogante. La mentira en boca de un afamado ya está tipificada: se llama sofisma. Y es de lo que parece estamos invadidos.

Otro caso es el del borrador de una columna que se nos quedó en el tintero y que íbamos a titular “Nos Quedamos sin Notables”, en el cual pensábamos exponer precisamente las desviaciones que en su quehacer estaban mostrando personas que no hace mucho teníamos como honra de nuestro país.

De la misma forma podemos repetir la anécdota aquella –que ya publicamos- cuando conversando con una psiquiatra, le preguntábamos por qué algunos personas cercanas reconocidas como gente de bien y de suficiente inteligencia, a veces no se daban cuenta del daño que con su conducta, hacen a otras personas. La respuesta fue tajante: “No es que no sepan… se hacen pendejos”.

Sin olvidar al infaltable George Orwell, que en su valiosísimo libro titulado simplemente “1984”, predijo que en el futuro –o sea en la actualidad- la manipulación de las masas llegaría a tal grado, que los poderosos podrían llevar a amplios grupos de población a pensar como ellos quisieran.

Y así paso a paso, la experiencia nos comprueba que aquello por lo que tanto nos preocupamos, o sea el sentido del civismo, del patriotismo y de la moral, se ve en riesgo de perderse en amplios estratos de la población.

Hay personas que cuentan con un intelecto sobresaliente, pero de repente lo olvidan como cualquier cosa y se exponen a caer en la trampa que puede convertirlos en castrados del espíritu; en tontos útiles; en sicarios de la mentira; en eunucos mentales.

Dios nos libre.