En un mensaje enviado al mundo hace unos días, el Papa denunció una vez más la situación de injusticia social que se extiende por el mundo, así como la pérdida de la paz, a causa de los movimientos bélicos de que actualmente somos testigos. Francisco dijo que gran parte de los habitantes del planeta se sienten excluidas de la democracia, y que los pobres y los débiles están siendo abandonados a su suerte. Lo cual no es mucha novedad, aunque sí resulta interesante que Su Santidad Francisco no quite el dedo en el renglón y mantenga firma su doctrina de apoyo a los débiles, en busca de regímenes con justa redistribución de la riqueza.
Y aboga el Sumo Pontífice porque las naciones del mundo y sobre todo las poderosas, que son las que dan la pauta, no sigan desviándose del buen camino y corrijan el rumbo las que lo tienen desviado.
Lo sentenció Keynes y hoy se comprueba: El crecimiento de la economía no tiene por sí sola el mecanismo para la redistribución de la riqueza. El desarrollo económico sin condiciones, o sea sin un marco legal sustentado en el propósito de justicia social, no lleva a ningún lugar sano. Con libertinaje económico los ricos se exceden en la abundancia y los pobres cada día sufren más carencias. Decían los pensadores alemanes que esto no tiene vuelta de hoja.
Claro que todo mundo está de acuerdo en que los empresarios son la base indiscutible para la creación de un sistema económico. La empresa privada es la estructura principal en la conformación de un país y hasta de una región; eso nadie lo puede negar. Pero inmediatamente después, o sea de la mano de lo primero, debe pensarse en la justa remuneración de los trabajadores y la creación de mecanismos legales y de otro tipo, para que el reparto de la riqueza sea efectivo.
En una columna que publicamos hace algunos meses, que se tituló “La Economía y la Vaca Gorda”, explicábamos que permitir y promover el crecimiento de la riqueza así a lo pelón, sin apellidos, sería lo mismo que alimentar a una vaca para que cada día más esté más gorda. Pero con el problema de que solamente los dueños de la vaca sean los que la ordeñan. Y de que los pobres, que también contribuyan a la engorda, no sean partícipes del beneficio de la ubre.
También hace meses, presentamos otra columna con el título “Derechazo a la Quijada” en la que enlazamos las acciones políticas que se ejercitan actualmente en el mundo, con tendencias claras y decididas a favor del fortalecimiento de la derecha; con el consecuente descenso de las ideas y políticas de izquierda. De la izquierda sana.
En resumen: por estos días el mundo se debate entre la guerra y las diferencias sociales. Hay dolorosos choques bélicos en dos puntos del orbe, así como enfrentamientos ideológicos en varios países. Aquí en nuestro terruño, muchos de los de arriba quieren seguir montados en los de abajo mientras que los sufridos integrantes de las capas inferiores, o sea los de mero abajo, quisieran que los dejen siquiera respirar un poco.
Su Santidad el Papa Francisco desea, pide y reza porque quienes marcan el rumbo del mundo rectifiquen la línea errónea que siguen. Nosotros seguramente que deberíamos unir nuestras oraciones a las del Santo Padre.