Debido a la profunda división que hay en el país, son cuando menos dos las versiones que se propalan respecto a los asuntos que son de interés general y que en esta ocasión, parecen revestir gran importancia.

La división es en principio política, pero está ampliándose a lo social, precisamente porque los problemas que están en discusión son de tal alcance que pueden afectar a la sociedad.

Caso especial de este diferendo que enfrentamos es actualmente la Reforma al Poder Judicial, que el Gobierno de Morena presenta como una acción de fondo en contra de la corrupción que asegura existe entre magistrados, ministros y jueces. Dice una de las versiones que la mala conducta de muchos encargados de impartir justicia es algo históricamente comprobado, mientras que los acusados juran y perjuran que lo único que hacen es trabajar por la aplicación de la ley.

Ahí están cada quien en su posición y no hay quien los mueva.

Empero, sobre el mismo tema, el Gobierno en el poder afirma que con la reforma y al ser electos por el pueblo los jueces, los ministros y los magistrados, el Poder Judicial estará integrado por gente más limpia y al mismo tiempo, se eliminará a los que actualmente realizan un trabajo sucio.

Sin embargo, los integrantes de la Suprema Corte alegan que en realidad, la acción del Gobierno morenista en contra de ellos, no tiene los propósitos que enarbolan públicamente, sino de lo que se trata es de una venganza por las decisiones que los tribunales han tomado para detener iniciativas emanadas de la propia Administración Federal.

Y ahí es donde se encuentra lo que puede ser el quid del asunto, aunque todo es cuestión de apreciaciones: Los ministros juran y perjuran que su actuación es puramente institucional. Pero los morenistas sostienen que el Poder Judicial está siendo manipulado políticamente. Y hay quienes aseguran que lo peor, es que con sus decisiones jurídicas están deteniendo el avance de la Cuarta Transformación.

Y eso sería en última instancia, lo que la Administración Pública emanada de Morena, no podría perdonar al Poder Judicial.

La 4T es el programa fundamental del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y no cumplirlo representaría un tropiezo que ven como inadmisible. Aunque a fin de cuentas, todo puede ser. Porque –dicen los enterados- la Cuarta Transformación podría aplicarse mientras no afecte a ciertos intereses que son de buen tamaño. Otra vez la posibilidad de una derivación pragmática.

Y aquí es donde recordamos una de nuestras calaveras políticas que en este gran diario publicamos en un Noviembre de hace un par de años, con motivo del Día de los Fieles Difuntos, y que reza más o menos así:

Con tanto obstáculo que hay/ sospechamos que al final/ la Cuarta Transformación/ quedará en Reforma Light.

Mientras tanto, la pugna se mantiene con la utilización de todos los recursos que los contendientes tienen a la mano.