/ lunes 26 de agosto de 2024

Los Hechos | Abusan de la Libertad de Expresión; la deshonran

Para algunos sectores de la población, el presidente Andrés Manuel López Obrador es un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a “desfacer entuertos” y llega en este propósito hasta donde la situación se lo permite. Los expertos estiman que sus metas son difíciles de alcanzar, no tanto por el esfuerzo que el proyecto requiere, sino más bien por la oposición que se ha levantado para impedir que su Transformación avance. Son de todo tamaño las piedras que se le han puesto en el camino.

Y como decíamos, para sus partidarios son buenas muchas de las cosas que El Peje ha hecho, pero como cualquier ser humano, está propenso a los errores y no falta el caso en que en su afán de presentarse y desenvolverse como un demócrata autentico, se le pasa la mano y solapa desórdenes que se presentan. En la actual administración se admiten manifestaciones y pronunciamientos de todo tipo y lastimosamente eso ha dado lugar a repetidos desórdenes y abusos en lo que trata al uso de estas libertades.

Desgraciadamente, esta determinación de sostener a como dé lugar la libertad de expresión, ha degenerado y se observa que en la confrontación ideológica actual abundan las falsedades, infundios, engaños y hasta insultos, lo que no solamente ha enrarecido los espacios públicos, sino que de plano se está viendo como una etapa nefasta en lo que trata a la conducta de los ciudadanos. La moderación, el respeto a las personas y hasta el apego que se debe a la verdad, parecen haberse hecho a un lado. Se da una guerra sucia que amenaza salpicar al resto de la sociedad.

No falta quien crea que al hacer estas críticas afirmaciones se están viendo moros con tranchete, pero no es así. En este caso sí hay moros en la costa y no sólo eso, sino que están armados con tremendo machete.

Sucede pues que según los observadores agudos, la Libertad de Expresión, es ciertamente una facultad fundamental que se otorga a los ciudadanos y a las instituciones, pero debe observarse con el respeto que se debe a los demás y a uno mismo; y no permitir que se interprete como un permiso para que cualquiera haga y diga todo lo que le dé la gana, creando desorientación en lugar de buena información. Y este es el caso que empieza a presentarse en nuestro entorno.

Conforme avanza la división y la polémica en el país, las diferencias están llegando a un nivel en que cuando menos una de las partes, recurre a las trampas y a las falsedades, en acciones que tergiversan los hechos y se convierten en actitudes desleales y obviamente inmorales, pues presentan lo bueno como malo y califican las fallas como aciertos. Se cae en actitudes desleales y obviamente inmorales.

Lo cual no es poca cosa, sino todo lo contrario, porque además, es mucha la gente mal informada que cae en el garlito y da cabida en su cabeza a versiones mal intencionadas. La desinformación cunde y se convierte en un mal que flota en el ambiente y que en última instancia, se introduce en la mentalidad de las personas. Pero el problema no para ahí, ya que las falsedades y el infundio se propalan con tal desfachatez, que en un momento dado pueden constituir un mal ejemplo para los jóvenes y hasta los niños.

Esto que se narra parecería una exageración, pero no lo es, porque nadie puede negar que en el curso de la historia ha habido mucha gente que vive engañada.

La libertad de expresión es algo muy valioso. Pero se trata de una riqueza que no se debe malversar y mucho menos corromper.

Estamos de acuerdo con AMLO en que las libertades son fundamentales para la democracia. Pero deben ser vigiladas porque de lo contrario pueden convertirse en libertinaje. Y eso es lo que tristemente parece a veces asomarse en nuestro terruño. Ya hasta parece que en vez de andar gateamos.

Para algunos sectores de la población, el presidente Andrés Manuel López Obrador es un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a “desfacer entuertos” y llega en este propósito hasta donde la situación se lo permite. Los expertos estiman que sus metas son difíciles de alcanzar, no tanto por el esfuerzo que el proyecto requiere, sino más bien por la oposición que se ha levantado para impedir que su Transformación avance. Son de todo tamaño las piedras que se le han puesto en el camino.

Y como decíamos, para sus partidarios son buenas muchas de las cosas que El Peje ha hecho, pero como cualquier ser humano, está propenso a los errores y no falta el caso en que en su afán de presentarse y desenvolverse como un demócrata autentico, se le pasa la mano y solapa desórdenes que se presentan. En la actual administración se admiten manifestaciones y pronunciamientos de todo tipo y lastimosamente eso ha dado lugar a repetidos desórdenes y abusos en lo que trata al uso de estas libertades.

Desgraciadamente, esta determinación de sostener a como dé lugar la libertad de expresión, ha degenerado y se observa que en la confrontación ideológica actual abundan las falsedades, infundios, engaños y hasta insultos, lo que no solamente ha enrarecido los espacios públicos, sino que de plano se está viendo como una etapa nefasta en lo que trata a la conducta de los ciudadanos. La moderación, el respeto a las personas y hasta el apego que se debe a la verdad, parecen haberse hecho a un lado. Se da una guerra sucia que amenaza salpicar al resto de la sociedad.

No falta quien crea que al hacer estas críticas afirmaciones se están viendo moros con tranchete, pero no es así. En este caso sí hay moros en la costa y no sólo eso, sino que están armados con tremendo machete.

Sucede pues que según los observadores agudos, la Libertad de Expresión, es ciertamente una facultad fundamental que se otorga a los ciudadanos y a las instituciones, pero debe observarse con el respeto que se debe a los demás y a uno mismo; y no permitir que se interprete como un permiso para que cualquiera haga y diga todo lo que le dé la gana, creando desorientación en lugar de buena información. Y este es el caso que empieza a presentarse en nuestro entorno.

Conforme avanza la división y la polémica en el país, las diferencias están llegando a un nivel en que cuando menos una de las partes, recurre a las trampas y a las falsedades, en acciones que tergiversan los hechos y se convierten en actitudes desleales y obviamente inmorales, pues presentan lo bueno como malo y califican las fallas como aciertos. Se cae en actitudes desleales y obviamente inmorales.

Lo cual no es poca cosa, sino todo lo contrario, porque además, es mucha la gente mal informada que cae en el garlito y da cabida en su cabeza a versiones mal intencionadas. La desinformación cunde y se convierte en un mal que flota en el ambiente y que en última instancia, se introduce en la mentalidad de las personas. Pero el problema no para ahí, ya que las falsedades y el infundio se propalan con tal desfachatez, que en un momento dado pueden constituir un mal ejemplo para los jóvenes y hasta los niños.

Esto que se narra parecería una exageración, pero no lo es, porque nadie puede negar que en el curso de la historia ha habido mucha gente que vive engañada.

La libertad de expresión es algo muy valioso. Pero se trata de una riqueza que no se debe malversar y mucho menos corromper.

Estamos de acuerdo con AMLO en que las libertades son fundamentales para la democracia. Pero deben ser vigiladas porque de lo contrario pueden convertirse en libertinaje. Y eso es lo que tristemente parece a veces asomarse en nuestro terruño. Ya hasta parece que en vez de andar gateamos.