/ jueves 1 de agosto de 2024

Los Hechos | A ponerse las pilas por Guadalajara

Antes de que nuestra urbe se vaya de plano cuesta abajo, sería algo muy positivo que ciudadanos y gobierno se unieran para acudir decididos a su rescate.

Guadalajara no es una entidad inerte, sino definitivamente la ciudad en que vivimos, el hogar en que habitamos y el bienestar de miles de familias e individuos.

Es importante hacer esta aclaración, por la circunstancia de que erróneamente podría pensarse que la capital tapatía consta solamente de calles, parques, edificios; y recordar que Guadalajara está formada por personas como los empresarios, los gobernantes, los trabajadores, el papá, la mamá, los abuelitos y los hijos. Todos nosotros formamos una comunidad y por lo tanto, lo ideal sería que todos nos uniéramos para participar juntos en la atención de los asuntos que importan para mantener y en lo posible mejorar, nuestra situación de salud, seguridad y bienestar en lo general.

Y esto de la unión es importante, porque es bien sabido que la división es lo peor que nos podría pasar. Ni divorciarse los trabajadores de los patrones; ni los ciudadanos de sus autoridades; ni los tapatíos de sus vecinos. La discordia está reconocida como la semilla de los peores males. Y la concordia es el supremo anhelo de la comunidad.

Estas cosas que se mencionan es algo bien sabido por todos, pero lo importante sería que la idea no se perdiera al paso del tiempo y se mantuviera como un principio inquebrantable en nuestro sistema político y social. Algo así como el deporte, que si no se cultiva, el olvido repercute en el deterioro de la salud. Siempre trabajar, siempre ayudar, siempre servir, es lo deseable.

Será seguramente por eso, que se están dando los llamados a la unidad de todos los sectores económicos y sociales. Sobre todo ahora, en que la sucesión de problemas en la urbe, amenaza el nivel de vida de sus habitantes por el deterioro de servicios a la población y otras anomalías que se han presentado cada día en mayor número, afectando de manera notable a los tapatíos.

Puede señalarse que hasta ahora, el entendimiento entre autoridades y empresarios no tiene problema, ya que con el partido actualmente en el poder, no solamente el gobierno trabaja de la mano de los hombres de negocios, sino que los mismos hombres de empresa tienen a su cargo el poder y la responsabilidad gubernamental. Por lo tanto, donde tiene que buscarse un acercamiento decisivo es entre los gobernantes y el pueblo.

Puede aceptarse que la privatización de los servicios públicos siga siendo el modelo en boga. Pero esto no quiere decir que se tenga que olvidar al grueso de la población; a los desamparados, a los pobres, a los marginados. Porque no se siente bien que mientras unos disfrutan de todos los lujos imaginables, otros carezcan de lo indispensable.

La gente quiere acercarse más a los gobernantes y lo conveniente sería que éstos correspondieran a esta actitud y se lanzaran a estrechar los lazos con los grupos socialmente inferiores.

Los expertos piensan que sería una gran cosa que los políticos se pusieran las pilas antes de que se pierda el control por la suerte de Guadalajara, o cuando menos, que la división de las clases sociales y su entorno, se agudicen. Que no crezca la división entre zonas con sano arbolado, anchas avenidas y servicios de primera, y las de calles deterioradas, banquetas inservibles y servicios deficientes.

Antes de que nuestra urbe se vaya de plano cuesta abajo, sería algo muy positivo que ciudadanos y gobierno se unieran para acudir decididos a su rescate.

Guadalajara no es una entidad inerte, sino definitivamente la ciudad en que vivimos, el hogar en que habitamos y el bienestar de miles de familias e individuos.

Es importante hacer esta aclaración, por la circunstancia de que erróneamente podría pensarse que la capital tapatía consta solamente de calles, parques, edificios; y recordar que Guadalajara está formada por personas como los empresarios, los gobernantes, los trabajadores, el papá, la mamá, los abuelitos y los hijos. Todos nosotros formamos una comunidad y por lo tanto, lo ideal sería que todos nos uniéramos para participar juntos en la atención de los asuntos que importan para mantener y en lo posible mejorar, nuestra situación de salud, seguridad y bienestar en lo general.

Y esto de la unión es importante, porque es bien sabido que la división es lo peor que nos podría pasar. Ni divorciarse los trabajadores de los patrones; ni los ciudadanos de sus autoridades; ni los tapatíos de sus vecinos. La discordia está reconocida como la semilla de los peores males. Y la concordia es el supremo anhelo de la comunidad.

Estas cosas que se mencionan es algo bien sabido por todos, pero lo importante sería que la idea no se perdiera al paso del tiempo y se mantuviera como un principio inquebrantable en nuestro sistema político y social. Algo así como el deporte, que si no se cultiva, el olvido repercute en el deterioro de la salud. Siempre trabajar, siempre ayudar, siempre servir, es lo deseable.

Será seguramente por eso, que se están dando los llamados a la unidad de todos los sectores económicos y sociales. Sobre todo ahora, en que la sucesión de problemas en la urbe, amenaza el nivel de vida de sus habitantes por el deterioro de servicios a la población y otras anomalías que se han presentado cada día en mayor número, afectando de manera notable a los tapatíos.

Puede señalarse que hasta ahora, el entendimiento entre autoridades y empresarios no tiene problema, ya que con el partido actualmente en el poder, no solamente el gobierno trabaja de la mano de los hombres de negocios, sino que los mismos hombres de empresa tienen a su cargo el poder y la responsabilidad gubernamental. Por lo tanto, donde tiene que buscarse un acercamiento decisivo es entre los gobernantes y el pueblo.

Puede aceptarse que la privatización de los servicios públicos siga siendo el modelo en boga. Pero esto no quiere decir que se tenga que olvidar al grueso de la población; a los desamparados, a los pobres, a los marginados. Porque no se siente bien que mientras unos disfrutan de todos los lujos imaginables, otros carezcan de lo indispensable.

La gente quiere acercarse más a los gobernantes y lo conveniente sería que éstos correspondieran a esta actitud y se lanzaran a estrechar los lazos con los grupos socialmente inferiores.

Los expertos piensan que sería una gran cosa que los políticos se pusieran las pilas antes de que se pierda el control por la suerte de Guadalajara, o cuando menos, que la división de las clases sociales y su entorno, se agudicen. Que no crezca la división entre zonas con sano arbolado, anchas avenidas y servicios de primera, y las de calles deterioradas, banquetas inservibles y servicios deficientes.