Desde hace más de 3 lustros nuestro país vive enlutado. Se comenzó con una estrategia fallida igual que su nombre: la guerra contra el narcotráfico. Una estrategia que el gobierno presidido por Felipe Calderón perdió, pero sobre todo, la sociedad mexicana, dejando un país tinto en sangre, desapariciones y dolor incesante a lo largo y ancho del territorio nacional. Después llegó el gobierno de Peña Nieto y ahora con López Obrador esta gran problemática no solo no se ha resuelto, sino que se incrementa.
Hoy vivimos en un país donde cada día es más “normal” ver al ejército en las calles realizando las labores de las policías civiles y, en tiempos cuatroteístas, también los observamos entregando libros de texto, construir aeropuertos, refinerías y trenes, supervisando sucursales de la institución bancaria oficial, así como repartiendo apoyos y becas. La milicia hasta “en la sopa”, pero sin resolver el tema de la inseguridad en el país.
A manera de botón de muestra, durante el enero pasado, en todo el país se registró un promedio de 76 homicidios dolosos por día, un total de 2 mil 379 durante todo el mes, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), lo que representa un aumento del 0.12 por ciento, con respecto a enero del 2020, cuando se registraron 2 mil 376 víctimas de este delito y respecto al mismo periodo de 2019 el incremento en 2021 es de 2.2 por ciento. Solo entre el viernes 29 y el domingo 31 de enero, se registraron un total de 226 asesinatos, principalmente en los estados de Guanajuato, Jalisco y Michoacán.
Pareciera que el crimen organizado invade a todo México y roba la paz y la tranquilidad a todos sus habitantes sin distingo alguno. Desapariciones y muertes en el norte del país, “levantones” en el sureste o balaceras en ciudades turísticas o en el área metropolitana de Guadalajara se vuelven cada vez más comunes ante la falta de capacidad de asombro por parte de la sociedad y la evidente ausencia del Estado. No podemos seguir así.
Estamos ante la obligación de cambiar de estrategia. No es posible seguir persiguiendo a las drogas (en abstracto) o estigmatizar a sus consumidores y, en cambio, focalizar los esfuerzos en desarticular al crimen organizado, sus finanzas y sus alcances. Los abrazos no bastan cuando no se realizan las tareas primordiales del Estado: brindar seguridad, salud y educación a las y los ciudadanos. Es el momento de repensar el las acciones de gobierno y pensar en el bienestar de la sociedad.
* Diputado local