Intolerante y amenazador, la otra cara del gobernador Enrique Alfaro. La estrategia de comunicación que lleva desde hace un par de semanas de anunciar supuestas inversiones millonarias en obras para el beneficio de la Universidad de Guadalajara, le salió mal al gobernador cuando el pasado viernes 26 de agosto quedó expuesta su fasceta más autoritaria y prepotente.
Sin avisar a las autoridades universitarias, el gobernador llegó a CUValles para grabar un video anunciando una supuesta inversión de 11 millones de pesos en obras para beneficio de dicho centro universitario, sin embargo al encontrarlo en las instalaciones la rectora María Luisa García Bátiz y el profesor Luis León salieron a dialogar de manera pacífica, pues esas obras datan de tiempo atrás, incluso algunas tienen más de 28 meses de retraso, con lo cual también se ha retrasado la oportunidad de abrirle las puertas a 1,500 estudiantes más.
Alfaro, falto de tolerancia, le faltó al respeto a la rectora y por ende a toda la comunidad universitaria. Alfaro es un mandatario colérico, que cuando es cuestionado con argumentos y evidencia en mano desata su ira. No soporta no tener la razón y su única salida son las amenazas. “Mide bien tus palabras”, sentencia. En un estado líder en desapariciones, con una Fiscalía a modo y hasta donde el propio gobernador impone, por medio del legislativo, de manera ilegítima a la titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, no quedan instituciones críticas que puedan hacer resistencia a la ineficacia del mal gobierno que tiene sumido a Jalisco.
El gobernador entra en disputa con la universidad porque nuestra comunidad sí es crítica del ejercicio del poder. Se cierra al diálogo, su autoritarismo le nubla la vista. La universidad no es su enemiga, la UdeG piensa y trabaja para que le vaya bien a Jalisco. Lo único que defendemos es el respeto a nuestra autonomía y exigimos el presupuesto que de manera arbitraria Alfaro nos quita. La educación es la llave maestra para que los derechos humanos se cumplan y una herramienta indispensable para combatir la desigualdad. Es primordial destinar un presupuesto congruente al crecimiento que Jalisco requiere.
Reitero, es preocupante que quien dirige este estado y está a cargo del poder de tantas instituciones sea intolerante al diálogo, y además la presunción que pueda utilizar su poder institucional para el uso faccioso de las instituciones y perpetrar sus amenazas, no solo en el caso de Luis León, sino con los cientos de activistas que defienden los derechos humanos en el estado. Por el bien de Jalisco, ojalá el gobernador pronto entienda que las amenazas nunca estarán por encima de la verdad, ni su prepotencia y violencia nos harán guardar silencio, mucho menos bajar los brazos.
Es una verdadera lástima que en la segunda mitad de su periodo, el gobernador haya decidido bajar los brazos para enfrentar los verdaderos y urgentes problemas de Jalisco: la inseguridad y la crisis de desaparecidos; y en lugar de eso entre en disputa con la UdeG, de quien solo ha recibido ayuda. El gobernador aún está a tiempo de mejorar su gestión, cuando comprenda que la universidad somos muchas voces y que nuestro silencio no está a la venta, que las y los estudiantes, profesores, investigadores, seguiremos alzando la voz para señalar y acompañar a los colectivos en sus diferentes luchas; no le debemos obediencia al gobernador ni al congreso que le etiqueta el presupuesto a modo, nuestra universidad se debe a toda la sociedad, por eso seguiremos criticando el ejercicio del poder y vamos a trabajar todos los días por un mejor Jalisco. Somos una manada, no dejamos solos a los nuestros, nos solidarizamos en todo momento, más aún cuando reciben amenazas de quien deberían recibir apoyo. Hoy por hoy, la buena noticia es que a falta de gobierno del Estado, tenemos mucha universidad.