/ lunes 13 de mayo de 2024

Las quimeras de la 4T

El presidente ha insistido una y otra vez, que, al finalizar su mandato, dejará en México un sistema de salud mejor que el que existe en Dinamarca. Falso.

La puntada ha sido suficiente para mantener su discurso de promesas vivo durante estos casi seis años de gobierno.

No podemos compararnos con Dinamarca tomando en consideración la extensión superficial de ambos países, su posición geográfica, la población y su densidad, y las demás características políticas, sociales y económicas entre ambos países. Hay un mundo de diferencia. Hemos sido engañados con otra falsa promesa.

Lo cierto es que tenemos, y quedará inservible nuestro sistema de salud. Que Dinamarca ni que ocho cuartos. Por venganza, destruyó el Seguro Popular que, si bien no era una panacea, sí ayudó a muchísimas personas que se quedaron sin ese servicio y lo acabó porque fue creado por los de atrás.

Lo cambió por el INSABI, de efímera e infortunada existencia y acabó adosado al IMSS “bienestar” y el resultado ha sido desastroso; cada vez más y más mexicanos no tenemos acceso al sistema de salud ni público ni privado.

Duele reconocerlo, pero es la verdad. A lo largo de estos seis años de gobierno, se estuvieron manipulando voluntades -incluso ahora- con la engañifa de que tendríamos acceso a un sistema sanitario eficiente y todo ha resultado una quimera, una falsa ilusión, un engaño.

El deficiente manejo de la pandemia, un hecho indiscutible, dejó más de 800,000 fallecidos. Nadie podrá olvidar aquellos días aciagos en los que se paralizó la economía y en los que el subsecretario de salud López Gatell hacía caso omiso de las indicaciones de la OMS para el uso de cubrebocas y llegó al extremo de la estulticia de aseverar que el cubrebocas servía para lo que servía y no servía para lo que no servía, simplismo tonto, y recomendó a la población no usar el cubrebocas porque decía que además de ser inservible para evitar la propagación de los contagios, era muy egoísta utilizarlo, algo inconcebible para un especialista de la Universidad John Hopkins, que llegó al extremo del servilismo diciendo que el presidente no usaba cubrebocas porque era inmune al Covid19 gracias a su fuerza moral.

El IMSS y el ISSSTE, son dos organismos deficitarios y general una carga económica proporcionalmente muy elevada para los contribuyentes, además son notoriamente insuficientes para atender las necesidades de la atención médico-hospitalaria de los derechohabientes.

Hay muchos testimonios, de personas que se pasan el día entero esperando ser atendidos en la clínica de su adscripción y cuando finalmente llega su turno, la receta no la pueden surtir porque no existen medicinas, llevándose casi siempre solo paracetamol, es decir un simple placebo. Lejos, lejísimos, de tener un sistema de salud de primer mundo.

La ocurrencia de la Mega Farmacia del Pueblo, de la cual el presidente se enorgullece, ha sido otro fenomenal engaño.

López Obrador dice y repite una y otra vez, que en ese bodegón se tienen en existencia, disposición y entrega inmediata, medicinas de todo el mundo, y no hay desabasto, lo que es una mentira más, una falsedad absoluta. Otro engaño. Imposible conseguir medicinas. Mi experiencia personal, en tratándose de las que necesito para mi hipertensión y arritmia, me permite asegurarlo, y además no encuentro mi medicina para la presión arterial tampoco en el sector privado; toda la publicidad oficial en sentido contrario es pura estrategia electoral para captar votos de los ingenuos.

El pueblo mexicano no merece eso. Lo que resulta mas criticable y no solo eso, absolutamente reprobable, es que se lucre con la mentira y a la gente se le engañe con las falsedades de promesas incumplidas, imposibles de cumplir y con la reiterada cantaleta del sistema de salud mejor que el los Daneses para seguir usufructuando cuotas de poder. La esperanza de México resultó un verdadero fiasco. Necesitamos desengañarnos.

El presidente debería reclamar, más que a Calderón, a Loret, a los periodistas, a los españoles, a los austriacos, a los ecuatorianos, a los conservadores, a los periodistas y a los machuchones, a todos los que le proporcionan sus otros datos, a todos aquellos que le han metido ideas absurdas como la del AIFA, la del Tren Maya, la refinería y ésta del sistema de salud del primer mundo, algo completamente inalcanzable, a todos los que dizque asesoran y solo han logrado ponerlo en evidencia y en ridículo.

Lo más lamentable, es que él y su candidata oficial siguen utilizando el mismo discurso desgastado que solo engaña a los bobos, que como borregos, siguen fieles a un proyecto transformador fracasado, a los vividores que quieren seguirse sirviendo del presupuesto utilizando el poder para sus intereses personales y a los pobres ilusos, que piensan que si no votan por el partido oficial tendrán como consecuencia que les quiten sus ayudas y sus pensiones, nada más demagogo, mentiroso y cruel.

El presidente ha insistido una y otra vez, que, al finalizar su mandato, dejará en México un sistema de salud mejor que el que existe en Dinamarca. Falso.

La puntada ha sido suficiente para mantener su discurso de promesas vivo durante estos casi seis años de gobierno.

No podemos compararnos con Dinamarca tomando en consideración la extensión superficial de ambos países, su posición geográfica, la población y su densidad, y las demás características políticas, sociales y económicas entre ambos países. Hay un mundo de diferencia. Hemos sido engañados con otra falsa promesa.

Lo cierto es que tenemos, y quedará inservible nuestro sistema de salud. Que Dinamarca ni que ocho cuartos. Por venganza, destruyó el Seguro Popular que, si bien no era una panacea, sí ayudó a muchísimas personas que se quedaron sin ese servicio y lo acabó porque fue creado por los de atrás.

Lo cambió por el INSABI, de efímera e infortunada existencia y acabó adosado al IMSS “bienestar” y el resultado ha sido desastroso; cada vez más y más mexicanos no tenemos acceso al sistema de salud ni público ni privado.

Duele reconocerlo, pero es la verdad. A lo largo de estos seis años de gobierno, se estuvieron manipulando voluntades -incluso ahora- con la engañifa de que tendríamos acceso a un sistema sanitario eficiente y todo ha resultado una quimera, una falsa ilusión, un engaño.

El deficiente manejo de la pandemia, un hecho indiscutible, dejó más de 800,000 fallecidos. Nadie podrá olvidar aquellos días aciagos en los que se paralizó la economía y en los que el subsecretario de salud López Gatell hacía caso omiso de las indicaciones de la OMS para el uso de cubrebocas y llegó al extremo de la estulticia de aseverar que el cubrebocas servía para lo que servía y no servía para lo que no servía, simplismo tonto, y recomendó a la población no usar el cubrebocas porque decía que además de ser inservible para evitar la propagación de los contagios, era muy egoísta utilizarlo, algo inconcebible para un especialista de la Universidad John Hopkins, que llegó al extremo del servilismo diciendo que el presidente no usaba cubrebocas porque era inmune al Covid19 gracias a su fuerza moral.

El IMSS y el ISSSTE, son dos organismos deficitarios y general una carga económica proporcionalmente muy elevada para los contribuyentes, además son notoriamente insuficientes para atender las necesidades de la atención médico-hospitalaria de los derechohabientes.

Hay muchos testimonios, de personas que se pasan el día entero esperando ser atendidos en la clínica de su adscripción y cuando finalmente llega su turno, la receta no la pueden surtir porque no existen medicinas, llevándose casi siempre solo paracetamol, es decir un simple placebo. Lejos, lejísimos, de tener un sistema de salud de primer mundo.

La ocurrencia de la Mega Farmacia del Pueblo, de la cual el presidente se enorgullece, ha sido otro fenomenal engaño.

López Obrador dice y repite una y otra vez, que en ese bodegón se tienen en existencia, disposición y entrega inmediata, medicinas de todo el mundo, y no hay desabasto, lo que es una mentira más, una falsedad absoluta. Otro engaño. Imposible conseguir medicinas. Mi experiencia personal, en tratándose de las que necesito para mi hipertensión y arritmia, me permite asegurarlo, y además no encuentro mi medicina para la presión arterial tampoco en el sector privado; toda la publicidad oficial en sentido contrario es pura estrategia electoral para captar votos de los ingenuos.

El pueblo mexicano no merece eso. Lo que resulta mas criticable y no solo eso, absolutamente reprobable, es que se lucre con la mentira y a la gente se le engañe con las falsedades de promesas incumplidas, imposibles de cumplir y con la reiterada cantaleta del sistema de salud mejor que el los Daneses para seguir usufructuando cuotas de poder. La esperanza de México resultó un verdadero fiasco. Necesitamos desengañarnos.

El presidente debería reclamar, más que a Calderón, a Loret, a los periodistas, a los españoles, a los austriacos, a los ecuatorianos, a los conservadores, a los periodistas y a los machuchones, a todos los que le proporcionan sus otros datos, a todos aquellos que le han metido ideas absurdas como la del AIFA, la del Tren Maya, la refinería y ésta del sistema de salud del primer mundo, algo completamente inalcanzable, a todos los que dizque asesoran y solo han logrado ponerlo en evidencia y en ridículo.

Lo más lamentable, es que él y su candidata oficial siguen utilizando el mismo discurso desgastado que solo engaña a los bobos, que como borregos, siguen fieles a un proyecto transformador fracasado, a los vividores que quieren seguirse sirviendo del presupuesto utilizando el poder para sus intereses personales y a los pobres ilusos, que piensan que si no votan por el partido oficial tendrán como consecuencia que les quiten sus ayudas y sus pensiones, nada más demagogo, mentiroso y cruel.