/ viernes 29 de noviembre de 2024

La salud y la nutrición van más allá del peso: Prevención de los trastornos de la conducta alimentaria

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades graves que afectan la relación de las personas con la comida y su cuerpo. Entre los TCA más comunes se encuentran la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Éstos se caracterizan por conductas extremas relacionadas con la alimentación, como la restricción de la ingestión de alimentos, episodios de atracones acompañados de conductas purgativas, o la ingestión desmedida y sin control. Aunque sus efectos sobre la salud física son muy evidentes, estos trastornos también están estrechamente relacionados con alteraciones emocionales y psicológicas, como la ansiedad, la depresión, la baja autoestima y la distorsión de la imagen corporal. Por ello, el tratamiento debe ser integral, con un enfoque interdisciplinario que atienda tanto los aspectos nutricionales como emocionales.

En la actualidad, es común que el peso corporal sea muy relevante cuando hablamos de salud, lo que en muchos casos puede contribuir a la aparición de TCA. Sin embargo, es importante hacer conciencia que la salud y la nutrición no se deben medir exclusivamente a través del peso marcado en la báscula. La prevención de los TCA debe enfocarse en promover una relación más saludable con la comida y fomentar una imagen corporal positiva. Hoy en día, los estándares de belleza son tan predominantes que muchas personas, especialmente los adolescentes, sienten una presión constante por cumplir con estos patrones, lo que puede desencadenar trastornos alimentarios.

En México, se estima que uno de cada cuatro adolescentes sufre de algún TCA, y que por cada hombre afectado existen hasta 10 mujeres que padecen estos trastornos. Lo más alarmante es que menos del 10% de los adolescentes con un TCA reciben tratamiento adecuado. Esta cifra resalta la urgente necesidad de promover la prevención y el tratamiento temprano. La prevención debe centrarse en sensibilizar a la población sobre los peligros de las dietas restrictivas y la obsesión por alcanzar un cuerpo idealizado. Es necesario hacer conciencia de los riesgos que conlleva la presión social y mediática por alcanzar ciertos estándares de belleza, los cuales muchas veces están alejados de lo que realmente significa estar saludable.

El origen de los trastornos de la conducta alimentaria es multifactorial. Factores genéticos, ambientales, la presencia de enfermedades psiquiátricas y la relación con la familia juegan un papel importante en el desarrollo de estos. Cabe destacar que las personas entre los 14 y 25 años son las que tienen mayor riesgo de padecerlos, ya que en esta etapa de la vida se producen cambios físicos y emocionales que pueden influir en la adopción de conductas alimentarias de riesgo.

La prevención de los TCA debe comenzar con la educación, tanto en casa como en las escuelas para fomentar una relación sana con la comida y una actitud positiva hacia el propio cuerpo. En lugar de enfocarse únicamente en el peso, los jóvenes deben comprender que una alimentación equilibrada no tiene que ver con alcanzar un peso específico, sino con sentirse bien física y emocionalmente.

Además, es imprescindible que los jóvenes desarrollen una autoestima sólida y una imagen corporal positiva. Se debe promover la aceptación de uno mismo, sin importar la forma o el tamaño del cuerpo. Para esto, es importante que aprendan a identificar y rechazar los estándares de belleza poco realistas a los que se encuentran expuestos mediante las redes sociales. La educación debe enfocarse también en que el peso no es un indicador único de bienestar. La salud va mucho más allá de una cifra en la báscula y se refleja en el bienestar físico, mental y emocional.

Directora de la carrera de Nutrición de la UAG

smonserrat.rodriguez@edu.uag.mx

http://uag.mx/

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades graves que afectan la relación de las personas con la comida y su cuerpo. Entre los TCA más comunes se encuentran la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Éstos se caracterizan por conductas extremas relacionadas con la alimentación, como la restricción de la ingestión de alimentos, episodios de atracones acompañados de conductas purgativas, o la ingestión desmedida y sin control. Aunque sus efectos sobre la salud física son muy evidentes, estos trastornos también están estrechamente relacionados con alteraciones emocionales y psicológicas, como la ansiedad, la depresión, la baja autoestima y la distorsión de la imagen corporal. Por ello, el tratamiento debe ser integral, con un enfoque interdisciplinario que atienda tanto los aspectos nutricionales como emocionales.

En la actualidad, es común que el peso corporal sea muy relevante cuando hablamos de salud, lo que en muchos casos puede contribuir a la aparición de TCA. Sin embargo, es importante hacer conciencia que la salud y la nutrición no se deben medir exclusivamente a través del peso marcado en la báscula. La prevención de los TCA debe enfocarse en promover una relación más saludable con la comida y fomentar una imagen corporal positiva. Hoy en día, los estándares de belleza son tan predominantes que muchas personas, especialmente los adolescentes, sienten una presión constante por cumplir con estos patrones, lo que puede desencadenar trastornos alimentarios.

En México, se estima que uno de cada cuatro adolescentes sufre de algún TCA, y que por cada hombre afectado existen hasta 10 mujeres que padecen estos trastornos. Lo más alarmante es que menos del 10% de los adolescentes con un TCA reciben tratamiento adecuado. Esta cifra resalta la urgente necesidad de promover la prevención y el tratamiento temprano. La prevención debe centrarse en sensibilizar a la población sobre los peligros de las dietas restrictivas y la obsesión por alcanzar un cuerpo idealizado. Es necesario hacer conciencia de los riesgos que conlleva la presión social y mediática por alcanzar ciertos estándares de belleza, los cuales muchas veces están alejados de lo que realmente significa estar saludable.

El origen de los trastornos de la conducta alimentaria es multifactorial. Factores genéticos, ambientales, la presencia de enfermedades psiquiátricas y la relación con la familia juegan un papel importante en el desarrollo de estos. Cabe destacar que las personas entre los 14 y 25 años son las que tienen mayor riesgo de padecerlos, ya que en esta etapa de la vida se producen cambios físicos y emocionales que pueden influir en la adopción de conductas alimentarias de riesgo.

La prevención de los TCA debe comenzar con la educación, tanto en casa como en las escuelas para fomentar una relación sana con la comida y una actitud positiva hacia el propio cuerpo. En lugar de enfocarse únicamente en el peso, los jóvenes deben comprender que una alimentación equilibrada no tiene que ver con alcanzar un peso específico, sino con sentirse bien física y emocionalmente.

Además, es imprescindible que los jóvenes desarrollen una autoestima sólida y una imagen corporal positiva. Se debe promover la aceptación de uno mismo, sin importar la forma o el tamaño del cuerpo. Para esto, es importante que aprendan a identificar y rechazar los estándares de belleza poco realistas a los que se encuentran expuestos mediante las redes sociales. La educación debe enfocarse también en que el peso no es un indicador único de bienestar. La salud va mucho más allá de una cifra en la báscula y se refleja en el bienestar físico, mental y emocional.

Directora de la carrera de Nutrición de la UAG

smonserrat.rodriguez@edu.uag.mx

http://uag.mx/