Veinte de noviembre de mil novecientos diez, en México celebramos el inicio de la Revolución Mexicana, un movimiento armado que tuvo sus pros y contras, traiciones, cuartelazos, hambre y muerte, era la época del desarrollo científico e industrial del gobierno de Porfirio Díaz, la paridad del peso frente al dólar estaba de dos dólares por un peso mexicano, claro que era el peso en oro y este metal muy codiciado desde aquellas épocas hasta nuestros días con mucha apreciación en los mercados nacionales e internacionales.
Porfirio Díaz construía diez millones de kilómetros de vías de ferrocarril, asimismo llegaba la luz eléctrica a Palacio Nacional, los automóviles revolucionaban con la ciencia y la tecnología, la movilidad urbana acortaba las distancias con el automóvil, las libertades eran mínimas, el desarrollo de la agricultura y la ganadería era fundamental en los procesos de mercado nacional e internacional, los trabajadores del campo eran explotados en las haciendas y desarrollaban su labor desde que salía el sol hasta el ocaso del día, las deudas de los campesinos se heredaban de generación tras generación, las tiendas de raya intercambiaban mercancías a cambio del salario, las haciendas proporcionaban un cuarto sin ventilación, así la escuela pública con el pensamiento de Gabino Barreda y la penetración del positivismo en los procesos educativos no tenía el éxito social que se pretendía por el gobierno de la República.
México tenía un superávit financiero, a costa de la libertad y la justicia, su mirada estaba en Europa, en Francia e Inglaterra y poco veía hacia Los Estados Unidos, de allí la frase de Porfirio Díaz “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”,
Porfirio Díaz tenía un pensamiento en el que no empataba con la economía y la política de los Estados Unidos, mantenía relaciones diplomáticas y comerciales y en los pasos de la frontera desde El Paso del Norte hoy conocido como Ciudad Juárez hasta las fronteras con California, su tránsito y aduanas no eran tan restringidos ni vigilados como en estos tiempos, pero el temor de Díaz era latente, él sabía que por el Norte de la República llegaría un movimiento armado, tal como ocurrió con Francisco I. Madero con la proclama de su Manifiesto del Plan de San Luis en el Estado de Chihuahua, creando el Partido Anti releccionista con aquella frase política “Sufragio efectivo, no reelección” que fue contundente en la vida democrática de México después de los treinta y seis años del gobierno de Porfirio Díaz que había pasado los años de un Presidente con visión democrática a un dictador que se rodeaba con su grupo político de “Los científicos” para dirigir el destino de la Nación a costa y con gran costo republicano.
La “Revolución Mexicana, ha muerto”, la “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se ha reformado para destruir la división de Poderes”, un Poder Legislativo que se ha convertido en el mandante de la Presidencia de la República como son los casos de la destrucción del Poder Judicial Federal y el nombramiento a modo del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo de la Presidencia de la señora Piedra como Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Profesor de Derecho de la Universidad de Guadalajara, Miembro de la Asociación Nacional de Doctores en Derecho. Capítulo Jalisco.
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