/ lunes 5 de agosto de 2024

La lucha de atletas olímpicos

La justa olímpica trae consigo varios sentimientos que van desde emoción, ilusión, nervios, especulación, frustración, tristeza y hasta enojo. Años de arduo entrenamiento, sacrificio, estricta disciplina, sudor y sufrimiento constante se ven reflejados cada cuatro años y puede acabar en segundos como es el caso de la carrera de 100 m o hasta 17 horas como sucede con el triatlón.

Como espectadores, vemos a las y los atletas de nuestro país competir y emitimos diferentes opiniones, positivas o negativas según sea el caso, pero nos convertimos en jueces y cuando tenemos expectativas altas que no se cumplen hasta nos enojamos.

Anne Tiivias en 2021, como presidenta de Safe Sport International, señaló que: los deportes están especialmente en riesgo, ya que los atletas son más vulnerables a sufrir abusos si están lejos de su comunidad habitual y de sus protecciones normales y pueden no ser seleccionados si no se someten.

En ese sentido, la presión al que se somete cada atleta puede ir desde la presión cotidiana de la exigencia de una competencia, hasta la violencia psicológica, física y sexual (tal es el caso se describe perfectamente en el documental publicado por Netflix denominado: Simone Biles vuelve a volar). Aún así escuchamos criticas severas como ha ocurrido con la gimnasta Alexa Moreno, quien ha demostrado una gran inteligencia emocional ante las sistemáticas agresiones a su físico y que hace unos días nos da una lección de la manera en la que se deben enfrentar los errores en estás competencias. Alexa tuvo una caída en la viga o barra de equilibrio, la mayoría de las gimnastas si bien terminan de hacer su ejercicio, lloran al finalizar frustradas por ese gran error que generalmente las deja fuera del medallero. Alexa Moreno no, les puedo garantizar que no estaba en sus planes caerse, les aseguro que ella se preparó y programó para hacer un mejor papel, sin embargo, la caída ocurrió en segundos y ella sonrió y con su sonrisa le dijo al mundo: se acabó la competencia, pero no la vida.

Es importante entender que estas chicas y chicos pueden llegar a pensar que su vida depende del resultado, viven para su disciplina y no tienen una vida fuera de ella. En ningún momento pretendo decir que eso está mal, siempre y cuando les haga felices, únicamente intento sensibilizar al público que en ocasiones es demasiado rudo al casi señalar de fracasados a quienes entregan su alma por representar a su país.

La posibilidad de lograr llegar a una olimpiada que exige un nivel muy competitivo merece un reconocimiento indiscutible, por supuesto que no promoveré jamás el conformismo, el perfeccionismo me gusta en la vida profesional sea cual sea, por esa razón espero que México cada vez obtenga más medallas, que cada día un mayor número de disciplinas sean dominadas y que nuestro himno se escuche durante todos los días de competencia, pero que no sea a partir del sacrificio de la dignidad de las personas.


Contacto en redes:

Facebook: @ana.isa.1257

Instagram: @Anaroblesgdl

X: @anaisabelrobl17

La justa olímpica trae consigo varios sentimientos que van desde emoción, ilusión, nervios, especulación, frustración, tristeza y hasta enojo. Años de arduo entrenamiento, sacrificio, estricta disciplina, sudor y sufrimiento constante se ven reflejados cada cuatro años y puede acabar en segundos como es el caso de la carrera de 100 m o hasta 17 horas como sucede con el triatlón.

Como espectadores, vemos a las y los atletas de nuestro país competir y emitimos diferentes opiniones, positivas o negativas según sea el caso, pero nos convertimos en jueces y cuando tenemos expectativas altas que no se cumplen hasta nos enojamos.

Anne Tiivias en 2021, como presidenta de Safe Sport International, señaló que: los deportes están especialmente en riesgo, ya que los atletas son más vulnerables a sufrir abusos si están lejos de su comunidad habitual y de sus protecciones normales y pueden no ser seleccionados si no se someten.

En ese sentido, la presión al que se somete cada atleta puede ir desde la presión cotidiana de la exigencia de una competencia, hasta la violencia psicológica, física y sexual (tal es el caso se describe perfectamente en el documental publicado por Netflix denominado: Simone Biles vuelve a volar). Aún así escuchamos criticas severas como ha ocurrido con la gimnasta Alexa Moreno, quien ha demostrado una gran inteligencia emocional ante las sistemáticas agresiones a su físico y que hace unos días nos da una lección de la manera en la que se deben enfrentar los errores en estás competencias. Alexa tuvo una caída en la viga o barra de equilibrio, la mayoría de las gimnastas si bien terminan de hacer su ejercicio, lloran al finalizar frustradas por ese gran error que generalmente las deja fuera del medallero. Alexa Moreno no, les puedo garantizar que no estaba en sus planes caerse, les aseguro que ella se preparó y programó para hacer un mejor papel, sin embargo, la caída ocurrió en segundos y ella sonrió y con su sonrisa le dijo al mundo: se acabó la competencia, pero no la vida.

Es importante entender que estas chicas y chicos pueden llegar a pensar que su vida depende del resultado, viven para su disciplina y no tienen una vida fuera de ella. En ningún momento pretendo decir que eso está mal, siempre y cuando les haga felices, únicamente intento sensibilizar al público que en ocasiones es demasiado rudo al casi señalar de fracasados a quienes entregan su alma por representar a su país.

La posibilidad de lograr llegar a una olimpiada que exige un nivel muy competitivo merece un reconocimiento indiscutible, por supuesto que no promoveré jamás el conformismo, el perfeccionismo me gusta en la vida profesional sea cual sea, por esa razón espero que México cada vez obtenga más medallas, que cada día un mayor número de disciplinas sean dominadas y que nuestro himno se escuche durante todos los días de competencia, pero que no sea a partir del sacrificio de la dignidad de las personas.


Contacto en redes:

Facebook: @ana.isa.1257

Instagram: @Anaroblesgdl

X: @anaisabelrobl17