/ jueves 26 de septiembre de 2024

Jalisco y Guadalajara: A un paso de la última escena

En el 2024 estamos viviendo acontecimientos insólitos, un cambio trascendente en nuestra historia democrática que amerita una profunda reflexión de lo que nos toca hacer a cada una de las personas mexicanas para alcanzar el país que realmente queremos.

Los resultados de las pasadas elecciones nos dejan un gran aprendizaje, sin embargo, los conflictos post electorales son los que nos sacuden, más cuando se deja exhibida la posibilidad de un “fraude electoral”.

En Jalisco y Guadalajara hemos vivido meses en los que escuchamos una constante narrativa en la que se afirma por parte del partido MORENA y quienes fueron sus candidatos a la gubernatura y la presidencia municipal de Guadalajara, que las autoridades electorales (Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, Tribunal Electoral del Estado de Jalisco y Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación), el Gobierno del Estado y el partido Movimiento Ciudadano han sido cómplices de diversos delitos electorales que llevaron al triunfo como Presidenta Municipal de Guadalajara a Verónica Delgadillo y a Pablo Lemus Navarro como Gobernador de Jalisco.

Lo primero, es entender que todas las personas tenemos el derecho humano de acceder a la justicia, para ello existen los tribunales, resaltando que nuestro sistema electoral fue diseñado para garantizar la imparcialidad y la equidad en los resultados de la contienda electoral. Por esa razón, quien crea tener un derecho que considere fue vulnerado, tiene toda la libertad de exigir su restitución. Lo que me parece completamente ofensivo, es que a sabiendas que no existe ninguna posibilidad jurídica de anular una elección, se insista en distorsionar la realidad de lo que ocurrió el 02 de junio. No se vale utilizar el sistema de justicia cuando de antemano se tiene consciencia que los resultados declarados y validados por la autoridad, sí corresponden a la voluntad de la ciudadanía.

Si lleváramos esta historia a una obra, en la primera escena la denominaría: incertidumbre y desesperación ante la derrota; la segunda escena la llamaría: persistencia y esperanza de conseguir algún beneficio por no claudicar; la tercera escena la nombraría: la irresponsabilidad de continuar sosteniendo una mentira; y, a un paso de la última escena, de corazón deseo que sea: la aceptación para trabajar en equipo por un mejor lugar para vivir.

Contacto en redes:

Facebook: @AnaRobles / @ana.isa.1257

Instagram: @Anaroblesgdl

X:@anaisabelrobl17

En el 2024 estamos viviendo acontecimientos insólitos, un cambio trascendente en nuestra historia democrática que amerita una profunda reflexión de lo que nos toca hacer a cada una de las personas mexicanas para alcanzar el país que realmente queremos.

Los resultados de las pasadas elecciones nos dejan un gran aprendizaje, sin embargo, los conflictos post electorales son los que nos sacuden, más cuando se deja exhibida la posibilidad de un “fraude electoral”.

En Jalisco y Guadalajara hemos vivido meses en los que escuchamos una constante narrativa en la que se afirma por parte del partido MORENA y quienes fueron sus candidatos a la gubernatura y la presidencia municipal de Guadalajara, que las autoridades electorales (Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, Tribunal Electoral del Estado de Jalisco y Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación), el Gobierno del Estado y el partido Movimiento Ciudadano han sido cómplices de diversos delitos electorales que llevaron al triunfo como Presidenta Municipal de Guadalajara a Verónica Delgadillo y a Pablo Lemus Navarro como Gobernador de Jalisco.

Lo primero, es entender que todas las personas tenemos el derecho humano de acceder a la justicia, para ello existen los tribunales, resaltando que nuestro sistema electoral fue diseñado para garantizar la imparcialidad y la equidad en los resultados de la contienda electoral. Por esa razón, quien crea tener un derecho que considere fue vulnerado, tiene toda la libertad de exigir su restitución. Lo que me parece completamente ofensivo, es que a sabiendas que no existe ninguna posibilidad jurídica de anular una elección, se insista en distorsionar la realidad de lo que ocurrió el 02 de junio. No se vale utilizar el sistema de justicia cuando de antemano se tiene consciencia que los resultados declarados y validados por la autoridad, sí corresponden a la voluntad de la ciudadanía.

Si lleváramos esta historia a una obra, en la primera escena la denominaría: incertidumbre y desesperación ante la derrota; la segunda escena la llamaría: persistencia y esperanza de conseguir algún beneficio por no claudicar; la tercera escena la nombraría: la irresponsabilidad de continuar sosteniendo una mentira; y, a un paso de la última escena, de corazón deseo que sea: la aceptación para trabajar en equipo por un mejor lugar para vivir.

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