Un servidor, como muchos jóvenes universitarios que participamos en la política estudiantil y quienes además tuvimos paso por la izquierda mexicana, entendimos que el PRI era más que el partido político del viejo régimen, representaba una cultura descompuesta que desafortunadamente se encontraba presente en una pequeña parte del corazón de los mexicanos.
Por décadas, el priismo representó en el imaginario colectivo gobiernos verticales, antidemocráticos, autoritarios, represores, corruptos, opacos, clientelares, ineficaces e ineficientes. Razón suficiente para que millones de mexicanos, desde hace varias décadas, nos declaráramos anti-priistas.
En este sentido, sociedades avanzadas como la de Jalisco y, particularmente, de su gran metrópoli, caracterizada por contar con un elevado nivel educativo y capital social, han jugado electoralmente un papel clave para frenar y derrocar al viejo régimen.
Estoy convencido que la mayoría de esa población organizada y participativa no tiene vida partidista, es más, no le interesa, pero en los procesos electorales, ahí está presente para depositar su voto en favor de la fuerza política más rentable, capaz de frenar la continuidad o el regreso del priismo, según sea el caso.
Esto ayuda a explicar cómo el PAN con un pequeño voto duro pudo ganar en Jalisco y refrendar su triunfo en dos ocasiones consecutivas. Empero, ante la decepción y pérdida de confianza en el ejercicio sus gobiernos, el apoyo de la sociedad jalisciense anti-priista que pasó a ser anti-Morena se aglutinó en el partido Movimiento Ciudadano en 2018.
Resulta muy importante reconocer que hoy en día, el PRI en Jalisco y a nivel nacional electoralmente es prácticamente inexistente, su esencia y estructura político-electoral transitó al nuevo PRI, perdón, a Morena que, desde el particular punto de vista de quien suscribe, es aún peor, les explico:
El priismo en Jalisco aún con todos sus defectos, a diferencia de Morena, tenía: alma, identidad y propuesta local, así como aprecio por la formación en el servicio público y respeto por los liderazgos de la entidad.
En Morena, nada de eso importa, la obediencia ciega, la suerte y su fuerza electoral impulsada desde el Gobierno federal, sumado al uso indiscriminado de los programas sociales es más que suficiente.
Morena funge más como un fenómeno electoral que como un partido político con vida propia. Desde 2018 a la fecha ha ganado 22 gubernaturas y en 2024 se estarán realizando elecciones en 9 estados incluyendo Jalisco.
Como ciudadano y técnico-científico en gestión y políticas públicas, considero que, Morena sí representa un riesgo latente de retorno a los gobiernos del pasado.
En este sentido, para 2024 debemos reconocer que, más allá de las filias y fobias, el partido Movimiento Ciudadano (MC) en Jalisco, es la única alternativa de propuesta política viable para enfrentar, frenar y derrotar al partido del Estado.
Por ello, MC se encuentra obligado a presentar los mejores resultados, a través de sus distintos gobiernos locales, mismos que permitan mantener la confianza de la sociedad Jalisciense hoy claramente anti-Morenista.
Por el legado, tradición y liderazgo federalista que representa Jalisco a nivel nacional, los ciudadanos de derecha y de izquierda nos encontramos ante la responsabilidad histórica de frenar el avance en nuestro estado del centralismo autoritario, simplemente porque somos la última frontera.
*Consultor e Investigador Nacional