/ miércoles 27 de noviembre de 2024

Incongruencia

Los programas sociales en México siguen siendo criticados por algunos miembros de la clase política, sobre todo de la oposición. Muchos de ellos los critican en redes sociales, aunque luego van y los cobran, exhibiendo así su incongruencia entre lo que dicen y hacen.

Los incongruentes son aquellos cuyo proceder no va de la mano con sus palabras.. Regularmente estas personas se alejan de lo que son, comportándose de manera distinta a como sienten.

Viene a mi mente el ejemplo de los fariseos del tiempo de Jesús de Nazaret, quienes decían pero no hacían. Su hablar era incoherente con su forma de pensar y actuar, por eso el Hijo de Dios los reprendió enérgicamente, llamándolos hipócritas en público, pues no cumplían lo que predicaban.

No hay que ir tan lejos para ver la incongruencia en nuestro tiempo. Gabriel Quadri, candidato del partido Nueva Alianza a la Presidencia de la República en las elecciones de 2012, criticó con dureza los programas sociales:

“Las pensiones a adultos mayores son una bomba de tiempo que López está dejando a los siguientes gobiernos, sin un mecanismo sostenible de financiamiento”, escribió el político mexicano en su cuenta de X, antes Twitter.

Su incongruencia se hizo evidente cuando fue sorprendido inscribiéndose a la Pensión del Bienestar. La reacción de la presidenta Claudia Sheinbaum no se hizo esperar: “Si fuera consecuente, pues no iría por su pensión, ¿verdad?”, comentó la primera mandataria de la nación en la conferencia mañanera del pasado 22 de noviembre.

Quadri, quien se dice ahora “objeto de acoso oficial” por las palabras de Sheinbaum, no es el único que ha criticado con dureza los programas sociales. Lo han hecho también aquellos que califican como inservibles a los programas sociales, afirmando que se trata de paliativos que no solucionan de fondo el problema de la pobreza en México. El argumento de éstos es que la pobreza se combate mejor con educación, soslayando el hecho de que el gobierno federal está atendiendo también el tema de la educación.

Para otras personas los programas sociales carecen de eficacia, afirmando que sólo tienen el propósito de ganar simpatías electorales, y que Morena los está utilizando como un instrumento para comprar votos.

Lo que no dicen los críticos de los programas sociales es que cuando México fue “gobernado” por los partidos que hoy son oposición, todo ese dinero iba a parar a los bolsillos de muchos políticos que se enriquecieron ilícitamente al amparo de los cargos públicos que desempeñaron, dándole siempre la espalda a los que menos tienen.

Ahora los programas sociales son derechos universales constitucionales, y se pueden beneficiar de ellos todos los adultos mayores, incluso los críticos de los mismos, sean políticos, periodistas o analistas. Es probable que algunos de ellos no los necesiten para vivir, pero como mexicanos tienen todo el derecho de cobrarlos cuando decidan hacerlo.

¿Tienen derecho a criticar? Claro que sí, pues en México tenemos libertad de expresión. Lo único que se espera de cualquier crítico es que sea consecuente con sus afirmaciones.

Los programas sociales en México siguen siendo criticados por algunos miembros de la clase política, sobre todo de la oposición. Muchos de ellos los critican en redes sociales, aunque luego van y los cobran, exhibiendo así su incongruencia entre lo que dicen y hacen.

Los incongruentes son aquellos cuyo proceder no va de la mano con sus palabras.. Regularmente estas personas se alejan de lo que son, comportándose de manera distinta a como sienten.

Viene a mi mente el ejemplo de los fariseos del tiempo de Jesús de Nazaret, quienes decían pero no hacían. Su hablar era incoherente con su forma de pensar y actuar, por eso el Hijo de Dios los reprendió enérgicamente, llamándolos hipócritas en público, pues no cumplían lo que predicaban.

No hay que ir tan lejos para ver la incongruencia en nuestro tiempo. Gabriel Quadri, candidato del partido Nueva Alianza a la Presidencia de la República en las elecciones de 2012, criticó con dureza los programas sociales:

“Las pensiones a adultos mayores son una bomba de tiempo que López está dejando a los siguientes gobiernos, sin un mecanismo sostenible de financiamiento”, escribió el político mexicano en su cuenta de X, antes Twitter.

Su incongruencia se hizo evidente cuando fue sorprendido inscribiéndose a la Pensión del Bienestar. La reacción de la presidenta Claudia Sheinbaum no se hizo esperar: “Si fuera consecuente, pues no iría por su pensión, ¿verdad?”, comentó la primera mandataria de la nación en la conferencia mañanera del pasado 22 de noviembre.

Quadri, quien se dice ahora “objeto de acoso oficial” por las palabras de Sheinbaum, no es el único que ha criticado con dureza los programas sociales. Lo han hecho también aquellos que califican como inservibles a los programas sociales, afirmando que se trata de paliativos que no solucionan de fondo el problema de la pobreza en México. El argumento de éstos es que la pobreza se combate mejor con educación, soslayando el hecho de que el gobierno federal está atendiendo también el tema de la educación.

Para otras personas los programas sociales carecen de eficacia, afirmando que sólo tienen el propósito de ganar simpatías electorales, y que Morena los está utilizando como un instrumento para comprar votos.

Lo que no dicen los críticos de los programas sociales es que cuando México fue “gobernado” por los partidos que hoy son oposición, todo ese dinero iba a parar a los bolsillos de muchos políticos que se enriquecieron ilícitamente al amparo de los cargos públicos que desempeñaron, dándole siempre la espalda a los que menos tienen.

Ahora los programas sociales son derechos universales constitucionales, y se pueden beneficiar de ellos todos los adultos mayores, incluso los críticos de los mismos, sean políticos, periodistas o analistas. Es probable que algunos de ellos no los necesiten para vivir, pero como mexicanos tienen todo el derecho de cobrarlos cuando decidan hacerlo.

¿Tienen derecho a criticar? Claro que sí, pues en México tenemos libertad de expresión. Lo único que se espera de cualquier crítico es que sea consecuente con sus afirmaciones.