Israel nació como Estado independiente en la recta final de la década de los años cuarenta del siglo XX. Para el logro de este hecho histórico, ligado estrechamente al final de la Segunda Guerra Mundial, se tuvieron que realizar diversos esfuerzos políticos y diplomáticos por parte del sionismo, todo con el propósito de establecer una nación soberana en la tierra de Israel, conocida como Palestina desde los tiempos del Imperio romano.
Se trata de la región geográfica que los judíos creyentes consideran la Tierra Prometida, y que desde el surgimiento del Islam, en el siglo VII, fue ocupada por los árabes. Más tarde fue conquistada por los cruzados europeos, obstinados en arrebatarle a los musulmanes los llamados Lugares Santos.
Tras la caída del Imperio bizantino, en 1453 d.C., Palestina fue dominada por los turcos otomanos, fundadores del imperio Otomano, uno de los imperios más poderosos de la historia durante más de seis siglos. Este imperio, que tuvo su capital en Estambul, dejó de existir oficialmente el 1 de noviembre de 1922.
A partir de ese año, la Sociedad de las Naciones, antecesora de la Organización de las Naciones Unidas, puso bajo la administración británica el territorio de Palestina. Se le conoció, hasta 1948, como el Mandato Británico de Palestina.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la cual tuvo lugar el criminal y abominable Holocausto Nazi, miles de judíos deseaban abandonar Europa para irse a vivir a Palestina. Gran Bretaña se opuso y, sin un ápice de sensibilidad, envió a los inmigrantes judíos de regreso a campos en la isla de Chipre, mientras que otros fueron deportados nuevamente a Alemania.
Cuando el último soldado británico abandonó territorio palestino, los israelíes bajo el liderazgo de David Ben-Gurión declararon en Tel Aviv la creación del Estado hebreo. Este hecho histórico no fue bien visto por algunos países del mundo, pero muchas otras naciones apoyaron la independencia israelí.
Horas después de la proclamación de Israel como Estado independiente, los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak invadieron a Israel, obligando a este país mediterráneo a defender el territorio recién demarcado de los ataques de la coalición formada por los países árabes antes mencionados. De acuerdo con la Enciclopedia Británica, este conflicto tuvo una duración de 15 meses, lapso en el que murieron alrededor de 6 mil israelíes.
Como usted puede ver, el conflicto por el control de Palestina no es nuevo, se remonta a principios del siglo XX. Lastimosamente, en la duración del mismo han tenido lugar embestidas intermitentes de un lado y del otro. Un ejemplo de ellos es la guerra de los Seis Días, un choque relámpago en el que Israel, en menos de una semana, se impuso militarmente a la coalición de países árabes, conformada por Egipto, Jordania y Siria. Naciones como El Líbano e Irak, después de condenar enérgicamente el ataque contra Egipto, enviaron ayuda humanitaria a este país.
El final de este conflicto parece lejano; y aunque la mayoría de los seres humanos quisiera ver el fin de esta guerra estéril, los obstáculos difíciles de sortear nos llevan a pensar que los ataques de ambas partes continuarán, así como el doloroso aumento en el número de muertos. En mi opinión falta voluntad de los palestinos y de los israelitas para la negociación y el diálogo. Pero lo más triste es la falta de acción en favor de la paz por parte de la comunidad internacional.