/ miércoles 10 de marzo de 2021

Es por todas

En el marco del día Internacional de la Mujer, fecha que ha cobrado mayor relevancia no solo por conmemorar la reivindicación de los derechos y libertades de las mujeres, sino porque se ha convertido en el grito desesperado de niñas, madres, hermanas, amigas, que dicen ¡ya basta!, ¡nos están matando!, ¡justicia!, ¡ni una más! Y que aún con desdén y desde el privilegio escuchamos voces con frases como -no son las formas-. En un país donde una mujer es asesinada cada dos horas y media (en promedio), según revela el informe 2020 de Violencia contra las Mujeres, dado a conocer por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), seguimos exigiéndoles que “se manifiesten con decoro”.

En este sentido, no podemos ser indiferentes a la lucha social y política que representa el feminismo, ¿cuántas víctimas más necesita cobrar la violencia en nuestro país para que dejemos la inacción? No podemos ser indiferentes ante los fallos de las autoridades que deja sin resolver el 95 % de los crímenes hacia las mujeres. Digna es la rabia de las feministas cansadas de la impunidad y que lastimosamente encuentran diario una nueva causa para exigir un alto a la violencia machista.

Una vez más el 8M generó movilizaciones a lo largo del país, las calles y los perfiles en las redes sociales se pintaron de violeta para fungir como plataforma social y exigir el compromiso de las autoridades en políticas públicas con perspectiva de género, cese a la violencia machista, alto a la impunidad, igualdad de género, entre otras.

Este día vuelve a mostrar al mundo un clamor unísono y sororo que visibiliza a una sociedad que se cruza de brazos cuando una mujer es violentada o asesinada y, que evidencia a un movimiento que avanza y toma fuerza a pesar de la indiferencia de gran parte de la sociedad y, por consiguiente, la indignación y el coraje crece con mayor vehemencia. Hoy, las mujeres son parte del debate nacional y vinieron a enseñarnos que a pesar del desdén del Presidente de la República y las medidas fallidas para combatir el machismo en nuestro país, serán el movimiento que la política mexicana no podrá seguir ignorando.

El 8M también deberá significar un cambio en la conversación y en la agenda pública, estoy convencido que la palabra sororidad no solo debería considerarse como algo intrínseco al feminismo, sino como el reflejo de una sociedad que se solidariza frente a la problemática que enfrentan las mujeres día con día. Hoy, a los hombres nos toca callar, reconocer, empatizar y cambiar nuestros comportamientos. Educar a nuestros hijos en pleno respeto a las mujeres, a nuestras hijas en pleno ejercicio y goce de sus derechos y libertades. Asimismo, desde el ámbito público, legislar con perspectiva de género, reducir las brechas de desigualdad y coadyuvar para eliminar la deuda histórica con las mujeres. Es por ellas, es por todas.