“Era un país tan pobre que gritaba más fuerte un gol que una injusticia”, reza un meme que corrió como reguero de pólvora por las redes tras el partido del domingo, en el que las Chivas del Guadalajara se coronaron campeonas del futbol mexicano.
Y, ¿sabes?, entiendo el contexto y la llamada de atención. ¿Por qué le damos importancia a cosas sin importancia, mientras que ignoramos las cosas que son importantes, como la pobreza, la corrupción o la justicia?
Entiendo la idea, pero no la comparto, porque es un grito amargado y derrotista, propio de una persona que no entiende qué forma una sociedad ni cómo funciona un país.
Las premisas del meme son tres:
1) Hay cosas que son importantes.
2) Hay cosas que no lo son.
3) Yo decido cuáles son cuáles.
La primera premisa es cierta; la segunda es falsa; la tercera es nefasta. El futbol no es importante porque sea elevado; es importante porque existe y es parte de nuestra cultura. Millones de aficionados y cientos de miles de personas que viven de la industria deportiva no pueden ser ignoradas, ¿o sí? O ¿quienes trabajan entrenando, jugando, vendiendo uniformes, limpiando estadios o transmitiendo los partidos, deben ser menospreciados porque el futbol no está a la altura ideal e imaginaria de los cultos e intelectuales?
Otras cosas más cultas ¿sí son importantes? ¿Es más importante la ópera que el futbol, o la filarmónica que los tacos al pastor? Quien responda que sí a cualquiera de estas preguntas no entiende lo que es la cultura, la economía, la sociedad, ni los tacos.
Pero, ¡claro –dirá el culto del meme- hay cosas más importantes que el futbol, como la justicia, la honestidad, el desarrollo, la igualdad…!
Y yo le contesto al culto del meme: tienes razón. Y luego le pregunto: ¿y dónde se hace, se compra o se lucha por la justicia? ¿En la ONU, en la política, en los tribunales, en Ruanda, o en dónde? ¿No se lucha también por la justicia en la familia, en la escuela, en los negocios y hasta en los deportes, como el futbol?
“El ocio y el deporte
son esenciales en
cualquier sociedad, y
todas las sociedades de
primer mundo no sólo
juegan futbol, sino que
lo hacen muy bien”
El ocio y el deporte son esenciales en cualquier sociedad, y todas las sociedades de primer mundo no sólo juegan futbol, sino que lo hacen muy bien. También van a la ópera; también leen libros, estudian y pagan sus impuestos. ¿De dónde diablos sacan la oposición entre una cosa y otra?
El meme no ataca el problema; el meme ES el problema, porque asume que la justicia y la vida diaria son cosas separadas. Y no lo son. Un mexicano razonable no puede decir: “Abandonemos el futbol y luchemos por la justicia” ¡Es un sinsentido! Podría, en cambio, decir: “Hagamos que el futbol sea más justo, más honorable, más magnánimo, más limpio, más hermoso, más humano, más amistoso, más universal y con menos violencia y basura”; es decir: bañar con justicia lo que hacemos, en lugar de abandonar lo que hacemos en pos de una justicia imaginaria.
Qué fácil es imaginar un mundo perfecto alejado de lo real. Para el meme, México es un país perfecto, salvo por una cosa: los mexicanos. Ese no es el camino que lleva a la justicia, sino a la intolerancia y a través de ella, a la derrota social.
Así que grito ¡gol! cuando hay gol, e ¡injusticia! cuando hay injusticia. Y si el gol es justo ¿Qué mejor?
*El autor es abogado y autor. Conferencista cuando no tiene gripa. Una cosa es clara, Señor Robben: era penal; fue una injusticia. Síguelo en twitter @franciscogpr