El pasado 12 de julio, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se reunió con su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, en la Casa Blanca. Al presentar sus planteamientos en torno a seguridad y migración (que en realidad fueron peticiones), López Obrador hizo énfasis en que la cooperación entre ambos países es fundamental para el desarrollo de la región, en este sentido se comprometió con su homólogo, a que México podría garantizar el abasto de gasolina a los ciudadanos estadounidenses, que cruzan a nuestro país para cargar sus vehículos, además de poner a disposición los gasoductos existentes en la frontera, para poder transportar gas de Texas a otros estados. Para la oposición, el viaje fue un desastre y se quedaron con la crítica inmediata al lenguaje corporal de AMLO, su desconocimiento del idioma inglés y una serie de análisis simplistas que no le hacen justicia a lo ocurrido; sin embargo para los simpatizantes y defensores de la 4T, anuncian la visita con bombo y platillo, posicionando al presidente como un defensor de los migrantes y la soberanía nacional, pero como dijera un viejo dicho: “ni muy, muy, ni tan,tan…”
Lo cierto es que, ante la ausencia del presidente López Obrador en la Cumbre de las Américas (ante su negativa a asistir debido a que Cuba, Venezuela y Nicaragua no fueron requeridas), este segundo encuentro con Joe Biden representaba una oportunidad para limar asperezas ante los eventos lamentables hechos recientes, como la muerte de los más de 50 migrantes en Texas y los últimos dimes y diretes entre funcionarios, entre los que destacan los señalamientos del presidente mexicano sobre la injerencia de la DEA en territorio mexicano, le añaden complejidad a las ya de por sí, siempre necesaria y desigual relación bilateral entre los principales socios comerciales del continente americano.
En este sentido, en 2020 el presidente López Obrador, promulgó una reforma a la Ley de Seguridad Nacional para restringir la presencia de los agentes de la DEA y otros órganos de seguridad. “Siguen interviniendo, nada más que ya hay una ley, hay un marco legal que se ha respetado, que se establece en esta legalidad cuántos agentes pueden estar en México, los informes que tienen que estar rindiendo para nuestro país y que no pueden actuar por su cuenta, ni ordenar lo que el gobierno independiente, soberano de México, lleva a cabo en materia de política de seguridad”, explicó el mandatario horas antes de abordar su avión que lo llevaría a Washington para reunirse con el presidente norteamericano.
Bien dicen que en política no hay coincidencias y como si pareciera un libreto, al igual que hace exactamente dos años (julio 2020), mientras López Obrador estaba de visita en Estados Unidos, se informó la captura del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, acusado de peculado y asociación delictuosa, por parte de elementos del Servicio de los Alguaciles Federales; esta vez, justo 3 días después del retorno de AMLO a México tras reunirse con Joe Biden, se informó de la captura de uno de los elementos prioritarios para Estados Unidos desde hace ya tiempo: Rafael Caro Quintero, el “Narco de Narcos”, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara y acusado por el asesinato del agente norteamericano Enrique “Kiki” Camarena, fue detenido por agentes de la Marina en un operativo en el poblado sierreño de Choix, en Sinaloa.
En una primera instancia se señaló que el operativo había sido coordinado por elementos de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), a través de un comunicado emitido por la agencia:
“Nuestro increíble equipo de la DEA en México trabajó en colaboración con las autoridades para capturar y arrestar a Rafael Caro Quintero (…) El arresto es el resultado de años de sangre, sudor y lágrimas. Sin su trabajo, Caro Quintero no enfrentaría la justicia”. Sin embargo, el presidente López Obrador, señaló durante su conferencia matutina, que la DEA no tuvo injerencia en la detención del capo:
“Sobre la participación de la DEA, como lo señaló el embajador de Estados Unidos, no tuvieron injerencia directa. Se pide información en algunos casos a la DEA pero este no en el caso. Se había hecho una solicitud a través de Relaciones Exteriores hace algún tiempo para que cooperaran con información, pero no se llevó a cabo”.
La detención de Caro Quintero cierra un capítulo pendiente para la DEA en torno al asesinato del agente Camarena, a quien han encumbrado como un mártir en la lucha antidrogas, e independientemente del gobierno que se de el crédito de esa captura, lo cierto es que el hecho da un nuevo aire a las relaciones entre los gobiernos en este tema y se centra en otros objetivos prioritarios como el fentanilo y el Cartel Jalisco Nueva Generación, además del tráfico de armas, entre otros delitos. Como bien dice, en política no hay coincidencias y habrá qué seguir muy de cerca lo que ocurra con el juicio del narcotraficante, ya que como dijo un ex agente de la DEA, si Caro Quintero habla, se ponen a temblar en México y Estados Unidos…
Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
*Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática