/ lunes 25 de noviembre de 2024

El tema migratorio

Un problema más. El tema de la migración fue soslayado durante la pasada reunión del G20 y aunque algunos líderes se aproximaron a la agenda, en realidad no existieron acuerdos importantes al respecto, siendo que debiera ser parte de un esfuerzo común porque es responsabilidad compartida por parte de los países expulsores como también de los países receptores.

El recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con su energía inmanente, ya anunció que al asumir su cargo el venidero 20 de enero, sus primeras órdenes ejecutivas serán en el sentido de que sean deportado los miles de migrantes indocumentados que han venido ingresando a su país.

Desde luego que la crítica por la medida anunciada ha sido dura, pero me parece que está en todo su derecho el cerrar las fronteras y restringir el ingreso a su país, exactamente como lo haríamos cada uno de nosotros al no permitir el ingreso de extraños a nuestra casa y menos extraños que lo que desean es quedarse a vivir con nosotros.

La ayuda que ha brindado Estados Unidos a los países expulsores ha sido grande, sin embargo no ha tenido frutos gracias por una parte a la falta de compromiso, lealtad y honradez de los gobiernos que reciben los apoyos y también a la carencia de supervisión y vigilancia de que esas ayudas lleguen a las personas que más los necesitan creando ambientes de estabilidad socio política y económica.

Mientras eso pasa, cada vez son más los países que enfrentan problemas de seguridad pública, carencia de empleos, deficientes sistemas de salud, y son víctimas de ese monstruo que asedia la humanidad que es el crimen del negocio de las drogas y el tráfico de personas sobre todo, y miles y miles de personas prefieren atreverse a las inclemencias de todo tipo, del clima, de autoridades, de enfermedades, para cruzar al territorio nacional con el deseo explicable de poder ingresar a Estados Unidos y poder vivir en mejores condiciones de vida, olvidándose un poco del american sweet dream y mucho menos de disfrutar de la american way of life, puesto que lo único que quieren es el verdadero bienestar de sus familias.

Cada semana salen de Tapachula, cientos de personas que ahí van, sufriendo toda clase de penurias, caminando, en trailers, en camiones, en el tren, en lo que pueden, para irse a cualquiera de los puntos fronterizos que tenemos con nuestro vecino del norte, y lo malo es que muy pocos podrán cruzar precisamente porque carecen de la documentación en regla para hacerlo y lo peor es que la gran mayoría se van quedando en el trayecto en nuestro país, y aunque somos tradicionalmente hospitalarios y solidarios con las penas ajenas, lo cierto es que desafortunadamente también nos quitan fuentes de trabajo con las políticas populistas y profundamente demagógicas de nuestro gobierno, y además más por necesidad que por inclinación, se dedican a delinquir buscando su subsistencia.

Claro que no es un problema privativo de México. Muchos países Europeos, principalmente Italia, Alemania, Reino Unido e incluso Grecia, sufren el fenómeno de le inmigración ilegal, sin embargo aquí estamos y lo que importa es el aquí y el ahora. Bien dice el refrán, mal de muchos, consuelo de tontos.

La señora Claudia mucho tendrá que hacer para frenar ese transito permanente de personas por las fronteras del sur, porque México no puede sufrir una colonización centroamericana y africana principalmente, y no por ser chauvinista, sino porque nosotros aquí tenemos nuestras propias necesidades, nuestros propios problemas como para andar cargando con los ajenos cuando no podemos resolver los nuestros.

Y si no se hace algo pronto, tendremos más aguda la situación y más todavía, si el Presidente Trump cumple con su advertencia, y nos manda oleadas de indocumentados para aquí alimentarlos, darles vivienda, trabajo, salud, educación o bien regresarlos a sus lugares de origen pero todo a costa de los bolsillos de todos los mexicanos que no tenemos culpa de la incompetencia de nuestros gobiernos para manejar el problema de la migración ilegal.

Un problema más. El tema de la migración fue soslayado durante la pasada reunión del G20 y aunque algunos líderes se aproximaron a la agenda, en realidad no existieron acuerdos importantes al respecto, siendo que debiera ser parte de un esfuerzo común porque es responsabilidad compartida por parte de los países expulsores como también de los países receptores.

El recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con su energía inmanente, ya anunció que al asumir su cargo el venidero 20 de enero, sus primeras órdenes ejecutivas serán en el sentido de que sean deportado los miles de migrantes indocumentados que han venido ingresando a su país.

Desde luego que la crítica por la medida anunciada ha sido dura, pero me parece que está en todo su derecho el cerrar las fronteras y restringir el ingreso a su país, exactamente como lo haríamos cada uno de nosotros al no permitir el ingreso de extraños a nuestra casa y menos extraños que lo que desean es quedarse a vivir con nosotros.

La ayuda que ha brindado Estados Unidos a los países expulsores ha sido grande, sin embargo no ha tenido frutos gracias por una parte a la falta de compromiso, lealtad y honradez de los gobiernos que reciben los apoyos y también a la carencia de supervisión y vigilancia de que esas ayudas lleguen a las personas que más los necesitan creando ambientes de estabilidad socio política y económica.

Mientras eso pasa, cada vez son más los países que enfrentan problemas de seguridad pública, carencia de empleos, deficientes sistemas de salud, y son víctimas de ese monstruo que asedia la humanidad que es el crimen del negocio de las drogas y el tráfico de personas sobre todo, y miles y miles de personas prefieren atreverse a las inclemencias de todo tipo, del clima, de autoridades, de enfermedades, para cruzar al territorio nacional con el deseo explicable de poder ingresar a Estados Unidos y poder vivir en mejores condiciones de vida, olvidándose un poco del american sweet dream y mucho menos de disfrutar de la american way of life, puesto que lo único que quieren es el verdadero bienestar de sus familias.

Cada semana salen de Tapachula, cientos de personas que ahí van, sufriendo toda clase de penurias, caminando, en trailers, en camiones, en el tren, en lo que pueden, para irse a cualquiera de los puntos fronterizos que tenemos con nuestro vecino del norte, y lo malo es que muy pocos podrán cruzar precisamente porque carecen de la documentación en regla para hacerlo y lo peor es que la gran mayoría se van quedando en el trayecto en nuestro país, y aunque somos tradicionalmente hospitalarios y solidarios con las penas ajenas, lo cierto es que desafortunadamente también nos quitan fuentes de trabajo con las políticas populistas y profundamente demagógicas de nuestro gobierno, y además más por necesidad que por inclinación, se dedican a delinquir buscando su subsistencia.

Claro que no es un problema privativo de México. Muchos países Europeos, principalmente Italia, Alemania, Reino Unido e incluso Grecia, sufren el fenómeno de le inmigración ilegal, sin embargo aquí estamos y lo que importa es el aquí y el ahora. Bien dice el refrán, mal de muchos, consuelo de tontos.

La señora Claudia mucho tendrá que hacer para frenar ese transito permanente de personas por las fronteras del sur, porque México no puede sufrir una colonización centroamericana y africana principalmente, y no por ser chauvinista, sino porque nosotros aquí tenemos nuestras propias necesidades, nuestros propios problemas como para andar cargando con los ajenos cuando no podemos resolver los nuestros.

Y si no se hace algo pronto, tendremos más aguda la situación y más todavía, si el Presidente Trump cumple con su advertencia, y nos manda oleadas de indocumentados para aquí alimentarlos, darles vivienda, trabajo, salud, educación o bien regresarlos a sus lugares de origen pero todo a costa de los bolsillos de todos los mexicanos que no tenemos culpa de la incompetencia de nuestros gobiernos para manejar el problema de la migración ilegal.