El viernes el todavía, Presidente Andrés Manuel López Obrador invitó a los asistentes de su mañanera a que este lunes, en su última aparición en este ejercicio de comunicación se dejara a un lado la información matinal para dar paso a un “Bailongo”, de inmediato los presentes aplaudieron y aprobaron el cierre del sexenio con tremenda fiesta, mientras la realidad a las afueras de Palacio Nacional es distinta.
Un “Bailongo” por un estado como Sinaloa que cumple 4 semanas de intensos enfrentamientos entre grupos criminales, personas levantadas, asesinatos, escuelas cerradas y miles de millones de pesos en pérdidas para los comerciantes y la empresa privada a causa de cierres obligados por la inseguridad.
Un “Bailongo” por los damnificados de Acapulco, donde John ha ocasionado, al cierre de esta edición, un total de 18 personas muertas, un sinnúmero de personas atrapadas en sus propias casas por inundaciones, que se quedan sin agua y sin alimentos, y donde dice el presidente hay 25 mil elementos de las fuerzas armadas aplicando un Plan DN3 donde la alcaldesa del puerto advierte en videos la urgente necesidad de apoyo porque a los militares no se les ve. Un “Bailongo” por aquellos que tienen que hacer fila de hasta 4 horas para poder comprar comida en las tiendas departamentales que advierten en sus inventarios crisis de existencias.
Un “Bailongo” por ser el sexenio con más homicidios y el que ignoró a las madres buscadoras en la insistencia de tener una audiencia con el presidente más humanista de la historia. Un “Bailongo” por los que creyeron siempre en su palabra; que tendríamos el mejor sistema de salud del mundo, una mega farmacia con todos los medicamentos que se requieren a disponibilidad inmediata. Un “Bailongo” por quienes creyeron siempre en sus discursos, ninguno de ellos aceptando culpa alguna sobre algún suceso, pero siempre culpando a alguien argumentando que eran estrategias de sus opositores, un presidente inmaculado, perfecto.
Un “Bailongo” por quienes creyeron en el AIFA como el gran rescate de una inversión fallida como era el proyecto de Texcoco, para quienes viajan en Mexicana de Aviación y para quienes ya consumen la gasolina refinada por Dos Bocas a 10 pesos.
Un “Bailongo” para quienes mandan sus remesas a los connacionales advirtiendo que son cada vez más, pero que no se acepta que lo hacen porque aquí cada vez rinden menos en el gasto.
Un “Bailongo” por el programa del Gas del Bienestar, por el misterio de las pipas compradas en Estados Unidos y que no se vieron circular; por el rescate de la CFE, y por sus constantes trabas para que la iniciativa privada invirtiera en energías limpias.
Un “Bailongo” ¿por qué no? También para el esfuerzo desde el primer minuto de su mandato por desacreditar a los medios de comunicación, por la persecución a los periodistas, para conseguir el objetivo de que la credibilidad fuera sólo la suya.
Un “Bailongo” por aquellas frases que nos hicieron el sexenio: Me canso Ganso, abrazos y no balazos, el pueblo bueno y sabio, con 2 pantalones y un par de zapatos, no hay que ser aspiracionistas, primero los pobres, no me vengan con que la ley es la ley.
Un “Bailongo” por haber hecho de este país una división marcada e irse justo con eso, con la medalla del pleito entre las ideas de unos y otros.
Un largo etcétera de cosas y sucesos que terminaron por eso, por ser un ejecutivo federal que no viajó, que no se ensució sus zapatos para ir a las zonas de desastre, porque argumentó siempre en su defensa que habría confrontaciones y provocaciones de sus adversarios, un poco valiente para enfrentar sus dichos con los hechos, aun y cuando jueces obligaban a recibir en palacio en sus mañaneras a quienes difamó y confrontó por el llamado derecho de réplica.
Andrés Manuel López Obrador, un hombre que llegó a la presidencia para vengarse de quienes durante años lo bloquearon en sus aspiraciones cuando candidato; un hombre que poco le importaron los niños con cáncer y el proyecto económico de un país que dejó de tener presencia internacional en ese rubro.
A bailar entonces, México a celebrar lo que hizo o que ya se va… o no estar tan seguros de que eso sucederá.