/ lunes 29 de julio de 2024

Cuando la negligencia se traga la ciudad


En los últimos días, en el ojo público se ha posicionado un asunto que es pan de cada día pero que dada la magnitud de lo ocurrido, ha vuelto a la mesa: los socavones. Estos agujeros que aparecen repentinamente en nuestras calles no son solo un inconveniente temporal, sino el síntoma de un problema mucho más profundo que corroe los cimientos de nuestra infraestructura urbana.

El episodio que recién mencioné, un enorme socavón en la avenida López Mateos, no solo ha paralizado una de las arterias principales de la ciudad, sino que ha expuesto la fragilidad de nuestra infraestructura urbana. Este no es un incidente aislado, pues en los últimos 22 días, se han reportado al menos 10 socavones en el Área Metropolitana de Guadalajara.

Ante esto no podemos dejar de preguntarnos por las causas, y ninguna respuesta puede pasar por alto el papel del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado, el famoso SIAPA, que es el organismo encargado de gestionar el agua en el AMG. La evidencia apunta a una red de tuberías obsoleta y mal mantenida como la principal culpable de estos colapsos pues l falta de inversión en la renovación de la infraestructura hidráulica es evidente. Mientras el SIAPA se ahoga en deudas, que han aumentado de 3,593 millones de pesos en 2019 a más de 4,124 millones en la actualidad, la ciudad se hunde, literalmente. Esta negligencia no solo afecta nuestra movilidad, sino que pone en riesgo el acceso al agua potable, un derecho humano fundamental.

Personal experto del Colegio de Ingenieros de Jalisco señalan que la infraestructura antigua es la razón principal de estos socavones. Sin embargo, la solución no es tan simple como reemplazar tuberías. Se requiere una visión integral que incluya una urbanización sustentable, más zonas de recarga hídrica y una infraestructura resiliente. El caos vial generado por estos hundimientos no solo dificulta el acceso al trabajo y servicios esenciales, sino que también aumenta la contaminación y el estrés urbano. Además, la calidad del agua se ve comprometida, personas residentes de varias colonias reportan agua turbia saliendo de sus grifos, un claro indicio de la contaminación que se filtra a través de las tuberías dañadas. El SIAPA, en lugar de abordar estos problemas, parece más preocupado por cobrar deudas que por garantizar un servicio de calidad.

Es hora de que nuestras autoridades asuman la responsabilidad. No podemos seguir permitiendo que la negligencia y la mala gestión pongan en riesgo nuestra seguridad y calidad de vida. Se necesita una inversión urgente en infraestructura, pero también una revisión profunda de la gestión del SIAPA. Es momento de exigir acciones concretas y una rendición de cuentas real. De lo contrario, corremos el riesgo de que Guadalajara se convierta en una ciudad de agujeros, tanto en sus calles como en su gestión pública.


En los últimos días, en el ojo público se ha posicionado un asunto que es pan de cada día pero que dada la magnitud de lo ocurrido, ha vuelto a la mesa: los socavones. Estos agujeros que aparecen repentinamente en nuestras calles no son solo un inconveniente temporal, sino el síntoma de un problema mucho más profundo que corroe los cimientos de nuestra infraestructura urbana.

El episodio que recién mencioné, un enorme socavón en la avenida López Mateos, no solo ha paralizado una de las arterias principales de la ciudad, sino que ha expuesto la fragilidad de nuestra infraestructura urbana. Este no es un incidente aislado, pues en los últimos 22 días, se han reportado al menos 10 socavones en el Área Metropolitana de Guadalajara.

Ante esto no podemos dejar de preguntarnos por las causas, y ninguna respuesta puede pasar por alto el papel del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado, el famoso SIAPA, que es el organismo encargado de gestionar el agua en el AMG. La evidencia apunta a una red de tuberías obsoleta y mal mantenida como la principal culpable de estos colapsos pues l falta de inversión en la renovación de la infraestructura hidráulica es evidente. Mientras el SIAPA se ahoga en deudas, que han aumentado de 3,593 millones de pesos en 2019 a más de 4,124 millones en la actualidad, la ciudad se hunde, literalmente. Esta negligencia no solo afecta nuestra movilidad, sino que pone en riesgo el acceso al agua potable, un derecho humano fundamental.

Personal experto del Colegio de Ingenieros de Jalisco señalan que la infraestructura antigua es la razón principal de estos socavones. Sin embargo, la solución no es tan simple como reemplazar tuberías. Se requiere una visión integral que incluya una urbanización sustentable, más zonas de recarga hídrica y una infraestructura resiliente. El caos vial generado por estos hundimientos no solo dificulta el acceso al trabajo y servicios esenciales, sino que también aumenta la contaminación y el estrés urbano. Además, la calidad del agua se ve comprometida, personas residentes de varias colonias reportan agua turbia saliendo de sus grifos, un claro indicio de la contaminación que se filtra a través de las tuberías dañadas. El SIAPA, en lugar de abordar estos problemas, parece más preocupado por cobrar deudas que por garantizar un servicio de calidad.

Es hora de que nuestras autoridades asuman la responsabilidad. No podemos seguir permitiendo que la negligencia y la mala gestión pongan en riesgo nuestra seguridad y calidad de vida. Se necesita una inversión urgente en infraestructura, pero también una revisión profunda de la gestión del SIAPA. Es momento de exigir acciones concretas y una rendición de cuentas real. De lo contrario, corremos el riesgo de que Guadalajara se convierta en una ciudad de agujeros, tanto en sus calles como en su gestión pública.