/ martes 8 de febrero de 2022

Ángel “El Zapopan” Romero

El pasado miércoles 3 de febrero me tocó asistir a la presentación de la Copa Ángel Romero de ciclismo, un evento deportivo que se realiza en honor de uno de los mejores ciclistas que ha tenido México.

Me refiero a Ángel Romero Llamas, exciclista y político de origen zacatecano, a quien tuve el privilegio de conocer, y más aún, de gozar de su amistad franca, sincera y alegre.

El nacimiento de este ilustre mexicano ocurrió el 1 de octubre de 1932 en Teúl de González Ortega, Zacatecas. En la primavera de 1936, cuando tenía apenas 4 años, sus padres Antonio Romero y Doña Herlinda Llamas se establecieron en Zapopan, donde comenzó su educación primaria, la cual terminó en Teúl, población a la que regresó acompañando a sus padres en 1938.

De regreso a Zapopan tres años después, Ángel Romero vivió tiempos difíciles: tuvo que dejar la escuela para trabajar y aportar así al sostenimiento de su numerosa familia, la cual era de escasos recursos. A pesar de la situación, supo abrirse paso en la sociedad que le tocó vivir, y llegó a alcanzar una posición relevante en el mundo del ciclismo y de la política.

En 1944, la necesidad de mejorar el nivel de vida familiar lo llevó a la colonia La Joya de la Ciudad de México, donde trabajó por algún tiempo en una panadería. Y fue allí, justamente, en la colonia Río Blanco de la capital del país, donde comenzó a alquilar bicicletas para pasearse con un amigo suyo.

Ya de vuelta en Zapopan siguió trabajando y adquirió su primera bicicleta de trabajo, una James rodado 28. La obra Jalisco en el siglo 20: perfiles (Universidad de Guadalajara, 1999) refiere que para adquirir la bicicleta su madre tuvo que vender su máquina de coser, de esta forma comenzó a salir los domingos con otros amigos a las poblaciones cercanas a pasearse por caminos de terracería. El 16 de septiembre participó en su primera competencia formal en Zapopan, en la que ocupó el segundo sitio.

La obra antes mencionada explica así el alias del “Zapopan”: “Su entusiasmo por el ciclismo creció y a los pocos días lo invitaron al Club Guadalajara; ahí, en una sesión donde se organizaban las carreras, lo identificaron como el ciclista de Zapopan y le preguntaron: Tú, Zapopan, ¿Quieres participar? Desde entonces a su nombre se le añadió el alias del Zapopan, con el que se le reconoce a nivel nacional.

A partir de entonces se abrió paso en la sociedad que le tocó vivir y llegó a alcanzar una posición social relevante, primero en el ciclismo y, tiempo después, en la política. También se recuerda su columna “Comentarios de Ángel Zapopan Romero”, publicada en El Occidental de Guadalajara, un diario que en 1948 fue adquirido por el periodista y coronel José García Valseca, dueño de la cadena de periódicos del mismo nombre, que organizaba y financiaba cada año la Vuelta México, en la que el máximo ganador fue Ángel Romero Llamas, “El Zapopan”. La ganó cuatro veces en la década de los años 50: 1951, 1952, 1953 y 1954. De esta manera se convirtió en el máximo ganador de la carrera ciclista que se ha corrido en México de manera intermitente, convirtiéndose en una referencia del ciclismo mexicano.

Aparte de sus hazañas deportivas, que pusieron en alto el nombre de Zapopan, Jalisco y México, Ángel Romero fue seleccionado nacional en las olimpiadas de Helsinki 1952. Por su trayectoria deportiva, en 1955 ingresó al salón de la fama del deporte de la Confederación Deportiva Mexicana.

En el ámbito político se distinguió por su honestidad, transparencia y compromiso social, lo que le permitió ser diputado local, regidor del Ayuntamiento de Guadalajara, y en dos ocasiones alcalde de Zapopan (1962 y 1974). Además, fue miembro del Comité Olímpico Mexicano, y en su honor se llegó a instituir la presea “Ángel Romero Llamas” para los deportistas destacados del estado de Jalisco.

Concluyo señalando que mi amistad con Ángel “El Zapopan” Romero se debió a la fe que profesó en los últimos años de su vida. Junto con sus hijos y algunos de sus amigos estuve cerca de él en las últimas horas de su vida, y confieso que me conmovió en gran manera la forma admirable con que su fe le ayudó a afrontar la enfermedad que el 21 de septiembre de 2007 puso fin a su vida.

Twitter: @armayacastro

El pasado miércoles 3 de febrero me tocó asistir a la presentación de la Copa Ángel Romero de ciclismo, un evento deportivo que se realiza en honor de uno de los mejores ciclistas que ha tenido México.

Me refiero a Ángel Romero Llamas, exciclista y político de origen zacatecano, a quien tuve el privilegio de conocer, y más aún, de gozar de su amistad franca, sincera y alegre.

El nacimiento de este ilustre mexicano ocurrió el 1 de octubre de 1932 en Teúl de González Ortega, Zacatecas. En la primavera de 1936, cuando tenía apenas 4 años, sus padres Antonio Romero y Doña Herlinda Llamas se establecieron en Zapopan, donde comenzó su educación primaria, la cual terminó en Teúl, población a la que regresó acompañando a sus padres en 1938.

De regreso a Zapopan tres años después, Ángel Romero vivió tiempos difíciles: tuvo que dejar la escuela para trabajar y aportar así al sostenimiento de su numerosa familia, la cual era de escasos recursos. A pesar de la situación, supo abrirse paso en la sociedad que le tocó vivir, y llegó a alcanzar una posición relevante en el mundo del ciclismo y de la política.

En 1944, la necesidad de mejorar el nivel de vida familiar lo llevó a la colonia La Joya de la Ciudad de México, donde trabajó por algún tiempo en una panadería. Y fue allí, justamente, en la colonia Río Blanco de la capital del país, donde comenzó a alquilar bicicletas para pasearse con un amigo suyo.

Ya de vuelta en Zapopan siguió trabajando y adquirió su primera bicicleta de trabajo, una James rodado 28. La obra Jalisco en el siglo 20: perfiles (Universidad de Guadalajara, 1999) refiere que para adquirir la bicicleta su madre tuvo que vender su máquina de coser, de esta forma comenzó a salir los domingos con otros amigos a las poblaciones cercanas a pasearse por caminos de terracería. El 16 de septiembre participó en su primera competencia formal en Zapopan, en la que ocupó el segundo sitio.

La obra antes mencionada explica así el alias del “Zapopan”: “Su entusiasmo por el ciclismo creció y a los pocos días lo invitaron al Club Guadalajara; ahí, en una sesión donde se organizaban las carreras, lo identificaron como el ciclista de Zapopan y le preguntaron: Tú, Zapopan, ¿Quieres participar? Desde entonces a su nombre se le añadió el alias del Zapopan, con el que se le reconoce a nivel nacional.

A partir de entonces se abrió paso en la sociedad que le tocó vivir y llegó a alcanzar una posición social relevante, primero en el ciclismo y, tiempo después, en la política. También se recuerda su columna “Comentarios de Ángel Zapopan Romero”, publicada en El Occidental de Guadalajara, un diario que en 1948 fue adquirido por el periodista y coronel José García Valseca, dueño de la cadena de periódicos del mismo nombre, que organizaba y financiaba cada año la Vuelta México, en la que el máximo ganador fue Ángel Romero Llamas, “El Zapopan”. La ganó cuatro veces en la década de los años 50: 1951, 1952, 1953 y 1954. De esta manera se convirtió en el máximo ganador de la carrera ciclista que se ha corrido en México de manera intermitente, convirtiéndose en una referencia del ciclismo mexicano.

Aparte de sus hazañas deportivas, que pusieron en alto el nombre de Zapopan, Jalisco y México, Ángel Romero fue seleccionado nacional en las olimpiadas de Helsinki 1952. Por su trayectoria deportiva, en 1955 ingresó al salón de la fama del deporte de la Confederación Deportiva Mexicana.

En el ámbito político se distinguió por su honestidad, transparencia y compromiso social, lo que le permitió ser diputado local, regidor del Ayuntamiento de Guadalajara, y en dos ocasiones alcalde de Zapopan (1962 y 1974). Además, fue miembro del Comité Olímpico Mexicano, y en su honor se llegó a instituir la presea “Ángel Romero Llamas” para los deportistas destacados del estado de Jalisco.

Concluyo señalando que mi amistad con Ángel “El Zapopan” Romero se debió a la fe que profesó en los últimos años de su vida. Junto con sus hijos y algunos de sus amigos estuve cerca de él en las últimas horas de su vida, y confieso que me conmovió en gran manera la forma admirable con que su fe le ayudó a afrontar la enfermedad que el 21 de septiembre de 2007 puso fin a su vida.

Twitter: @armayacastro