/ lunes 17 de junio de 2024

Triunfos y derrotas

Aún siguen resonando los ecos de los pasados comicios electorales. Los resultados de los cómputos de las elecciones viven aún procesos de impugnación legal, que pese a que ya han sido entregadas las respectivas constancias de mayoría por los institutos electorales correspondientes, siguen su curso legal ordinario, recorriendo las instancias jurisdiccionales pertinentes.

Socialmente, la sociedad ha venido disminuyendo su cantidad de conversación, pero conservando su nivel de radicalización de las posturas. Las defensas de los candidatos y de los partidos políticos de la preferencia de cada quien, se realizan con cierto toque de rivalidad, polarización e incluso en tono de burla. Los ganadores disfrutan el momento de gloria y los seguidores y correligionarios hacen escarnio de los rivales, asumiéndose como superiores sin considerar que en política los ciclos se recorren y se agotan, los tiempos son cíclicos, que nadie gana ni nadie pierde para siempre, que todo lo que sube tiene que bajar y que la memoria del pueblo registra llegadas festivas y salidas por tablas de sus gobernantes y representantes populares.

Con la certeza de que el voto solo puede tener 3 consecuencias, la continuidad, el cambio gradual o el cambio con ruptura, la sociedad mexicana vive en cierta paz e intenta darle vuelta a la página a la política electoral y a las campañas políticas. En cambio, la clase política, la burocracia y las dirigencias partidistas continúan preocupados por los resultados electorales intentando relanzar sus esfuerzos para proseguir en la conquista de electores y en mejor sus momios y repensar el futuro.

Lo cierto es que la sociedad necesita con apremio dejar de competir en discordia y ponerse a trabajar en unidad en torno a intereses superiores, retos colectivos y orientados a cambiar la cultura de los mexicanos, a través de una nueva cultura que modifique la actitud, la mentalidad y las costumbres que por generaciones nos han anclado hacia la flojera, el conformismo, la corrupción y el desgano a participar socialmente en los temas que necesitan impulso de la sociedad, más que voluntad de los políticos. Un México dividido y polarizado no es fin, ni meta ni objetivo. El México unido, pujante, creativo, determinado, que puede ser cooperativo e involucrarse a nivel profundo con causas de interés general debe de ser promovido, inducido y motivado.

Sin duda alguna México es más grande que sus políticos. La gente mexicana merece mejores gobiernos, mejor atención, mejores servicios, programas y acciones de gobierno que resuelvan los inacabables problemas comunitarios que aún persisten, entre ellos la impunidad, la ineficacia, la corrupción, la apatia social y la falta de compromiso ético con la comunidad de numerosos funcionarios y servidores públicos que viven -en literal- del erario público y no responden con honestidad, con calidad en su trabajo, con buenos resultados en el lugar desde donde se desempeñan.

Queda mucho por hacer. México necesita que millones de mexicanos coincidamos en la visión, en los retos a alcanzar, en el rumbo que hay que tomar por el bien de todos. El rumbo debiera ser incluyente, corresponsable, participativo, ético y sustentable. Millones de mexicanos, al margen de los colores, de las ideologías partidistas, anhelamos un mejor gobierno, más justo, que trabaje y venza viejas formas, que innove, que sea creativo, que aporte para mejorar a cada día y salir adelante como país. EL gobierno debe mejorar y la sociedad, acompañarlo en el proceso, con vigilancia, con participación activa, con críticas, pero también con reconocimiento a lo bien hecho. Un nuevo México puede redefinirse a partir de donde estamos y de lo que tenemos. Dejemos atrás la elección y concentrémonos en construir un mejor mañana personal, familiar y comunitario. Ahí está la clave, ese es el camino.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz


Aún siguen resonando los ecos de los pasados comicios electorales. Los resultados de los cómputos de las elecciones viven aún procesos de impugnación legal, que pese a que ya han sido entregadas las respectivas constancias de mayoría por los institutos electorales correspondientes, siguen su curso legal ordinario, recorriendo las instancias jurisdiccionales pertinentes.

Socialmente, la sociedad ha venido disminuyendo su cantidad de conversación, pero conservando su nivel de radicalización de las posturas. Las defensas de los candidatos y de los partidos políticos de la preferencia de cada quien, se realizan con cierto toque de rivalidad, polarización e incluso en tono de burla. Los ganadores disfrutan el momento de gloria y los seguidores y correligionarios hacen escarnio de los rivales, asumiéndose como superiores sin considerar que en política los ciclos se recorren y se agotan, los tiempos son cíclicos, que nadie gana ni nadie pierde para siempre, que todo lo que sube tiene que bajar y que la memoria del pueblo registra llegadas festivas y salidas por tablas de sus gobernantes y representantes populares.

Con la certeza de que el voto solo puede tener 3 consecuencias, la continuidad, el cambio gradual o el cambio con ruptura, la sociedad mexicana vive en cierta paz e intenta darle vuelta a la página a la política electoral y a las campañas políticas. En cambio, la clase política, la burocracia y las dirigencias partidistas continúan preocupados por los resultados electorales intentando relanzar sus esfuerzos para proseguir en la conquista de electores y en mejor sus momios y repensar el futuro.

Lo cierto es que la sociedad necesita con apremio dejar de competir en discordia y ponerse a trabajar en unidad en torno a intereses superiores, retos colectivos y orientados a cambiar la cultura de los mexicanos, a través de una nueva cultura que modifique la actitud, la mentalidad y las costumbres que por generaciones nos han anclado hacia la flojera, el conformismo, la corrupción y el desgano a participar socialmente en los temas que necesitan impulso de la sociedad, más que voluntad de los políticos. Un México dividido y polarizado no es fin, ni meta ni objetivo. El México unido, pujante, creativo, determinado, que puede ser cooperativo e involucrarse a nivel profundo con causas de interés general debe de ser promovido, inducido y motivado.

Sin duda alguna México es más grande que sus políticos. La gente mexicana merece mejores gobiernos, mejor atención, mejores servicios, programas y acciones de gobierno que resuelvan los inacabables problemas comunitarios que aún persisten, entre ellos la impunidad, la ineficacia, la corrupción, la apatia social y la falta de compromiso ético con la comunidad de numerosos funcionarios y servidores públicos que viven -en literal- del erario público y no responden con honestidad, con calidad en su trabajo, con buenos resultados en el lugar desde donde se desempeñan.

Queda mucho por hacer. México necesita que millones de mexicanos coincidamos en la visión, en los retos a alcanzar, en el rumbo que hay que tomar por el bien de todos. El rumbo debiera ser incluyente, corresponsable, participativo, ético y sustentable. Millones de mexicanos, al margen de los colores, de las ideologías partidistas, anhelamos un mejor gobierno, más justo, que trabaje y venza viejas formas, que innove, que sea creativo, que aporte para mejorar a cada día y salir adelante como país. EL gobierno debe mejorar y la sociedad, acompañarlo en el proceso, con vigilancia, con participación activa, con críticas, pero también con reconocimiento a lo bien hecho. Un nuevo México puede redefinirse a partir de donde estamos y de lo que tenemos. Dejemos atrás la elección y concentrémonos en construir un mejor mañana personal, familiar y comunitario. Ahí está la clave, ese es el camino.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz