México se acerca ya a una nueva etapa de su vida como nación independiente. Tras la elección de su primera presidente mujer, Claudia Scheinbaum Pardo, su toma de posesión e inició del cargo se realizará el próximo 1 de octubre. Termina el ciclo correspondiente al periodo de gobierno 2018 – 2024 para el cual fue electo Andrés Manuel López Obrador. Sin duda, un periodo sumamente controversial, lleno de polémicas, de expresiones opositoras a las acciones del ejecutivo federal, un gobierno que polarizó y dividió a los mexicanos por estrategia y por decisión propia, que reabrió heridas sociales añejas, incluso llegando a crear conflictos diplomáticos con España por razones discutibles y a tensar la relación con los vecinos del norte, Canadá y Estados Unidos.
Invadido de acciones mediáticas, la opinión pública provocó que varias de las acciones presidenciales fueran sometidas a escrutinio popular. Cancelar un aeropuerto en construcción avanzada, impedir el establecimiento de una cervecería en Baja California, perseguir o no a los expresidentes de México y la revocación de mandato fueron ejemplos claros de la cruzada por llamar la atención, atraer a los extractos más populares de los mexicanos y desplegar un intenso y permanente bombardeo ideologizador para generar animadversión hacia los opositores y un culto al presidente, figura única, eje rector, pilar sin competencia y cómodo usuario de propaganda como vía de control de las masas.
El sexenio obradorista ha logrado generar diversos identificadores para ser recordado a través de ellos. La lista inicia con quitarle el sueldo a los expresidentes, la “venta” del avión presidencial, el combate al huachicol -fallido-, no somos iguales, abrazos no balazos, lo que diga mi dedito, mis hijos no son corruptos, los fifís, no darle medicina a los niños con cáncer, becas a adultos mayores y a ninis, el tren maya, la refinería de dos bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, el pacto con Peña Nieto, las visitas a Badiraguato, la atención a la pandemia de covid 19 y su personaje de apoyo, Hugo López Gatell, sacara al PRI de los pinos, las conferencias mañaneras, su reforma judicial, la desactivación de los organismos autónomos, entre otros, INE, CNDH, INAI, la desaparición de los fideicomisos, la muerte del fondo para desastres, el raquítico apoyo al deporte nacional, su Ana Gabriela Guevara, la extinción del seguro popular y después la del INSABI, dos sistemas caídos en un solo sexenio, la estabilidad del peso, la gasolina que si sube de precio pero no se considera gasolinazo, el miedo de 5 años y medio a su posible reelección, su afición por el beisbol, la violencia, los muertos y el crimen desbordado, su enemigo favorito elegido, Felipe Calderón, sus giras por todo el país, el escándalo de corrupción de SEGALMEX, la militarización de México, la no efectiva guardia nacional y gran cantidad de frases, dichos populares, canciones y bromas en el segmento cómico de sus conferencias de prensa y la mala convivencia permanente con los medios de comunicación.
Imposible no recordar que ha sido el presidente de México al que más le han perdonado errores, caprichos, necedades, afrentas y bravatas. Que disfrutó 6 años de alta aprobación, que logró transmitir el poder a la persona a quien él siempre fue preparando y allanándole el camino. El presidente saliente fue muy beneficiado, pues, aunque afirmaba categóricamente hechos que no ocurrieron o el resultado de sus acciones fue muy diferente a sus intenciones, recibió apoyo popular, legitimando su gobierno. Sin duda, tuvo poder, mucho poder, y será recordado como el estratega ganador de la elección de 2024, líder moral de la cuarta transformación. El tiempo hará su función y la sociedad juzgará el legado histórico del pres…
