/ martes 2 de julio de 2024

Capacidad y capacidad

El análisis político post electoral en México debe considerar aspectos de desarrollo organizacional y de conducta humana como variables fundamentales. Los equipos de trabajo en la política están confirmados con orígenes heterogéneo entre sus integrantes. Quizá lo único que compartan entre sí es la motivación económica y la aspiración a tener o a detentar el poder. Cada persona tiene otras motivaciones diversas por lo que es complejo pensar en el grupo o en el equipo de trabajo político que se desprende de un líder como una unidad integrada, con objetivos comunes e ideales comunes y armonizados. Los conflictos son recurrentes, el trabajo no siempre está bien delegado o distribuido, los beneficios, las ventajas y las responsabilidades no siempre llegan a repartirse con justicia y los talentos, aptitudes y actitudes de cada miembro constituyen un capital colectivo y de beneficio grupal.

A punto de reiniciar el ciclo de gobiernos después del proceso electoral 2024, cambios en gabinetes, en funcionarios de gobierno y en servidores públicos, son inminentes. Muchos de quienes ayudaron a las y los candidatas y candidatos ganadores en las elecciones, ahora aspiran a ocupar un lugar en el servicio público. El recuento de los méritos y sopesar las fallas, los errores, incapacidades y actitud de los miembros del equipo es una labor necesaria para atribuirles jerarquía y ponderar sus estímulos o sanciones.

Cada equipo político es diferente a los demás. De origen, la necesidad apremiante de darle volumen al equipo implica un esfuerzo de suma de miembros para dar la meta cuantitativa. Aquí aplica tener la capacidad, como unidad de volumen, de tener recursos humanos sin ponderar sus atributos de capacidad, como potencial para realiza tareas. Cantidad y calidad conviven en la vida el grupo. Muchos son necesarios para algunas tareas; algunos tienen la posibilidad de servir por su capacidad basada en atributos positivos. De estos últimos debería estar nutrido el núcleo del equipo político. Al menos debería existir un equilibrio entre ambas expresiones de miembros. Privilegiar la cantidad, siempre acabará por degenerar al grupo político volviéndolo básico y fácil de sustituir por otros similares.

El inicio de los nuevos gobiernos es tiempo de cosecha para los equipos políticos. Es momento de recuento y de lucha abierta por conseguir mejores y más espacios, cargos, salarios y responsabilidades. Hoy por hoy, lo preocupante es que la generalidad de los equipos están inflados, sobrevaluados, llenos de gente que ocupa los espacios interiores y pretende subir, crecer, y engrosar la burocracia sin merecerlo. Los equipos políticos llenos de talento, de virtud, de individuos pensantes, llenos de valores éticos y funcionales de primera intención, son la excepción de la regla. Los hay, pero no abundan. Y enfrentan conflictos que generan su escisión y ruptura.

Grandes equipos políticos no son sinónimo de eficacia, eficiencia, rentabilidad ni comportamiento legal y socialmente aceptado. La verdad es que la política nunca es y nunca ha sido justa, que el reconocimiento a los estudios, la formación y la experiencia no siempre sucede, que los mejores perfiles para gobernar, no siempre logran superar los filtros del equipo político y brincar a la administración pública. Los que están no siempre son los mejores y muchos de los mejores al ver la dificultad para acceder, se retiran y reorientan su vida profesional alejándose del servicio público.

Hay cientos de miles de espacios y muchos están mal cubiertos. Las influencias, el amiguismo, el compadrazgo, la zalamería, los actos indignos a cambio de mejores condiciones laborales, son una realidad actual. Para mejorar todos, hay que apostarle a la capacidad, a la cognoscitiva, a la buena, a la que sirve y a la que incluso hasta le tienen miedo algunos malos lideres que dirigen equipos políticos. Cambiar debe de ser para mejorar y en tiempos de cambio, aquí hay un camino para bien recorrer.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz

El análisis político post electoral en México debe considerar aspectos de desarrollo organizacional y de conducta humana como variables fundamentales. Los equipos de trabajo en la política están confirmados con orígenes heterogéneo entre sus integrantes. Quizá lo único que compartan entre sí es la motivación económica y la aspiración a tener o a detentar el poder. Cada persona tiene otras motivaciones diversas por lo que es complejo pensar en el grupo o en el equipo de trabajo político que se desprende de un líder como una unidad integrada, con objetivos comunes e ideales comunes y armonizados. Los conflictos son recurrentes, el trabajo no siempre está bien delegado o distribuido, los beneficios, las ventajas y las responsabilidades no siempre llegan a repartirse con justicia y los talentos, aptitudes y actitudes de cada miembro constituyen un capital colectivo y de beneficio grupal.

A punto de reiniciar el ciclo de gobiernos después del proceso electoral 2024, cambios en gabinetes, en funcionarios de gobierno y en servidores públicos, son inminentes. Muchos de quienes ayudaron a las y los candidatas y candidatos ganadores en las elecciones, ahora aspiran a ocupar un lugar en el servicio público. El recuento de los méritos y sopesar las fallas, los errores, incapacidades y actitud de los miembros del equipo es una labor necesaria para atribuirles jerarquía y ponderar sus estímulos o sanciones.

Cada equipo político es diferente a los demás. De origen, la necesidad apremiante de darle volumen al equipo implica un esfuerzo de suma de miembros para dar la meta cuantitativa. Aquí aplica tener la capacidad, como unidad de volumen, de tener recursos humanos sin ponderar sus atributos de capacidad, como potencial para realiza tareas. Cantidad y calidad conviven en la vida el grupo. Muchos son necesarios para algunas tareas; algunos tienen la posibilidad de servir por su capacidad basada en atributos positivos. De estos últimos debería estar nutrido el núcleo del equipo político. Al menos debería existir un equilibrio entre ambas expresiones de miembros. Privilegiar la cantidad, siempre acabará por degenerar al grupo político volviéndolo básico y fácil de sustituir por otros similares.

El inicio de los nuevos gobiernos es tiempo de cosecha para los equipos políticos. Es momento de recuento y de lucha abierta por conseguir mejores y más espacios, cargos, salarios y responsabilidades. Hoy por hoy, lo preocupante es que la generalidad de los equipos están inflados, sobrevaluados, llenos de gente que ocupa los espacios interiores y pretende subir, crecer, y engrosar la burocracia sin merecerlo. Los equipos políticos llenos de talento, de virtud, de individuos pensantes, llenos de valores éticos y funcionales de primera intención, son la excepción de la regla. Los hay, pero no abundan. Y enfrentan conflictos que generan su escisión y ruptura.

Grandes equipos políticos no son sinónimo de eficacia, eficiencia, rentabilidad ni comportamiento legal y socialmente aceptado. La verdad es que la política nunca es y nunca ha sido justa, que el reconocimiento a los estudios, la formación y la experiencia no siempre sucede, que los mejores perfiles para gobernar, no siempre logran superar los filtros del equipo político y brincar a la administración pública. Los que están no siempre son los mejores y muchos de los mejores al ver la dificultad para acceder, se retiran y reorientan su vida profesional alejándose del servicio público.

Hay cientos de miles de espacios y muchos están mal cubiertos. Las influencias, el amiguismo, el compadrazgo, la zalamería, los actos indignos a cambio de mejores condiciones laborales, son una realidad actual. Para mejorar todos, hay que apostarle a la capacidad, a la cognoscitiva, a la buena, a la que sirve y a la que incluso hasta le tienen miedo algunos malos lideres que dirigen equipos políticos. Cambiar debe de ser para mejorar y en tiempos de cambio, aquí hay un camino para bien recorrer.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz